11 la cueva de los tesoros

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Diana miro el agua del rio, pensó un rato y decidido poner una mesa con sillas aquí en la gran terraza, tomar un desayuno afuera o una barbacoa será agradable. El gran árbol de al lado proyecta una gran sombra sobre la terraza cuando el calor es más grande. Puede imaginarse allí dibujando sobre papel mientras disfruta del frescor de la tarde...

- Papel..., murmuro. ¿Cuántos días han pasado? 3 mas los otro 3 son 6 +1 son 7...ya no me acuerdo. Casi se me olvida. Se dio rápidamente la vuelta queriendo correr cuando choco con un muro alto, aplastándose la nariz hasta las lágrimas.

Se froto la nariz mirando al nuevo integrante que se ha convertido en su sombra silenciosa.

Es verdad a Orión no le dio nada que hacer, se olvido por completo de él.

- Vámonos, se dirigió hacia el rio en la parte lateral izquierda al lado de una gran piedra, señalo la guirlanda y dijo. Sácala del agua.

Con pocos movimientos saco el montón de corteza de árbol, rompió un trozo y intento en deshacerlo lo que funciono perfectamente. Solo tenía una vaga impresión referente al proceso de crear papel.

El resto de los paquetes lo dejo en el agua, primero quiere experimentar con este paquete, y si todo sale bien será excelente. Tendrá papel para escribir y papel higiénico para el baño las hojas son incomodas y los trozos de piel no son higiénico además se usaría varias veces ese trozo de piel.

- Coloca el paquete en la terraza..., Diana pensaba en que trozo de piel usar, las pieles que están dentro de la casa eran demasiado buenos para destruirlos o dañarlos.

Mirando a un lado una pequeña colina de lodo rojo y negro se elevó en el terreno liso especialmente preparado para él, sus dos hombres colocaron otro gran trozó.

- Esta bien no traer más. Realmente se quedo sin palabras solo les quito los ojos de encima un momento.

Cometió el error de subestimar su eficacia, apenas paso medio hora no más. Deberá aprender a verlos con otros ojos no como a los humanos débiles. Y encima tuvieron mucho cuidado de no mancharse. Lavaron el lodo de sus manos en el rio y se rieron felices. Lo que se dio cuenta de la pulcritud de sus hombres y eso le gustaba.

Rubén que acaba de limpiar se le acerco le robo un beso y luego se retiró feliz. Estaba acostumbrada que le robaron besos aquí y allá llego al momento que ya ni se sonrojaba en su corazón pensaba que se volvió una descarada.

- Ve a comprar una olla grande que me llegue hasta la cintura y tenga la boquilla grande. Yo con Orión vamos a buscar un gran árbol para taladrar. Necesitare una cuenca enorme.

Dicho y hecho, aun que a ella y Orión se unieron también Blas con Arland, Pronto encontraron un árbol enorme que llegaba hasta los 5 metros de altura, de ello podría hacer muchos barriles.

Se puede cortar este árbol y llevarlo a casa. Incluso quería usar sus preciosas ramas.

- Ah, sí hay que buscar gente que nos ayude a cargarlo y cortarlo...

Orión se acerco y lo golpeo con fuerza en el tallo, el árbol se rompió y cayo aplastando más árboles en su camino...

- Ooo..., sus ojos casi se le salen. Me case con Superman...solo le falta volar, luego recordó el pájaro...buen hasta sabe volar. Los tres elevaron el árbol y lo llevaron de regreso.

Diana piso el suelo manteniendo su ritmo ni rápido ni lento suficiente bien para que ella los podía seguir. Estaban lejos del pueblo, Orión con una mano la tomo y la coloco sobre el tronco del árbol y empezaron a correr. Diana se sujetaba con incredulidad se agacho para no dañarse con las ramas más bajas y parecía que volaba en un cohete...mejor que la montaña rusa. Se reía como una niña, mientras el viento tocaba su carita y hacia volar su cabello.

Mundo de las bestias - AcomodarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora