26. «Molon Labe (parte 2)»

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Jake


Cuando todo terminó, nos reunimos en el muelle para regresar. Para nosotros habían pasado varias horas, pero a nuestro regreso, solo habrían transcurrido unos cuántos minutos.

—¿Todo listo? —preguntó Frida.

—Implanté los recuerdos que el Caleb de este tiempo debía vivir —admitió Caleb.

—Bien, es hora de irnos —dijo James.

—Adelántense —les pedí —. Necesito hacer algo antes de irnos.

—Jake, no podemos cambiar nada más —insistió James.

—No lo haré —le prometí —, pero es algo que necesito hacer —insistí —. Por favor.

—No te tardes —dijo Frida —, o nos iremos sin ti.

Asentí y ellos se dirigieron al jardín de los Chamberlain. Saqué mi teléfono celular y marqué el número de Luke. Tardó varios tonos en responder.

—Luke —le dije, nervioso —, soy Jake. Escucha, no tengo mucho tiempo, pero quiero decirte que te extraño —le hice saber —, y papá también. Queremos que vuelvas. Nosotros podremos ayudarte con Lilith.

¿Cómo sabes eso? —preguntó, intrigado.

—Solo lo sé —le dije —. Vuelve a casa, Lukey.

Lo voy a pensar —concedió él y entonces terminé la llamada.

Corrí por el bosque para unirme a los otros en el jardín trasero de los Chamberlain.

—¿Alguien tiene idea de lo que va a pasar ahora que Fiona ha sido enviada a otra dimensión en lugar de Thelonious? —preguntó Frida.

—Ya lo averiguaremos —apuntó James.

—Tendremos qué lidiar con las consecuencias —dijo Caleb —, pero debemos volver ya, o quedaremos atrapados aquí para siempre.

—Tomen sus manos —dijo James y los cuatro nos tomamos de la mano, cerramos los ojos, y nos concentramos en volver al patio trasero de la casa de Caleb.

—Tomen sus manos —dijo James y los cuatro nos tomamos de la mano, cerramos los ojos, y nos concentramos en volver al patio trasero de la casa de Caleb

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Cuando abrimos los ojos, estábamos de vuelta en el patio trasero de la casa de Caleb. Dorothea estaba en el suelo, inconsciente y James se apresuró a auxiliar a su madre. Frida se acercó a ayudar también.

—Mamá —dijo James, preocupado.

—Creo que solo está desmayada —apuntó Frida.

Caleb y yo nos acercamos a ellos.

—Deberíamos llevarla adentro para que esté más cómoda —dijo Caleb y él y yo nos acercamos para ayudar a James a llevarla al interior de la casa.

Recostamos a Dorothea en uno de los sillones con cuidado.

—¿Dónde están los demás? —preguntó James —¿Por qué dejarían sola a mi madre? Se supone que alguien le ayudaría a cuidar el hechizo.

Los Hijos de Ipswich y los cazadores de brujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora