Bakugō había vuelto a la cama por indicación de Sero hace un par de horas. El libro que comenzó con uno ahora se había convertido en unos seís, las hojas individuales con textos que Sero no lograba entender se habían convertido en un cobertor más en la cama del capitán.
Habían descubierto demasiado de esas aguas.
Gracias a la gran colección de libros que Bakugō tomaba de las islas que visitaba se dieron cuenta que se habían metido a una corriente que en ningún mapa existía, los relatos más antiguos cuentan que un dios gobernaba esos mares haciendo que incluso Calipso retrocediera de ellos, el dios era despiadado y malvado, le gustaba ver a todos que los que iban a sus dominios sufrir hasta que se lanzaban al agua donde en su gran mayoría eran devorados.
Pero de ahí a más no había nada, solo cuentos que se encontraban en idiomas extraños que aún no lograban descifrar.
ーCapitán, tiene que descansar ー
Sero ofreció un café a cada uno de ellos para que se distrajera un poco. Con ayuda de Shinsō Bakugō había logrado descubrir casi por completo lo escrito en la hoja del libro de los muertos como habían decidido llamarlos.
Y por lo que entendieron, no había probabilidades de que alguno de ellos se volviera un no muerto.
ーQuiero entender más ー
Como siempre Bakugō replicó sus palabras, era un terco de primera, quizás por eso era que era un pirata, después de todo no hay pirata más puro que aquel que busca más allá de lo que los demás le dejan saber.
ーCapitán, no creo que sea buena idea hacer enojar a Sero después de que se quedó toda una noche cociendo su espalda con aguja e hilo ー
Bakugō cerró con molestia el libro que tenía en sus manos ante el comentario que había hecho Shinzō, realmente le molestaba que se preocuparan tanto por su salud.
Un montón de pasos ruidosos y rápidos hicieron eco en la habitación haciendo que todos se pusieran alerta, el crugir de la madera dio a entender que solo era una persona que conocía el lugar por la facilidad que tenía para no golpear las paredes a pesar de ir en bajada. Pronto se confirmó al la puerta dejarse abrir revelando a Kaminari quien venía agitado corriendo.
ー¡Barco! ¡Hay un barco gigante cerca! ー
Los tres de alto cargo se miraron el rostro antes de ponerse de pie e ir a cubierta, a pesar que Sero le ofreció ayuda a Bakugō este no la aceptó y salió caminando del lugar como si no tuviera tres heridas sangrantes en su espalda que dejaban ver parte del músculo si se doblaba.
Pronto llegaron a la cubierta quedando de inmediato en silencio. Ni siquiera necesitaron un catalejo para poder verlo a pesar que realmente no estaba tan cerca, ¡Era tan grande como tres barcos suyos!
Bakugō desenfundó el catalejo de la cadera de Denki para observar lo más importante de todo eso.
La maldita bandera.
El rojo, azul y blanco le dijo que estaban jodidos.
ー¡BRITÁNICOS! ー
Gritó haciendo que todos corrieran a las posiciones que conocían de memoria.
Sin dolor ni temor se fue directo al timón, las aguas bajo el casco de su barco se sentían como si estuvieran acariciando sus pies desnudos indicándole el rumbo que debía que seguir. Tenía que tomar una desición en el momento, ¿Enfrentarlos? ¿Huir? ¿Enfrentarlos para huir? ¿Morir mientras mataban británicos?
Aunque la última opción le tentaba bastante sabía que no debía tomarla, sabía que debía proteger a sus tripulantes pero también sabía que por culpa de la última isla no tenían tantas provisiones y si no encontraban una isla en la próxima semana seguramente morirían de hambre.
Necesitaban atacarlo.
Esos barcos estaban cargados de comida casi todo el tiempo.
Giró el timón a estribor para ir directo a ellos. Era casi imposible pero podría jurar que el viento le susurró a su oído que siguiera el camino directo a ese barco, podría jurar que el timón giró antes de que él lo hiciera.
Maldita hechicería.
Esperaron dispuestos a atacar apenas fuera divisados por el barco, creían que en cualquier segundo serían atacados.
Cada milla que se acercaban era una milla más cerca de su muerte.
Pero jamás los atacaron.
Bakugō miró a su espalda para revisar si tenían la bandera izada, y ahí estaba, bailando con el viento elegante.
ー¿Qué hacemos, capitán? ー
Preguntó Kirishima mientras se acomodaba el cinto con su pistola y su espada, se notaba que estaba listo para la batalla.
ーAbordar ー
La voz de Bakugō no poseía duda, incluso parecía tener mucho más peso que de costumbre.
Nadie en la tripulación dudó de su palabra por lo que pronto un montón de cuerdas amarradas a ganchos fueron lanzadas al borde del barco para poder colgarse. Las tapas de los cañones seguían cerrados por lo que era imposible recibir una bala sin verla.
Sin esperar Bakugō tomó la cuerda de Kirishima y de un salto llegó a primera línea de baterías, usando las tapas comenzó a subir sin sentir dolor alguno.
Sabía que había algo raro en todo eso pero no esperaba que al saltar el combés solo se encontrara con restos de lo que alguna vez fueron hombres.
Se quedó quieto, sin miedo pero con una extraña sensación en el pecho, era como si conociera el olor que rodeaba a la carne y viceras que comenzaban a descomponerse.
Sin temor alguno pero con su espada en su mano derecha se adentró, debía llegar a la zona de carga, por lo menos necesitaban el agua.
