Mina reía al sentir la tibia agua entre sus dedos, la corriente tranquila le daba tanta paz que no había podido evitar danzar en el borde costero apenas tuvieron el permiso de ser libres. Lo que más le encantaba de las islas rodeadas de arrecifes era la calma que les rodeaba, el agua casi siempre era tan clara como un cristal, los peces eran tranquilos, incluso la arena era suave y blanca.
Se sentía en un paraíso donde el sol acariciaba suavemente su piel bronceada dándole todo su cariño.
Como siempre lo había hecho desde que era niña.
Su vestido bailaba con el viento, un poco mojado, un poco sucio por igual, pero inesperadamente brillante, lleno de flores amarillas ya que ahora no podía permitirse las moradas ni verdes, era casi como un mini sol que hacía a los demás sonreír.
¿Qué tipo de peces habrían? Quizás si nadaba un poco más adentro podría verlos, era fácil notar el cambio de color en el mar que producían los arrecifes, ¿Acaso habrían tortugas? ¡Quería verlas! Recuerda la última vez que una tortuga le llevó en su lomo cuando era pequeña y--
ー¡Capitán! ー
Todos sus pensamientos se fueron cortados cuando el tan bien llamado capitán pasó por su lado solo con su pantalón huyendo de su médico con una sonrisa tan amplia que había olvidado un poco como se veía al haber tenido tan malos tiempos.
Escuchó el chapoteo segundos después perdiendo su figura en el agua que parecía querer ocultarlo.
Soltó una pequeña risa antes de sacarse el vestido por la cabeza y correr detrás de su capitán, estaba seguro que nadie más lo entendería, nadie entendería la necesidad de sentir las corrientes en tu piel, de ver como las criaturas marinas te dan la bienvenida, como era sentirse en casa en agua, siendo libres.
Poco más adelante estaba Bakugō quien parecía hablar con una tortuga que lo rodeaba en círculos. Aún bajo el agua se sonrió, sus pulmones no eran tan buenos como los de él pero podía ir a su lado, no tenía que luchar y eso le gustaba de esos lugares, le gustaba sentir como su propio pelo le acariciaba el rostro al bailar al ritmo de Calipso.
Cuando se acercó lo suficiente le tocó suavemente el hombro aunque sabe bien que ya había notado su presencia hace un rato.
Bakugō giró un poco la cabeza para verla y nuevamente vio a la tortuga que comenzaba a alejarse hacia el fondo, bajo una seña ambos decidieron seguirla, ambos nadaron disfrutando el agua acariciar entre sus dedos, disfrutaron los ligeros cambios de temperatura que atravesaban sus dedos, incluso disfrutaron las caricias de los peces que curiosos se acercaban a ellos a ver.
La tortuga llegó al fondo, justo detrás de un arrecife donde pronto vieron a una pequeña tortuga atrapada y sin poder salir. Sin dudarlo Bakugō avanzó más rápido, más fuerte, incluso fue tanto el cambio de velocidad que la dejó atrás, pero Ashido, demasiado acostumbrada a su capitán solo siguió nadando a su ritmo hasta llegar a su lado.
Bakugō sin duda ni temor estaba sujetando a la tortuga entre las ramas del arrecife, le apretó las aletas contra el cuerpo y poco a poco la fue girando hasta poder sacarla sin hacerle daño ni al arrecife ni al animal en sin.
Aún después de liberarla de su prisión no la dejó libre, no sabía cuánto tiempo llevaba atrapada ahí por lo que no sabía cuánto aire había aún en sus pulmones, no podía simplemente dejarla así.
Bakugō le hizo un gesto con la cabeza a Mina y así ambos comenzaron a subir a la superficie, no era un camino demasiado largo para un par de humanos, pero para una tortuguita del tamaño de un puñal las cosas eran muy diferentes.
Poco después ambos tomaron una bocanada de aire, su barco se veía un poco lejos así que supieron que se estaban alejando de la costa, debían tener cuidado, más aún porque Sero los miraba enojados desde la costa, no podía verlo bien pero estaba seguro que esa figura larga y de cabello negro los miraba enojados.
Pronto Bakugō dejó ir a la tortuga que después de darse una vuelta alrededor de ellos se alejó lentamente.
ー¿Cómo supiste que la tortuga grande necesitaba ayuda, cap? ー
Preguntó Mina al descansar sobre su espalda, le encantaba flotar y al parecer su capitán también necesitaba un pequeño descanso.
ーSus ojos me lo dijeron ー
Respondió Bakugō observando el agua, no sabe porqué pero eso hizo que Ashido se pusiera en alerta, incluso dejó de flotar de espaldas y trató de observar lo mismo que veía su capitán pero no veía nada más que corales. Que estuvieran ahí no ayudaba a que el agua se volviera calma y dejara ver.
ー¿Capitán, estamos en peligro? ー
Preguntó Ashido buscando entre su sostén su daga, pero Bakugō le sostuvo de la muñeca y le detuvo.
ーNo, pero es mejor que salgamos del agua, hay un delfín blanco, no son muy amigables, y no logro ver dónde mierda se metió ー
Ashido asintió comenzando a nadar de nuevo a la orilla, decidió no mirar atrás porque su capitán iba cuidando su espalda, hace un rato que sentía esa sensación de peligro, ¿Realmente era un simple delfil el que la tenía tan asustada? Fuera lo que fuera, sabía que su capitán le había impedido matarlo, así que más intrigada estaba, pero por ahora era mejor volver a la costa como le habían dicho, además, comenzaba a tener hambre, luego podía ir de nuevo a ver, luego podía investigar si realmente era un solo delfil o algo peor lo que los acechaba.