10. 𝐄𝐥 𝐛𝐚𝐢𝐥𝐞

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Las miradas de todos los presentes se centraron en Aemma y el príncipe Viserys, creando una intensa atmósfera de expectación en la gran sala. Sus ojos la observaban desde todos los rincones, mil miradas como testigos de este momento crucial en su vida. Sin embargo, entre todas esas miradas, una destacaba de manera abrumadora, como un faro en medio de la oscuridad, y era la mirada de Daemon.

El hermano de su prometido clavó sus ojos en ella, y su intensidad era casi palpable. Aemma sentía esa mirada penetrante recorriendo su cuerpo, y parecía hurgar en su interior, desenterrando pensamientos y emociones que ella misma apenas entendía. Cada uno de sus movimientos estaba impregnado de una tensión casi dolorosa. Aemma sostenía sus faldas con fuerza, como si en cualquier momento pudiera huir hacia tierras desconocidas para escapar de la presión de todas esas miradas.

Y, como si la atmósfera no pudiera volverse más tensa, el suave beso que el príncipe Viserys depositó en sus labios generó un silencio momentáneo. Ese beso, un gesto de compromiso frente a todos los testigos, dejó un eco de incertidumbre en el aire. Mientras los presentes aplaudían y celebraban, Aemma sentía el peso de su elección sobre sus hombros, pero también la persistente mirada de Daemon que no dejaba de inquietar su corazón.

Después de la oficialización de su compromiso, el festín se desplegó majestuosamente en todas las mesas del salón Arryn. Aemma observaba su postre dulce con indiferencia, como si fuera la cosa más insípida del mundo. A pesar de la exquisita presentación y el aroma embriagador que emanaba de los manjares, su mente divagaba en otras direcciones.

El salón Arryn estaba impregnado de un ambiente festivo, con las tenues luces de las antorchas parpadeando en las altas paredes de piedra, y la música en vivo que llenaba el aire con melodías alegres y contagiosas. Las jóvenes damas danzaban grácilmente con sus apuestos acompañantes, llenando el salón con la belleza y la elegancia de sus movimientos.

Aemma no podía evitar sentirse ajena a toda esa alegría y celebración. Su mente estaba llena de pensamientos sobre su compromiso con el príncipe Viserys y la presión que ahora recaía sobre sus hombros. Mientras observaba a las parejas danzando, sus ojos se posaron en Daemon, que parecía igual de distante que ella. Sus miradas se cruzaron por un breve instante, y Aemma pudo ver una chispa de complicidad en los ojos del príncipe Targaryen, como si compartieran un secreto en medio de toda la pompa y circunstancia. Era un momento efímero de entendimiento en medio de un mar de expectativas y obligaciones.

Aemma volvió en sí después de su breve distracción y dirigió su mirada hacia su prometido. El príncipe Viserys estaba inmerso en su plato, saboreando cada bocado con deleite mientras disfrutaba del vino. Con una voz dulce, Aemma se aventuró a romper el silencio entre ellos.

—Mi príncipe, ¿acaso disfruta de la danza? —preguntó con una sonrisa, buscando establecer un vínculo con su futuro esposo.

Viserys dejó con cuidado un trozo de carne de cerdo sobre su plato y tomó una servilleta para limpiar sus manos. Aemma lo observó con atención, esperando una respuesta agradable que pudiera aligerar el ambiente, pero en su lugar, descubrió otro fragmento del carácter de su prometido.

—No disfruto el baile, no soy un buen bailarín —pronunció Viserys con franqueza antes de sumergirse nuevamente en su pequeño festín. La respuesta fue breve, pero reveladora. La expresión indiferente en el rostro del príncipe Targaryen dejaba en claro que no tenía intenciones de prolongar la conversación ni de hacer el más mínimo esfuerzo por agradar a su futura esposa.

Aemma soltó un soplido, su mirada fija en el trozo de pastel que reposaba elegantemente en su plato. La decepción se apoderaba de ella, no tanto porque el príncipe no deseara bailar, sino porque empezaba a comprender que la formación de su relación sería más compleja de lo que había imaginado. Las expectativas que había albergado ahora parecían desmoronarse. Tal vez estaba buscando algo que no estaba dispuesto a dar.

Duty |  𝐀𝐞𝐦𝐦𝐚 𝐀𝐫𝐫𝐲𝐧 𝐲 𝐃𝐚𝐞𝐦𝐨𝐧 𝐓𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora