Capítulo 6

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Dos días después...


Ester pov.


El sol entraba por mi ventana cuando nana entro a mi habitación para despertarme como cada día desde que volví.


— Buenos días nana — me siento en la orilla de mi cama.


— Buenos días mi niña — me sonríe. — ¿Cómo durmió? — acomoda mi habitación cuando me levanto para hacer mi rutina mañanera.


— Bien nana, ¿Usted? — pregunto interesada.


— Mejor, _______ me ha ayudado demasiado estos días, así que pude descansar un poco más — giro la cabeza interesada, pero solo veo a nana tendiendo mi cama.


— Vaya, estás muy radiante hoy — le digo divertida. Me adentro al baño para preparar la tina.


— Como no estarlo si mi hija ha vuelto después de seis años — alzo una ceja.Tenía entendido que sus estudios durarían como máximo 4 años.


— Me alegro por ti, nana — le sonrío.


Me meto en la tina una vez ya lista, mis músculos se relajan con lo tibia que está.— Mi niña ya me voy, iré a preparar el desayuno — escucho que dice nana, pero solo le hago un ruido con la garganta y escucho la puerta de mi habitación cerrarse.


Mi mente divaga en mis recuerdos y los sentimientos de odio, rencor y venganza vuelven a mí. Pero uno en específico no me causa eso, por qué el recuerdo de _______ mirándome fijamente ayer en la noche, ni siquiera se que me causa, tal vez repugnancia, no por ella, sino por sus obvios sentimientos por mí.


Claro que sabía de sus sentimientos hacia mí, siempre lo he sabido, simplemente no me interesó nada de ella y no fue muy valiente como para decírmelo o demostrarme por eso no me fijé en ella.


Veamos cuanto has cambiado ______ o si sigues siendo la misma cobarde que antes.Lástima que ya no creo en el amor.


________ pov.


Me he estado despertado más temprano de lo común, pero valía la pena ya que mi madre puede descansar un poco más.


Se suponía que el día de hoy llegaba mi equipo para empezar a recuperar los árboles dañados ilegalmente en las tierras de los expósito.


— Buenos días querida cuñada — Esteban llega como si nada pasando su brazo a través de mis hombros.


— Buenos días Esteban — lo saludo. — Si tu hermana te escucha diciéndome así te colgará — nos reímos.


— Tranquila que ella no lo escuchará — niego con la cabeza.


— ¿Qué no voy a escuchar? — a los dos se nos congela la sangre al escuchar su voz a nuestras espaldas.

Tierra prohibida (Ester Expósito y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora