capitulo 47

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Cruzo corriendo la puerta trasera y veo a Jungkook caminando de un lado a otro en el porche. No sé qué puedo hacer para ayudar, dada la situación, pero sé que prefiero estar aquí fuera con él a enfrentarme a su familia en el comedor después del numerito.

Aun así, me siento culpable, ya que he aceptado la invitación a pesar de que Kook no quería. Si de pronto él comenzara a quedar con mi padre, sé que no me haría mucha gracia.

«Ja, seguro que el permitiría que eso ocurriera», señala mi sub consciente. Como si me hubiera leído el pensamiento, Jungkook me mira enfadado. Cuando me acerco a él, se aparta.

—Kook...

—No, nene, para —dice tajante—Ya sé que me vas a decir que tengo que entrar y disculparme. Pero no voy a hacerlo ni de coña, ¡así que no gastes saliva! ¿Por qué no vuelves adentro, disfrutas de la cena y me dejas en paz de una vez?

Doy un paso hacia él, pero lo único que consigo decir es:

—No quiero volver adentro.

—¿Por qué no? Encajas de miedo con sus remilgadas y aburridas personalidades.

«¡Ay! ¿Qué hago aquí otra vez?» Ah, sí, eso es: ser el saco de boxeo de Jungkook.

—¿Sabes qué? ¡Genial! Me voy. ¡No sé por qué no puedo dejar de intentarlo contigo! —grito, pero espero que no me oigan dentro.

—Porque no eres capaz de captar la indirecta, supongo.

En cuanto las palabras salen de su boca, siento que se me forma un nudo en la garganta.

—Ya me ha quedado bien claro—replico. Permanezco mirando el patio de piedra e intento tragarme la punzada de dolor de sus palabras, pero es imposible. Cuando levanto la vista para mirar a Jungkook, sus fríos ojos se encuentran con los míos.

—¿Ya está? ¿Ésa es tu respuesta? —Empieza a reírse y se revuelve el pelo con las manos.

—No te mereces ni un minuto más de mi tiempo. ¡Ni siquiera te mereces que te hable, ni que esa buena gente se moleste en organizar una cena para que tú la fastidies! Eso es lo que haces: fastidiar cosas, ¡fastidiarlo todo! Y ya me he hartado de ser una de esas cosas.

Las lágrimas me empapan la cara cuando Jungkook se acerca a mí. Retrocedo, y tropiezo con algo. Él me sujeta, pero me agarro a una silla del patio en su lugar. No quiero ni necesito su ayuda.

Al levantar la vista, noto que parece agotado. También lo percibo en su voz cuando dice por lo bajo:

—Tienes razón.

—Ya lo sé. —Y me aparto de él. A una velocidad que no esperaba, me agarra de la muñeca y tira de mí hacia su pecho.

Me apoyo contra él sin dudarlo, con unas ganas tremendas de tocarlo. No obstante, he aprendido la lección: siento la alarma en los latidos de mi corazón, acelerado bajo mi pecho. Me pregunto si Jungkook también puede oírlos, o notar mi pulso en su mano.

Su mirada está cargada de rabia, y sé que la mía es un reflejo de la suya. Sin previo aviso, estampa los labios contra los míos, y el ímpetu de su boca me resulta casi doloroso.

Su reacción está tan movida por la desesperación y el deseo que estoy perdido. Perdido por Jungkook. Perdido en el salado sabor de mis lágrimas en nuestros labios, perdido en sus dedos enroscados en mi pelo. Desliza las manos desde mi cabeza hasta mi cintura, y me levanta hasta la barandilla del porche. Separo las piernas para él, y se coloca entre ellas sin despegar un solo instante la boca de la mía.

Nos enredamos el uno en el otro en una ola de calor y gemidos. Mis dientes rozan su labio inferior, lo que lo hace gruñir y apretarme aún más contra sí. Entonces, la puerta trasera chirría al abrirse, acabando así con la magia. Al mirar hacia allí, me horroriza encontrarme con la dulce mirada de Mingyu.

Usado (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora