Diario del navegante: día 32
Hemos decidido quedarnos unos días en una nueva isla que hemos encontrado, al estar rodeada de arrecifes es bastante segura y apacible, según lo que contaron los ancianos a Mina, los ingleses no son muy comunes en estas aguas, le tienen miedo a cierto dios que no saben ni su nombre.
Puedo asegurar que hacen bien.
Hoy decidí nadar a pesar que mi médico no lo recomendó, las heridas en mi espalda dejaron de supurar y comenzaron a sanar, es extraño pero puedo asegurar que están unidas a algo más, casi como si me hubieran maldecido, de nuevo.
Nadando en el arrecife una tortuga se quedó atrapada, por suerte pudo ser rescatada a tiempo y subir a la superficie.
Al parecer hay un invitado entre nosotros, o quizás, ¿Serán dos? El color de su cola es diferente, y la sensación al mirarle también, quizás deba intentar hablarle a Calipso, sé que no son sus aguas pero podría ser de ayuda para averiguar qué es aquello que nos lleva siguiendo desde el día que caí al agua.
Bakugō guardó su diario en el cajón de su comoda después de cerrarlo, sentía que la entrada era ridícula pero de la misma forma sentía que si no escribía de esa forma algo iría mal, como si no se sintiera real, como si nunca despertó de caer al mar.
Sigue pensando en ese día, su espalda sigue doliendo al apoyarse en su vieja silla, sigue pensando en cómo saltó, sigue pensando en el milagro que el barco no se moviera por las olas mientras caía al agua y así no golpear nada, sigue pensando que se ahogó, sus pulmones tenían agua, era imposible para él salir a flote vivo, el mar estaba sumamente enojado ese día, quizás demasiado celoso de la fiesta a la luz de luna que estaban teniendo, o quizás simplemente estaba de mal humor y ya, pero aún así le protegió, aún así lo devolvió a su barco sin costar la vida de ni uno de los suyos.
Irónico.
Ahora, a diferencia del principio, la vida de aquellos que consideraba familia era mucho más importante, tanto que prometió su vida a cambio de proteger todas las de ellos, porque sabe que su alma es algo interesante para los dioses.
Aunque no conoce el motivo de ello aún.
Unos pasos animados le trajeron de vuelta a su realidad, su mirada se fue inmediato a su puerta donde el animado Denki estaba interrumpiendo sin tocar, como siempre.
ー¡Capitán! Kirishima cazó un jabalí, ¡Podemos comer carne! ー
Carne, bendita carne, cómo le encantaba.
Se levantó de su silla sin dudarlo.
Sus ojos son motivo alguno se devolvieron a su comoda donde había guardado su diario notando recién algo que sin querer había querido ignorar.
ーKaminari ー llamó.
ー ¿Señor? ー
ー¿Qué me estás ocultando? ー
La mirada tranquila pero severa de Bakugō se dirigió a los ojos temerosos de Kaminari, casi como si pudiera leer su alma Kaminari retrocedió asustado cayendo en la cama sentado al golpear la parte de atrás de sus rodillas.
Solo fue una intuición, pero al parecer ella estaba en lo correcto, el miedo en los rasgos de Kaminari no se pudo ocultar tras la sonrisa nerviosa.
Había algo que le ocultaba, o había intentado hacer mejor dicho.
Bakugō vio como la manzana de Adam de Kaminari se movió al tragar saliva, los nervios se mostraron como gotas de sudor sobre la piel bronceada ligeramente sucia del mocoso que había aceptado, un ligero temblor atravesó la quijada de Kaminari marcando la línea de su mandíbula al tensar el músculo, un movimiento lento y temeroso antes de poder modular.
Modulación que terminó en un balbuceo sin sentido alguno para cualquiera pero con mucho sentido para ese capitán.
Kaminari rehusó la mirada, sus ojos estaban clavados en el piso de madera que contaba historias que él no lograba leer, contaba cómo ese sujeto frente a él tenía el poder absoluto en ese barco de hacer y deshacer y si seguía escondiendo lo que pensaba estaba seguro que sería uno de los que deshaciera.
ーTengo miedo capitán ー
Aceptó en voz baja, si no fuera porque Calipso decidió guardar silencio no se hubiera escuchado.
ー¿De qué tienes miedo, Denki? ー
Kaminari temió, la amabilidad no era un rasgo que Bakugō expresara fácilmente, sabía bien que no había ser más amable que él en la tierra, pero jamás lo mostraba de frente, jamás lo miraba con ternura, jamás le miró con compasión, y quizás por eso, es que tenía tanto miedo, como notó cierta compasión en esa mirada roja que le dio.
ーD-De usted, señor ー
Bakugō no cambió su expresión, es más, parecía que no escuchó lo que dijo por lo que Kaminari decidió seguir hablando.
ーTemo que usted no volvió de aquel día donde saltó al mar, temo que vea algo que nosotros no veamos y se lo lleve, porque, aunque no lo veo, aunque no lo escucho ni huelo, puedo sentir que hay algo más allá de su amada Calipso que lo quiere, que le sigue y que quiere nuestras cabezas para llevarlo a usted con ella, señor, temo que su espalda no sane y muera, señor, por favor, no nos abandone, por favor, no me abandone ー
La voz de Kaminari no tembló, ni siquiera reflejó el temor que sentía, tal como un ruego del alma sus palabras salieron con sinceridad, casi como una caricia al alma que no poseía Bakugō al entregársela a Calipso en su tiempo.
Quiso reír, quiso burlarse, pero las palabras de Kaminari estaban cargadas de verdad, estaban llenas de una verdad que no podía negar ni ocultar, solo le quedaba aceptarla.
ーNo voy a morir ー
Aseguró con más fuerza que cualquier humano podía decirlo, sus palabras jamás son mentiras, y quizás por eso, Kaminari sintió más miedo aún.
ーVolví ーConfirmó al volver a sentarse en su silla ー también llegué a pensar que no, pero lo hice, me lo has confirmado, si no, ¿Qué clase de sueño de mierda tendría al verte lloriqueando? Si me hubieran llevado, no me mostrarían miserias ー
Kaminari sonrió entre mocos, sin poder evitarlo había comenzado a llorar, estaba aliviado, se sentía bien saber que aquel a quién le debía su vida seguía ahí.
ーY no nos quiere muertos, no sé qué quiere, pero muertos no es ー
ー¿Sabe lo que es? ー
ーNo, aún no ー
Kaminari asintió antes de limpiarse la cara con la ropa sucia que cubría su torso, no fue una muy buena idea porque ahora estaba más sucio con hollín y Poseidón sabrá qué.
ー¡Capitán! Tenemos que ir a comer antes de que se coman todo ー
Animó Kaminari al ponerse en pie de un salto, y aunque más lento, Bakugō le siguió, necesita salir un poco de su línea de pensamiento, al saber que todo era real, ahora debía pensar un plan de contraataque, porque nadie podría vencerlo, humano o no, divino o no, ni un bastardo podría superarlo.