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Ya estaba acabando la primera semana de clases, era viernes, y Samantha debía admitir que había sido agotadora. Muchos proyectos y trabajos en equipo, por suerte estaba con sus amigos en la mayoría de ellos.

Germán, por ser un chico atractivo, había traído la atención de varias chicas y siempre lo buscaban. Samantha sonreía al ver lo bien que se había adaptado. La única que no parecía feliz era su hermana, Elizabeth. Era una celosa de primera, decía que si su hermano se echaba de novio la iba a olvidar completamente a ella y nunca más tendrían una noche de videojuegos, pero Germán le aseguraba que no sería así.

Lo importante es que esa misma tarde era la tan famosa audición para el equipo de animadoras y casualmente, luego de haber escuchado a Millaray hablar de ese tema, Elizabeth había decidido entrar también. Y ellas como buenas amigas debían estar allí para apoyarla, el pobre Germán había sido arrastrado a la tortura.

Las gradas estaban casi vacías, había algunos chicos riendo, pero estaban en una esquina apartada. Ya que todos los chicos populares estaban vistiendo el uniforme deportivo de fútbol americano o el traje de porrista. También eran las pruebas para entrar al equipo de fútbol.

Estaban todos los chicos (que para disgusto de Samantha y sus amigas, eran atractivos) entrando al campo de fútbol. Habían franjas blancas pintadas en el césped y los arcos característicos a los dos extremos de la cancha.

Ellas estaban sentadas en las primeras filas. Rocío hablaba con los chicos, mientras Samantha la miraba conversar tranquila. Estaba nerviosa, no sabía por qué, ya que por suerte Elizabeth lograba caerle bien a todo el mundo, así que cualquiera que no fuera parte del grupo de Abril, no le dejarían en ridículo. Intentó calmarse, debía hacerlo, pero justo cuando comenzaba a hacerlo las chicas salieron de los vestuarios, emocionadas, mientras agitaban los pompones azules.

El problema no era el uniforme, el cual era una camiseta blanca y azul manga larga que llevaba las insignias del colegio grabadas en dorado, o la falda cortísima azul que ondeaba de un lado a otro. El problema era quien lo usaba y Samantha casi se queda sin corazón al ver a Abril. Su cabello castaño brillaba con el sol de un color más claro y estaba sujeto en una cola, mientras el uniforme se moldeaba a su cuerpo, resaltando las curvas de la cadera de la castaña, y la falda (si es que podía considerarse una prenda de vestir) dejaba ver sus piernas blancas y perfectas.

Samantha ni se molestó en disimular, observaba fijamente a la castaña mientras ella hablaba con sus amigas en el campo. Elizabeth las saludó, también lucía bien con el traje, pero ni Vicky o Samantha lo notaron del todo, ya que estaban concentradas en las dos chicas. Millaray vestía igual que Abril y hablaba animadamente, colocando las manos en sus caderas. Rocío seguía sorprendida de que Vicky no se hubiese desmayado.

— ¡Chicas! —les llamó la atención y a puras penas sus dos mejores amigas lograron mirarla—. Estamos aquí por Elizabeth, ¿Lo recuerdan?

Samantha cabeceó como idiota, el aire no le llegaba a los pulmones. En cambio Vicky escondió el rostro en sus manos y comenzó a bufar, fastidiada. Justo la castaña eligió el momento para mirar arriba. Observaba las gradas con desesperación, como si estuviera buscando a alguien, hasta que su mirada se posó en los profundos ojos cafés de Samantha. Abril intentó actuar indiferente y le sonrió hipócritamente mientras Samantha echaba humo, esa niñita se estaba burlando de ella y estaba dejando que lo haga. Idiota, idiota.

— ¡A sus posiciones! —gritó la entrenadora y las animadoras comenzaron a formar un grupo.

Los chicos, en la cancha, se organizaron en fila y comenzaron a jugar amistoso, pero daban la vida por anotar un punto. Era muy interesante, aunque Samantha quisiera seguir el ritmo al juego, cada tanto se distraía con el baile que hacía Abril junto a las otras chicas. Alzaban los brazos y piernas, algunas daban vueltas y otras hacían estrellas mientras cantaban.

𝕽𝖎𝖛𝖆𝖑𝖊𝖘 ➻ 𝚁𝚒𝚟𝚊𝚛𝚒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora