3. 𝐋𝐚 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐚𝐝

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Al alba, los primeros rayos de sol se filtraban a través de las cortinas de la habitación de Aemma, pintando un suave resplandor dorado en su entorno. La joven se encontraba despierta, sus ojos brillaban con una mezcla de alegría y emoción contenida. Un leve y apenas perceptible rubor coloreaba sus mejillas, evidencia de la vivacidad de sus pensamientos.

Con delicadeza, uno de sus dedos rozaba sus labios, aún sintiendo la suave presión del beso que había compartido con su prometido. El recuerdo del encuentro en la cocina se había convertido en un eco inolvidable en su mente, reviviendo la sensación de sus labios encontrándose por un breve instante.

La habitación de Aemma estaba impregnada de una luz suave y acogedora, iluminando los detalles íntimos de su entorno. Los muebles de madera oscura se destacaban en contraste con las paredes pálidas y adornadas con tapices delicados. Una chimenea apagada se erguía en una esquina, testigo silencioso de las noches de invierno pasadas en su cálido resguardo.

La joven se sentía inquieta pero llena de esperanza, su corazón latía con una energía vibrante. Un rastro de sonrisa curvaba sus labios, revelando el anhelo que se alojaba en su interior. Los pensamientos y las emociones la envolvían como un torbellino, mientras se aferraba a la promesa y la posibilidad de algo diferente a lo que se esperaba de ella.

La luz del amanecer se intensificaba gradualmente, bañando la habitación con una luminosidad dorada que resaltaba cada detalle. La joven Aemma respiraba profundamente, inhalando el aire fresco y lleno de expectativa.

―Veo que ha despertado muy temprano, mi lady ―soltó Elysande entrando a la habitación junto a una criada de cabellos rubios, su tono rebosante de complicidad y curiosidad.

Aemma asintió, devolviéndole la sonrisa, mientras la criada se acercaba y dejaba la bandeja sobre una mesita cercana. Aemma notó el aroma tentador de pan recién horneado y frutas frescas que se desprendía de la bandeja, provocando que su estómago emitiera un suave gruñido de satisfacción.

―Sí, el alba me ha llamado con entusiasmo hoy ―respondió Aemma, levantándose con la ayuda de Elysande y la criada. La joven dama estiró sus brazos y estiró suavemente sus músculos, sintiendo cómo la energía del nuevo día fluía por su cuerpo.

La luz matutina bañaba la habitación, destacando los detalles de la decoración con su resplandor cálido. Los colores suaves y los tejidos elegantes daban a la estancia una sensación de serenidad y calma.

Elysande, con su característica complicidad, ofreció a Aemma un gesto cómplice mientras la criada llenaba un cuenco con agua fresca. Aemma agradeció a la criada por su atención y bebió ansiosamente, sintiendo cómo el líquido refrescante calmaba su sed.

―Debemos preparla, mi lady. Su padre desea verla temprano antes de salir a cabalgar por el arrollo―mencionó Elysande con entusiasmo mientras ayudaba a Aemma a vestirse y arreglarse.

Aemma asintió, emocionada por las perspectivas que se avecinaban. Sabía que el día sería crucial para su destino. Hoy seguramente su padre daría el permiso para que el príncipe Viserys pidiera su mano.

Con el corazón palpitante de emoción, Aemma se encontraba lista y preparada para encontrarse con aquel que creía ser su prometido. Vestida con un delicado vestido color celeste que realzaba su belleza y con los rizos de su cabello peinados en una elegante trenza, caminaba ansiosa junto a Elysande hacia el jardín donde tendría lugar su encuentro.

Mientras avanzaban por los senderos arbolados del jardín, Aemma no podía evitar sentir una mezcla de nerviosismo y anticipación. Cada paso la acercaba más al momento en el que vería al hombre con el que estaba destinada a casarse, y el latir de su corazón se aceleraba en su pecho.

A lo lejos, divisó a su padre junto a un hombre de porte noble y aspecto intrigante. Aemma sintió un escalofrío recorrer su espalda al reconocer en el rostro del hombre una familiaridad que no podía ignorar. Sus ojos se encontraron con los del hombre y, sin poder contenerse, hizo una reverencia y saludó a su majestad, creyendo que estaba frente a su prometido, el príncipe Viserys Targaryen.

Sin embargo, la expresión de confusión en el rostro de su padre la detuvo en seco. Lord Arryn miró a su hija con una mezcla de asombro y comprensión.

―Mi bella hija, déjame decirte que te has equivocado ―declaró Lord Arryn con calma, acercándose a Aemma. ―Las ansias de una próxima boda te han confundido. Permíteme presentarte al príncipe Daemon Targaryen, hermano del príncipe Viserys.

Aemma quedó perpleja, sus ojos se abrieron con sorpresa al comprender la verdad que se ocultaba detrás de aquel encuentro en la cocina. Su mente se llenó de preguntas y dudas mientras asimilaba la nueva información. El rostro del hombre que tenía frente a ella, el príncipe Daemon, adquirió un nuevo significado, desafiando sus expectativas y alterando el rumbo de su destino.

—Permita disculparme en el nombre de mi hermano. Mientras emprendiamos este viaje mi hermano se ha puesto enfermo. Pero gracias a la generosidad de su padre y en el buen anfitrión que es, mi hermano se repone para cumplir su deber y pedir su mano—Soltó Daemon con una sonrisa encantadora en sus labios.
—Es muy amable príncipe. Espero que el príncipe Viserys mejore pronto así mi querida Aemma pondrá una enorme y dichosa sonrisa en su rostro— Pronunció Lord Arryn acariciando la mejilla de su hija con delicadeza. Aemma sólo atinó a sonreír mientras en su cabeza sus pensamientos afloraban como un torbellino de viento.

— Si permite mi atrevimiento, Lady Arryn no necesitará ni ver la sombra de mi hermano para tener una hermosa sonrisa en su rostro.

***

Aemma observaba con detenimiento a Daemon mientras compartían la cena, sus ojos seguían cada uno de sus gestos y recorrían sus facciones con curiosidad. Su mirada penetrante, su actitud coqueta y su fuerza contenida la intrigaban profundamente. Cada vez que su risa resonaba en el aire, un escalofrío recorría el cuerpo de Aemma, evocando las emociones intensas que había experimentado en aquel encuentro clandestino.

Sin embargo, en medio de la fascinación que sentía hacia Daemon, Aemma también se encontraba inmersa en un gran conflicto interno. Había besado a otro hombre, a quien creyó que era su prometido, y eso la agobiaba y la llenaba de culpabilidad. La incertidumbre y la confusión se entrelazaban en su corazón, mientras intentaba conciliar las emociones vividas aquella noche con las responsabilidades y expectativas que pesaban sobre ella.

De repente, los ojos de Daemon se encontraron con los suyos, fijando su mirada en ella de manera intensa y penetrante. Un cosquilleo recorrió el cuerpo de Aemma y se apoderó de sus sentidos, sintiendo una oleada de nerviosismo que amenazaba con hacerla titubear. Su corazón latía con fuerza en su pecho, como si fuera a escaparse en cualquier momento.

Aemma se encontraba en un precipicio emocional, dividida entre el deber y la pasión, entre lo que se esperaba de ella y lo que su corazón anhelaba. Las dudas y los temores se arremolinaban en su mente, mientras luchaba por mantener la compostura frente a aquel hombre que parecía tener el poder de leer sus pensamientos más profundos.

Con cada instante que pasaba, Aemma se adentraba más en la complejidad de sus sentimientos. La presencia de Daemon, su magnetismo y el eco del beso compartido resonaban en su interior, despertando una chispa de rebeldía y anhelo en su ser. En ese momento, comprendió que estaba en una encrucijada y que las decisiones que tomara definirían su destino de una manera irreparable.

Con manos ligeramente temblorosas y una sonrisa nerviosa en los labios, Aemma luchó por mantener la compostura y desviar la mirada de Daemon, desviando su atención hacia el plato frente a ella, pero era demasiado tarde. Daemon Targaryen ya la tenía en la mira.

***
Estoy por terminar el semestre, me quedan solo dos exámenes así que está semana tendrán dos capítulos si todo sale very good:) nos leemosss

Duty |  𝐀𝐞𝐦𝐦𝐚 𝐀𝐫𝐫𝐲𝐧 𝐲 𝐃𝐚𝐞𝐦𝐨𝐧 𝐓𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora