O2

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Un mes. No había transcurrido más de un mes desde que comenzaron las clases y ya Samantha había demostrado un punto.

Bueno, dos.

Primero. Ella era, junto con varios chicos, eran el objetivo de las burlas en el salón y segundo, Abril y sus amigas si eran unas idiotas.

Siempre la fastidiaban. No todo el tiempo era la de mechas quién lo hacía, pero si sus amigas y Abril sólo se reían de Samantha.

Rocio, aunque nunca se hubieran metido con ella por su gran carácter, siempre permanecía con Samantha y Vicky para que así no las molestasen más de lo debido.

Vicky. Era una chica que Samantha había conocido en el baño, cuando termino embarrada de sopa. Un chico le había jugado una broma a la hora del almuerzo.

Rocío faltó ese día a clases y por esa razón estaba sola, o eso pensó, hasta que escuchó unos débiles sollozos provenientes del baño y descubrió, a una castaña sentada en el piso.

Se colocó junto a ella. También tenía el cabello mojado y permanecieron en silencio, hasta que Samantha habló.

— ¿Qué te hicieron?

— Metieron mi cabeza al inodoro —Le sorprendió, ya que las chicas de su salón eran malas pero no llegaba a tales extremos—. Fueron los de quinto grado —Aclaró, al ver la mirada horrorizada de Samantha.

Ella suspiró, pensando estúpidamente que Abril era mala pero tampoco tanto. Se regañó mentalmente al pensar en ella. ¿Pero qué le sucedía?

— Oh, ya veo.

— ¿Tú? —Le preguntó, detallando su camisa manchada de un líquido espeso.

— Sopa de champiñones —Arrugó la nariz y después olfateó la tela—. Lo peor es que odio los champiñones —La chica soltó una risa débil— ¿Cómo te llamas?

— Ana Victoria Palacios, pero puedes llamarme Vicky ¿Y tú? —Preguntó, estrechando su mano.

— Samantha Rivera, pero dime Samantha.

Eso fue hacia unas dos semanas atrás y las chicas de inmediato hicieron clic. Le presentó a su compañera y ahora las tres eran un trío de amigas inseparables.

Si alguien intentaba molestarlas, salía Rocio a su defensa e incluso dejaba en ridículo al mismo abusivo. Por ello Samantha y Vicky la adoraban.

Pero hoy, sus dos amigas se encontraban en clase de artes mientras ella en historia.

Se hallaba guardando unos libros en su casillero cuando observó una libreta rosa en el piso. La recogió y pensó que era similar a la de Abril. Ella sabía que era estúpido pero, siempre que la castaña estaba cerca de ella, Samantha no podía evitar mirarla.

Por esa simple razón podría asegurar que esa libreta debía pertenecer a Abril Garza, la cargaba con ella casi todo el tiempo.

Escuchó unos pasos apresurados por el pasillo, acercándose, y una voz hablándole.

— ¡Oye, eso es mío! —Reconoció la voz de la castaña y se volvió para mirarla. Allí estaba frente a ella y pasaba sus ojos de la libreta al rostro de Samantha—. Devuélvemela —Pidió, muy autoritaria.

A Samantha le molestó un poco su tono de voz, pero prefirió no hacerla enojar. Verá dios que le hacían ella y sus amigas si no se lo entregaba.

Al recibirlo, Abril lo abrazó contra su pecho y suspiró aliviada. Después clavó sus ojos cafés en Samantha, muy severamente.

— ¿Qué hacías con el? —Preguntó de forma acusatoria y Samantha arqueó una ceja.

— ¿Yo? Nada. Sólo lo encontré en el suelo —Dijo, observando con irritación sus ojos cafés, le fascinaba saber que la ponían nerviosa.

𝕽𝖎𝖛𝖆𝖑𝖊𝖘 ➻ 𝚁𝚒𝚟𝚊𝚛𝚒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora