El corazón de Aemma latía como un tambor desbocado dentro de su pecho, haciendo que cada latido resonara en sus oídos. Su piel se erizó ante la presencia imponente de Daemon Targaryen, quien estaba allí de pie, a tan solo unos pasos de distancia. Era como si el tiempo se hubiera detenido y todo su entorno hubiera desaparecido, dejando solo a ellos dos en aquel momento cargado de tensión y emoción.
Daemon emanaba una energía magnética que parecía envolverla por completo. Su mirada intensa y profunda se clavó en la suya, como si fuera capaz de leer sus pensamientos y sentir sus emociones más íntimas. Aemma se sintió completamente vulnerable, como si estuviera desnuda no solo ante su cuerpo descubierto, sino también ante aquellos ojos que parecían penetrar hasta lo más profundo de su ser.
La luz suave de las velas bailaba en la habitación, creando destellos dorados en la melena platinada de Daemon. Cada detalle de sus facciones esculturales estaba resaltado por la tenue iluminación, haciendo que pareciera una figura de otro mundo, un ser fuera de los cuentos y leyendas. Aemma podía ver la marca del tiempo en su rostro, las cicatrices que habían sido testigos de las batallas que había enfrentado.
Su cuerpo estaba relajado, pero había una tensión palpable en el aire, una electricidad que creaba un campo de atracción entre ellos. Aemma sentía una mezcla de emociones dentro de sí: excitación, nerviosismo y el latente deseo que había estado ardiendo en su interior desde el momento en que se conocieron.
La toalla que había tomado para cubrir su cuerpo se sentía de repente insuficiente para ocultar su desnudez ante los ojos de Daemon. Cada centímetro de su piel parecía estar en sintonía con la energía que emanaba de él. La cercanía entre sus cuerpos parecía crear una conexión invisible que la llenaba de un calor reconfortante y al mismo tiempo la hacía temblar de anticipación.
Aemma apenas podía articular palabra alguna. Su mente estaba abarrotada de pensamientos y deseos contradictorios. Se sentía como una mariposa atrapada en una red de emociones, incapaz de escapar de aquel enredo de sensaciones.
La intensidad de la mirada de Daemon se encontró con la suya, y Aemma sintió como si su corazón latiera al ritmo de aquel intercambio visual. Se dio cuenta de que no podía evitar lo que sentía por él, a pesar de las circunstancias y las expectativas que pesaban sobre sus hombros.
Su cuerpo tembló ligeramente ante la incertidumbre y el anhelo que la consumían. Aemma había soñado con este momento, pero la realidad superaba cualquier fantasía que hubiera imaginado. Daemon estaba allí, a su alcance, y la conexión que compartían era más intensa de lo que había esperado.
Sus labios se movieron, pero las palabras parecían escaparse de su mente antes de poder pronunciarlas. No sabía qué decir, cómo romper el silencio que se había formado entre ellos. Solo quedaba allí, con su corazón palpitando rápidamente y su mente llena de emociones encontradas.
—¿Verme? —Preguntó la joven, luchando por mantener la serenidad en su voz.
Daemon asintió con una solemnidad intrigante.
—Tengo un asunto que atender con usted — Daemon avanzó unos pasos con una confianza innata y se inclinó hasta quedar a escasa distancia del rostro de Aemma.
—¿Un asunto? Príncipe Daemon, la hora avanza y se encuentra en mi alcoba. Esto es, sin duda, impropio —sus palabras eran un intento de mantener una compostura que se tambaleaba ante la proximidad del príncipe.
Un atisbo de sonrisa cruzó los labios de Daemon, una sonrisa que parecía llevar consigo un atisbo de malicia.
—Tienes razón. Te pido disculpas, mi lady. Mañana buscaré la oportunidad para discutir ese "asunto".
Daemon acortó la distancia entre ellos de manera abrupta, dejando un suave roce de sus labios sobre los de Aemma antes de incorporarse rápidamente y dirigirse hacia la puerta de la habitación.
—Deseo que tengas una buena noche, Aemma.
El beso de Daemon dejó a Aemma en un estado de agitación interna. Sus labios todavía palpitaban con la dulce presión de los suyos, y su mente estaba envuelta en un torbellino de emociones turbias y excitantes. Un cosquilleo persistente se deslizaba por su piel, dejando una huella invisible pero indeleble de aquel contacto.
Con las manos ligeramente temblorosas, Aemma llevó los dedos a sus labios, como si pudiera retener el calor y la magia del beso en ellos. La sonrisa maliciosa de Daemon seguía reverberando en su mente, y su corazón latía al compás de una sinfonía de excitación y nerviosismo. Se recostó en el respaldo de una silla, buscando equilibrio mientras su mente trataba de asimilar el giro que había tomado la noche.
El susurro del viento nocturno y la danza de las llamas de las velas finalmente la sacaron de su ensoñación. Aemma se puso en pie con una resolución renovada y se dirigió hacia el tocador. Allí, su reflejo en el espejo le mostró unos ojos un tanto más brillantes de lo habitual y un rubor tímido que coloreaba sus mejillas.
Dejó caer la toalla con gracia al suelo, permitiendo que su cabello cayera en cascada sobre sus hombros, enmarcando su rostro con una dulzura que contrastaba con la vorágine emocional que la atrapaba. Las velas parpadeantes arrojaban sombras danzantes en la habitación, creando un ambiente íntimo y cautivador.
Después de unos momentos de contemplación, Aemma eligió una camisola suave y etérea para la noche. La suavidad de la tela contra su piel era un bálsamo reconfortante que la ayudó a volver a su centro. Se deslizó bajo las mantas frescas de la cama, permitiendo que el edredón acariciara su cuerpo con suavidad. Pero, por más que lo intentara, su mente no se apartaba del beso de Daemon.
Las palabras que él había pronunciado, la cercanía de sus cuerpos, todo parecía persistir en la tranquilidad de la noche. Imágenes y sensaciones seguían girando en su mente como hojas al viento. Su corazón latía con una intensidad que la recordaba de manera implacable de la experiencia vivida.
Aemma entendía que el sueño no llegaría fácilmente esa noche. Se levantó de la cama con determinación y se dirigió hacia el ventanal que ofrecía vistas a la noche estrellada. Sus manos descansaron sobre el alféizar de piedra, y el frescor nocturno le acarició los dedos. Alzó la mirada hacia el cielo, sintiendo la inmensidad del mundo a su alrededor.
El murmullo del viento nocturno parecía llevar consigo sus pensamientos y emociones, ofreciéndole un espacio para reflexionar en la quietud de la noche. Aemma comprendía que había cruzado una línea, que el camino con Daemon estaría lleno de desafíos y dilemas. Pero también sabía que algo había cambiado, algo que no podía ignorar.
Después de un tiempo, Aemma regresó a la cama, buscando refugio en las mantas cálidas. Cerró los ojos, pero la figura de Daemon seguía allí, grabada en su mente como un anhelo y una promesa. A pesar de la incertidumbre que les aguardaba, Aemma decidió en aquel instante que no permitiría que el miedo o las expectativas le impidieran explorar lo que sentía.
Un suspiro profundo escapó de sus labios mientras cedía finalmente al sueño. El recuerdo del beso y la presencia de Daemon la acompañaron en sus sueños y en sus anhelos más profundos, convirtiéndose en una melodía constante en su mente mientras se dejaba llevar por los confines del descanso reparador.
***
holi, nuevo cap!! Denle amor <3
ESTÁS LEYENDO
Duty | 𝐀𝐞𝐦𝐦𝐚 𝐀𝐫𝐫𝐲𝐧 𝐲 𝐃𝐚𝐞𝐦𝐨𝐧 𝐓𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧
Fanfiction𝐩𝐨𝐫𝐭𝐚𝐝𝐚 𝐡𝐞𝐜𝐡𝐚 𝐩𝐨𝐫: @𝐦𝐬𝐬_𝐩𝐮𝐧𝐢𝐚 Aemma Arryn fue criada por su padre para ser una buena esposa y una gran dama. Una mujer como había sido su madre antes de morir. Ella estaba totalmente comprometida con su casa y luego estuvo muy...