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En estos momentos Samantha podría decir que estaba feliz. Era el primer día en toda la semana que estaba tranquila con sus amigas, esperando entrar al cine.

Los días anteriores las tres, especialmente ella y Vicky, habían sido atormentadas por las chicas del instituto. Se podría decir que era una venganza por lo de la última vez pero esas chicas eran muy resentidas, demasiado.

La mayor parte de sus recesos terminaban en el baño o comiendo detrás del edificio.

Por fin hoy era sábado y tenían un poco de paz, o al menos sus dos amigas, ya que Samantha no podía quitarse de la cabeza a una egocéntrica chica de ojos cafés claro. Especialmente está semana tuvo una actitud muy irritante.

En los pasillos de la escuela siempre se burlaban de ella y en la biblioteca, a pesar de que habían pasado días, no se acercó a hablarle ni una sola vez y además, ahora estudiaba mirando hacia la ventana y dándole la espalda. Ella se convencía a si misma que el cambio de actitud en Abril era simplemente porque quería ganar popularidad. Debido a que era imposible que fuera por ella, y más porque no había hecho nada que enfadara a la castaña.

También decidió ignorarla y disfrutó de la película con sus amigas. Ella y Vicky suspiraba cada vez que aparecía Tobías, mientras Rocío solo hacia muecas y ponía los ojos en blanco.

Era el amor platónico de Vicky. A Samantha le parecía atractivo pero realmente su amor literario era y siempre sería Percy Jackson.

Si ese chico fuese real, hace años que lo hubiera despojado. Tomando en cuenta que era tan sólo una niña de catorce años aunque dentro de un mes, después de acabar las clases, cumpliría los quince.

Todo se fue al garete, al salir de la sala de cine.

— Chicas ¿Quieren ir al baño? —Preguntó Rocío, sorbiendo el refresco por la pajilla.

— No, ¿Y tú? —Le preguntó Samantha, divertida al ver a su amiga asentir frenéticamente—. Pues claro, si te tomaste los tres vasos.

— Las palomitas me dejaron sedienta —Dijo botando el pote en una papelera, después comenzó a balancearse sobre sus talones mientras les decía—: Ya vuelvo, iré a depositar.

Eso logró que Vicky hiciera una mueca y riera seguidamente.

Samantha estiró sus brazos, en verdad tenía frío, a pesar de que llevaba una chaqueta encima, la rubia sonrió al escuchar lo que dijo Rocío. Ella y sus comentarios eran peor que la propia Samantha. Se podría decir que Vicky era la más inocente del grupo aunque ella a veces no se quedaba atrás.

— Oh, mierda —Murmuró Vicky mientras sus mejillas se encendían, debía de ser grave ya que eran pocas las veces en las que su amiga maldecía— Son ellas —Le susurró a Samantha acercándose, observaba hacia un punto frente a ellas.

La rubia intentó buscar a quién se refería y observó con horror que allí estaba el grupito del colegio.

Obviamente reconoció a Abril primero (claro que lo primero que pensó era que estaba hermosa y el corazón comenzó a latirle con fuerza, era muy imbécil la niña).

Después logró ver a Juan (uno de los chicos que las fastidiaban en el colegio), a Diego y obviamente a Alana y Millaray.

Intentó parecer segura, para así no preocupar a su amiga, pero no pudo evitar sentir miedo. Sólo esperaba que ellos aún no las hubieran visto.

— Descuida, Vicky. Ellas... —No pudo terminar de hablar ya que su amiga no la escuchaba.

Sus ojos cafés estaban clavados en la de mechas, que en estos momentos reía por algo que había comentado Alana. Vicky parecía realmente hipnotizada mirándola, y Samantha tuvo que sacudirla por el hombro para que volviera su atención a ella.

𝕽𝖎𝖛𝖆𝖑𝖊𝖘 ➻ 𝚁𝚒𝚟𝚊𝚛𝚒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora