1O

1.1K 117 11
                                    

Al fin era jueves, eso quería decir que faltaba un día para el viernes y pronto el tan anhelado fin de semana. Samantha se encontraba un poco más feliz, dd alguna forma. Últimamente sentía una ventaja sobre Abril, y era molestarla.

Seguía sin comprender por qué la castaña terminaba rabiando, pero cada vez que Samantha le hablaba lindo a una chica o era muy coqueta con un chico, Abril la miraba como si fuera a jalarla por los pelos.

Hoy en la mañana, en el laboratorio de biología, había sido alucinante, bueno no del todo, ya que terminó con un encéfalo de vaca en su cabello.

Ella tenía de compañera de mesa a Patricia, la única chica linda de su clase. Nunca habían hablado mucho pero hoy decidió ser muy encantadora con ella y, extrañamente, la chica le habló muy animadamente. Recuerda aún cuando dijo un comentario sobre sus ojos y la chica se sonrojó. Samantha se felicitaba interiormente, no sabía que tuviera algún tipo de talento para coquetear y menos con las chicas.

Miró divertida como en toda la clase Abril cortaba el encéfalo prácticamente clavando en cuchillo en la tabla mientras observaba a Patty, luego la fulminó con la mirada a ella y Samantha prefirió mantenerse alejada. Había sido el colmo cuando Patty, con más confianza, había dejado un beso en la comisura de los labios de Samantha, al despedirse. Antes de que pudiera hacer algo, Samantha sintió un objeto pegajoso en su cabello. Era un tentáculo del animal que acababan de disecar y Patty también tenía varios pedazos.

Abril estaba riendo con sus amigos e hizo una cara de "Yo no fui" tan falsa, que por esa razón Samantha no dijo nada. Pero igual seguía feliz, porque al salir y limpiarse, cuando volvió se encontró con que Patty estaba hablando con una amiga suya a lo lejos y Abril debía de ser quién ayudara a la mayor.

Le pareció perfecto, duró una hora entera escuchando los insultos de la castaña cuando ella se equivocaba y también cómo rodaba sus ojos, sus hermosos ojos. El problema era que después de aquella burbuja, cayó en la cuenta de todo ¿Qué coño estaba haciendo?

No intentaba llamar la atención de ella, sólo que le gustaba fastidiar a Abril porque era muy perra con sus amigos. Si, si, debía de ser la razón. O eso mismo se dijo mientras iba al salón, para su sorpresa no encontró a ninguna de sus amigas ¿Donde podrían estar?

Intentó ir por los pasillos, buscándolas, y decidió ver en el campo de fútbol. Las tres estaban allí, observando a los chicos entrenar y todos, incluso Juan, lucían bien con el uniforme azul y el casco. Vicky comía unas papas de una bolsa mientras sus piernas estaban estiradas hacía adelante, Rocío y Elizabeth charlaban distraídamente de temas triviales.

— No sabía que iban a estar aquí —Dijo sentándose junto a Elizabeth y observándolas.

— Claro, se supone que hoy dan los resultados. Todos debemos estar aquí y ustedes, que son mis fieles amigas, también —Dijo la ojiverde, encogiendo los hombros. Después se acercó un poco más, susurrando—. Además, creo que tengo un flechazo por el defensa.

Se refería al chico de cabello oscuro y ojos cafés, ese era Lucas. Samantha aún lo recordaba, ya que fue él quien una vez el año pasado tomó una foto cuando estaba bañada de pintura, obviamente por una broma de Abril.

— ¿Lucas? Es un idiota —Afirmó la chica y hizo una mueca.

— Tú también te fijas en la castaña idiota y yo no te digo nada. Gustos son gustos, querida —Dijo cruzándose de brazos y mirando divertida a su amiga, que tenía un rubor delatándola en las mejillas.

— Yo no me he fijado en nadie —Rebatió Samantha, muy a la defensiva, y Rocío se rió en su cara.

— Oh, para nada, chica babeo por la castaña en uniforme, lo dejaste bien claro —Robó una papa de la bolsa de Vicky y esta se quejó.

— Ustedes imaginan cosas donde no las hay —Rodó los ojos y fue hasta sentarse junto a Vicky, mientras Elizabeth negaba con la cabeza.

— Sólo recuerda que es una perra y siempre será una perra, Samantha. Es su naturaleza —Recordó Rocío, pero su amiga la ignoró, Samantha podía ser muy cabezota.

— Una gran zorra, al igual que Millaray —Murmuró para ella misma, pero casi de inmediato su amiga castaña giró para encararla.

— Millaray no es una zorra —La defendió Vicky y todas la observaron como si hubiera enloquecido. Un poco más consciente de sus palabras, intentó arreglarlo—. Bueno... no lo es tanto.

— ¿Estamos hablando de la misma Millaray? La que siempre se burla de tí, la que nos hace maldades y cada vez que sonríe ahuyenta a un pájaro ¿Esa Millaray? —Preguntó Rocío, abriendo los ojos con horror, su amiga no podía estar hablando enserio.

— Su... sonrisa no es tan fea —Vicky se cubrió el rostro con las manos y agitó la cabeza—. Ignórenme, chicas. Hoy estoy un poco tonta.

Al poco rato comenzaron a llegar las chicas por los resultados de la audición. Elizabeth tuvo que bajar hasta el campo para poder escuchar mientras sus amigas la esperaban en las gradas.

En realidad, Samantha había estado muy distraída tumbada en las gradas y mirando el cielo, tanto que no se percató de la gran entrada que hizo Abril con sus amigas como las reinas del lugar.

Pero, aunque no supiera que ella estaba allí, Samantha seguía pensando en ella. Sus ojos cafés claro que la traían loca, la forma en la que arrugaba la nariz, como mordía sus dedos cuando estaba nerviosa o aburrida.

Se maldecía por saber tanto acerca de aquella chica engreída, incluso aún peor recordaba que había escuchado mencionar que su serie favorita era Pretty Little Liars. En las vacaciones, sin entender el por qué, se había visto las primeras temporadas. La serie era bastante buena, pero le molestaba el hecho de que la hubiera visto sólo por ella. Estúpida, estúpida.

— ¡Samantha! —Escuchó que una de sus amigas le gritaba algo.

No le dio tiempo ni de observar a su amiga cuando sintió algo estrellándose contra su cabeza, era un balón de fútbol, y prácticamente la punta se le había clavado en la cien. Samantha comenzó a ver rojo mientras sentía el dolor recorrerle toda la cabeza, sus ojos no enfocaban y veía puntos negros en su campo de visión. Intentó levantarse, pero cayó de rodillas en una de las gradas y sintió como una de sus amigas, seguramente Vicky, la tomaba por los hombros. Sólo fue capaz de ver una piel clara acercándose, antes de caer inconsciente.

Dormía y desgraciadamente, al igual que varios meses, estaba soñando con Abril. Sus ojos cafés mirándola con cariño y ellas dos saliendo, simplemente como si fueran amigas de toda la vida, pero siempre despertaba cuando ella se comenzaba a acercar a Abril.

Samantha despertó, respirando pesadamente, y al levantarse de inmediato sintió una punzada en la cabeza, perdió el equilibrio y cayó rendida en el colchón. Estaba en un cuarto limpio y ordenado, había un pequeño armario metálico y un bebedero. Era la enfermería, ahora que la rubia lograba recordar, le habían lanzado un balón. Seguro se trataría que en uno de los pases, alguien había apuntado mal y bueno, le había dado a ella. En ese mismo instante, una señora de piel oscura y ojos dulces, entró al cuarto. Llevaba una bata y un pequeño cartel de identificación en ella.

— Al fin despiertas, jovencita. Tenías a todo el mundo preocupado —Dijo colocando una bolsa de hielo en su cabeza, Samantha la sostuvo.

— ¿Cuánto tiempo llevo inconsciente? —Preguntó, confundida, aún le quedaban las clases de la tarde.

— Casi todo el día, faltaste a muchas clases y su mejor amiga tuvo que irse, antes de que el director la retara —Respondió, sonriendo.

— ¿Mejor amiga? ¿Ella se quedó aquí, conmigo? —Preguntó, sin saber si se refería a Rocío, Vicky o Elizabeth, ya que las tres eran sus mejores amigas.

— Sí. La chica parecía muy preocupada y se notaba que la quiere mucho, pero tuvo que irse porque ya estaba perdiendo muchas clases —Le dió un analgésico y un vaso de agua, Samantha no lo dudó y tomó la pastilla.

Se sentía feliz, ya que tenía unas amigas tan increíbles. Esperaba no haberse perdido mucho y después recordó donde estaba aquel momento exacto, cuando le pegó el balón. Casi todo el grupito de Abril la había visto hacer el ridículo, seguro cuando viera a la castaña está se burlaría de ella durante todo lo que quedaba de año. Enterró el rostro en la almohada y suspiró. Aún no podía creer que estaba soñando con Abril, pero esa era la cruda realidad de Samantha. Y tendría que comenzar a acostumbrarse a ella.

𝕽𝖎𝖛𝖆𝖑𝖊𝖘 ➻ 𝚁𝚒𝚟𝚊𝚛𝚒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora