Capitulo 3

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Me dirigía a mi siguiente cita con el psicólogo, finalmente había convencido a mi madre de poder

venir sola, obviamente sin tocar el tema de su infidelidad.

No entiendo este mundo, no entiendo a mi

madre, no entiendo a las personas que son infieles, no entiendo a las personas. Estas preguntas las tengo grabadas como muchas otras... En mis brazos.

Nunca había tenido novio, pero si lo tenía ¿Por qué serle infiel? ¿Por qué no simplemente decir que la pasión se apagó?, un consejo duelen más los actos que las palabras. Quizá sea más fácil para una persona decirle a otra que ya no lo ama más engañándola, no lo sé, el mundo es así, cruel.

¿Como personas tan horribles, podían sentir algo tan hermoso?

Quizá disfrazan lo que en realidad es atracción a lo que es amor.

--Sarah Paulson.—La secretaria volvió a interrumpir mis pensamientos--. Su turno.

Entre y él estaba sentado en un sofá, me quedaría una hora más de lo habitual, no sabía por qué.

--Sarah.—Sonrió--.¡Mi paciente favorita!

--Apenas es la segunda clase.—Moví los ojos--.

--Sí, pero me eres interesante.

Debía decirle eso a cada paciente que entraba por esa puerta y se sentaba en este mismo sofá, pero guarde mi comentario, no quería ser irrespetuosa.

--Hoy vamos a escarbar en tu mente.—Acerco su sofá un poco más hacia mi dirección para quedar frente a frente--. Vamos a encontrar recuerdos, que ni tu te acuerdas. Comencemos, ¿Cuál es el recuerdo más viejo que tengas?

--Un día fui con mi madre al cementerio, íbamos a ver la tumba mi abuela. Cuando de repente pasan personas consigo llevándose un ataúd, era el ataúd más caro que podías ver, nombre bañado en oro, la mejor madera, increíblemente caro. Pero no había ido nadie, ni un familiar, lo iban a despedir completamente solo.

--¿Cuál es tu conclusión?.—Dijo--.

--¿De qué sirve tener todo el dinero del mundo, si no tenemos con quien compartirlo? Si, el dinero es algo necesario pero, al final de nuestras vidas ¿Qué pasara con el?. Nacemos sin nada, nos vamos sin nada. Porque si hay otra vida, no creo que nos sirva.—El rio--.

--Tu forma de pensar es fascinante.—Dijo--. Lástima que lo desperdicias.

--¿Quién dice que lo estoy desperdiciando?

Lo había dejado sin palabras, esto me causo risa por dentro.

Sus ojos azules se clavaron en los míos y esa idea de que el era Lucifer no se me iba de la cabeza.

Era como si me controlase con la mirada, con solo un gesto podía hacerme callar, reír e incluso llorar. Había algo en el... Algo inexplicable me hacían irme a otro lugar, sentir algo que nunca sentí.

Mis manos tiemblan y mucho, por alguna extraña razón. No puedo decir que me quedo sin palabras porque no es verdad, bueno, quizá cuando hablamos de algo que no sea mi tema, no lo se.

La verdad había aceptado algo, me atraía y no solamente físicamente..

--¿Estas bien?.—Me miro extrañado--.

--Si, lo siento.--¿Qué me estaba sucediendo?--.

Me pare de repente y mi cabeza dio vueltas, me comencé a marear, luego recordé que no había comido nada ese día. Mi vista se comenzó a tornar nublada, hasta que finalmente torno el color negro, me había desvanecido.No sin antes ver como el me atrapaba en sus brazos.

 Él Ángel de la suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora