Capitulo 1

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"Cada año hay más suicidas en el mundo...."

Me despertó el simple sonido de la televisión, para encontrarme con la grata
sorpresa de que al fin pasaban una noticia que me interesaba.

-Buen día cariño.-Dijo mi madre entregándome una taza de café-.

-Buen día.-Me senté al compás de mi familia en la mesa-.

"Cada año hay más suicidios en EE.UU"

-Si los suicidas quieren matarse, ¿Por qué no lo hace y ya?.-Dijo mi padre,

obviamente su manera de pensar no era la misma que la mía-.

-Por miedo.-Le siguió mi madre-. Ellos solo quieren llamar la atención.

-No. -Dije, ellos me miraron extrañados. ¿Yo participando en un asunto serio?-. Los suicidas no quieren acabar con su vida, quieren acabar con su dolor.

Seguido de esto me levante y me fui a mi cuarto, su manera de pensar no era igual a la mía.

A veces me pregunto si soy adoptada, bueno creo que esa es una pregunta que todo adolescente se hace cuando no encaja con su familia, pero la mía.... Siempre fue diferente.

Deseo estar muerta, esa frase me la repetía todos los días de mi vida, quizá desde que tengo 11 años, actualmente 17.

Íbamos al psicólogo, mi madre se había enterado de lo que me hacía a mí, a mi cuerpo. No le había dicho nada a mi padre, eso fue tras una pelea. Quizá lo que hoy dijo ella fue una indirecta.
*Flashback*

-¡Vamos! Corta.-La tijera no estaba afilada, lo cual me era difícil cortar-.

-¡Sarah abre la puerta en este mismo instante!.-Los golpes y los gritos de mi

madre cesaron cuando pudo abrir la puerta del baño, su cara se transformó de

enojada a horrorizada-.

-Vamos al hospital, enseguida.-grito-.

- Madre no duele.-Grite-.

*Fin del flashback*

-Baja.-dijo mi madre abriéndome la puerta del auto-.

Entramos a lo que parecía ser el consultorio, habían varios niños y dos adolescentes.

Esperamos por un rato largo, cuando por fin dijeron mi nombre.

-Sarah Paulson.-La secretaria era la mas desinteresada del mundo-.

Cuando entre me encontraba con la grata sorpresa de que el psicólogo era el mas joven que había visto, su cabello negro y sus ojos azules eran cautivadores, podría decir que habían desterrado al mismísimo satán del infierno aquí en la tierra, pues el era hermoso.

-Hola.-Me sonrió-.Sientate

Fui a un sofá, que quedaba justo en frente de el.

-Hola.-mostré desinteresación-.

-¿Sabes porque estas aquí?

-Porque mi madre cree que los suicidas necesitamos falta de atención y que mejor idea de llevarme a un lugar que me presten atención, es una genia.

-Opino igual que tu madre.-Comenzó a escribir en una libreta-.

-Parecía mas inteligente.-Dije-.

-¿Y tu?.-Dijo-.¿Tu que piensas de los suicidas?

-Que no quieren acabar con su vida, si no con su dolor.-Dije-.

-Bien, ahora ¿Qué pensarías de los suicidas, si no fueras uno de ellos?

La verdad, estaba confundida.

-No lo se.-Dije-. Quizá seguiría pensando igual o quizá sería igual a mis padres.

-¿Por qué te cortas?.-Dijo-. No eres un trozo de carne, eres un humano.

-¿Qué le gusta hacer y lo hace diariamente?.-Dije-.

-Me gusta correr.-Dijo-.

-¿Por qué?

-Porque me hace sentir mejor conmigo mismo.-Dijo orgulloso-.

-Entonces a su pregunta, porque me hace sentir mejor conmigo misma.-Dije orgullosa--.

-No te puedes sentir mejor haciéndote daño.

-No, simplemente les hago un favor a las personas que me lastiman psicológicamente.

-¿Qué favor?

-Ayudarlos a lastimarme.

 Él Ángel de la suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora