Mi despertador está programado para sonar en cualquier momento. Me he pasado media noche despierto, dando vueltas, contando las líneas que separan los paneles del techo y repitiendo el horario del curso mentalmente. Hay gente que cuenta ovejitas; yo planifico. Mi mente nunca deja de planificar, y hoy, el día más importante de mis dieciocho años de vida, no es ninguna excepción.
—¡Jimin! —oigo gritar a mi padre desde el piso de abajo.
Gruñendo para mis adentros, me obligo a salir de mi pequeña pero cómoda cama. Me tomo mi tiempo remetiendo las esquinas de las sábanas entre el colchón y la cabecera, porque ésta es la última mañana que esto formará parte de mi rutina habitual. A partir de hoy, este dormitorio ya no será mi hogar
—¡Jimin! —grita de nuevo.
—¡Ya estoy despierto! —le contesto.
El ruido de los armarios abriéndose y cerrándose en el piso inferior me indica que está tan asustado como yo. Tengo un nudo en el estómago y, mientras dejo caer el agua de la ducha, rezo para que la ansiedad que siento vaya disminuyendo conforme avanza el día. Toda mi vida ha consistido en una serie de tareas que me preparaban para este día, mi primer día en la universidad.
Me he pasado los últimos años anticipando nervioso este momento.
Me he pasado los fines de semana estudiando y preparándome para esto mientras nam y yoongi salían por ahí, bebían y hacían las típicas cosas que hacen los adolescentes para meterse en líos. Yo no era así. Yo era el chico que se pasaba las noches estudiando con las piernas cruzadas en el suelo del salón con mi padre, mientras el marujeaba frente al canal de direcTV buscando nuevas maneras de mejorar su aspecto.
El día que llegó mi carta de admisión a la WCU, la Universidad de Washington Central, sentí una emoción tremenda, y mi padre lloró durante horas, o eso me pareció ya que el nunca llora.
No puedo negar que me sentí orgulloso de que todo mi duro trabajo hubiese dado los frutos esperados. Me aceptaron en la única facultad a la que había enviado solicitud y, debido a nuestros bajos ingresos, me conceden las becas suficientes como para que los préstamos de estudios que tenga que pedir sean mínimos.
Una vez consideré, por un momento, marcharme a una universidad fuera de Washington. Pero al ver que el color abandonaba el rostro de mi padre al comentárselo y la manera en la que se estuvo paseando por el salón durante casi una hora, acabé diciéndole que no me lo había planteado muy en serio.
En cuanto me meto bajo la ducha, parte de la tensión desaparece de mis músculos agarrotados. Y ahí permanezco, bajo el agua caliente, intentando apaciguar mi mente, pero consiguiendo justo lo contrario, y me quedo tan absorto que cuando por fin me enjabono el cuerpo y la cabeza apenas queda agua caliente como para pasarme una cuchilla por las piernas de las rodillas para abajo.
Mientras envuelvo con la toalla mi cuerpo mojado, mi padre grita mi nombre de nuevo. Sé que está de los nervios por mi primer día en la universidad, de modo que me armo de paciencia con el, pero me tomo mi tiempo para secarme el pelo. Llevo meses planeando esto hasta el más mínimo detalle. Sólo uno de nosotros puede estar histérico, y tengo que hacer todo lo posible para asegurarme de no ser yo.
Me tiemblan las manos mientras intento subirme la cremallera del pantalon.
Me daba igual qué ponerme, pero mi padre insistió en que llevara una camisa semi transparente con un pantalon negro asfixiante.
Por fin consigo subirme la cremellara y saco mi campera de cuero favorita del armario. Una vez vestido, me siento algo menos nervioso, hasta que veo un pequeño desgarro en la manga de la campera.
La tiro sobre la cama y deslizo los pies en los zapatos, consciente de que mi padre está más impaciente a cada segundo que pasa. Mi novio, Tae, llegará pronto para venir con nosotros. Es un año más grande que yo, asi que pronto cumplirá los veinte. Es muy inteligente y saca todo sobresalientes, como yo. Estoy muy emocionado porque también está pensando en ir a estudiar a la WCU el año que viene. Ojalá fuera este año, porque no conozco a nadie allí, pero me ha prometido que vendrá a visitarme siempre que pueda. Sólo quiero que me toque un compañero de habitación decente; es lo único que pido, y lo único que no he podido controlar en mi planificación.
—¡Park Jimin!
—Papa, ya bajo. ¡Por favor, deja de gritar mi nombre! —digo mientrasbajo por la escalera.
Tae está sentado a la mesa enfrente de mi padre, mirando la hora en su reloj de pulsera. El color verde de su camisa combina con el verde claro de sus ojos, y lleva el pelo perfectamente peinado y ligeramente engominado.
—Hola, universitario —me saluda con una sonrisa perfecta y amplia mientras se pone de pie.
Me abraza con fuerza y yo cierro la boca al percibir la excesiva cantidad de colonia que se ha echado. Sí, a veces se pasa un poco con eso.
—Hola. —Le sonrío con la misma intensidad, intentando ocultar mi nerviosismo, y acomodo mi pelo rubio detras de mi oreja.
—Minnie, podemos esperar un par de minutos para que te peines —dice mi padre tranquilamente.
Me acerco al espejo y asiento; tiene razón. Mi pelo tiene que estar presentable hoy, y, por supuesto, el no ha dudado en recordármelo. Debería habérmelo rizado como a el le gusta, a modo de regalo de despedida.
—Voy a ir metiendo tus maletas en el coche —ofrece Tae abriendo la palma de la mano para que mi padre le dé las llaves.
Me da un pico en la boca y desaparece de la habitación con el equipaje en la mano.
Mi padre va detrás de él. Mi segundo intento de peinarme acaba con un resultado mejor que el primero. Luego me paso el rodillo quitapelusas por el pantalon negro por última vez. Cuando salgo y me aproximo al coche, cargado con mis cosas, las mariposas de mi estómago empiezan a revolotear, y me alivia pensar que nos esperan dos horas de viaje para conseguir que desaparezcan. No tengo ni idea de cómo será la universidad, y de repente la pregunta que sigue dominando mis pensamientos es: «¿Haré amigos allí?».
Usado.
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Usado (+18)
Romance-¿Qué? ¡¿Qué, Jungkook?!-chillo aún más alto. -Yo... ¡Te quiero!-grita.