Jungkook se acerca a la cómoda, abre el primer cajón, saca un bóxer de cuadros azules y blancos y lo sostiene en el aire con cara de asco.
—¿Qué pasa? —pregunto recostado sobre el codo con la cabeza apoyada en la mano.
—Esto es horrible —dice. Me río, pero también me alegro de que mis dudas sobre si había ropa o no en la cómoda se hayan resuelto por fin.
La madre de Mingyu o el padre de Jungkook deben de haber comprado toda la ropa de la habitación para él, y es triste que comprasen todo esto y llenasen la cómoda con la esperanza de que Jungkook viniera algún día.
—No están tan mal —le digo, y pone los ojos en blanco. No creo que haya nada que le quede mejor que su bóxer ajustado de siempre, pero tampoco creo que haya nada que pueda quedarle mal.
—En fin, a caballo regalado... Vuelvo enseguida —dice, y sale del cuarto vestido sólo con los calzoncillos mojados.
«Mierda. ¿Y si Mingyu lo ve? —pienso—Qué humillación.»
Mañana a primera hora tengo que buscar a Mingyu y explicarle lo que ha pasado. Pero ¿qué voy a decirle? ¿Que no es lo que parecía? ¿Que sólo estábamos hablando, y entonces accedí a pasar la noche con él, y no sé cómo acabé sin bragas y camiseta y le hice lo más parecido que he hecho a una paja? Eso suena fatal.
Apoyo la cabeza en la almohada y miro al techo.
Considero levantarme y comprobar mi móvil, pero no lo hago. Lo último que necesito ahora es leer mensajes de Tae. Seguramente estará asustado pero, la verdad, mientras no se lo cuente a mi padre, no me importa como debería. Si he de ser completamente sincero conmigo mismo, no he sentido lo mismo por él desde que besé a Jungkook por primera vez.
Quiero a Tae; siempre lo he querido. Pero empiezo a preguntarme si realmente lo quiero como novio o como a alguien con quien quiero pasar el resto de mi vida, o si lo quiero porque me aportaba estabilidad. Siempre que lo he necesitado ha estado ahí y, en apariencia, somos la pareja perfecta, pero no puedo pasar por alto lo que siento cuando estoy con Jungkook.
Nunca había tenido esta clase de sensaciones. Y no me refiero sólo a cuando estamos el uno encima del otro, sino a las mariposas que siento cuando me mira, a cómo necesito verlo desesperadamente incluso cuando estoy furioso con él y, principalmente, a cómo invade mis pensamientos incluso cuando intento convencerme a mí mismo de que lo detesto.
Jungkook se ha introducido en mi sistema, por más que intente negarlo. Estoy en su cama en lugar de estar con Tae. Entonces, la puerta se abre e interrumpe mis pensamientos. Miro hacia allí y veo a Jungkook con los calzoncillos de cuadros y me río. Le quedan un poco grandes, y son mucho más largos que su bóxer habitual pero, de todos modos, le sientan genial.
—Me gustan. —Sonrío y él me fulmina con la mirada, apaga la luz y enciende el televisor. Se mete en la cama y se tumba cerca de mí.
—Bueno, ¿qué ibas a decirme? —me pregunta, y hago una mueca de fastidio. Esperaba que se le hubiese olvidado—No te hagas el tímido ahora. Acabas de hacer que me corra en los calzoncillos—bromea, y me acerca hacia sí.
Entierro la cabeza en la almohada y se echa a reír. Asomo la cabeza de nuevo y él me acomoda el pelo detrás de la oreja antes de darme un tierno beso en los labios. Es la primera vez que me besa así, y me parece un gesto más íntimo que cuando nos besamos con lengua.
Apoya la cabeza en la almohada y cambia de canal. Quiero decirle que me abrace hasta que me quede dormido, pero tengo la sensación de que él no es de la clase de chicos que se acurrucan con su pareja. «Quiero ser buena persona por ti, Minnie.» Sus palabras se reproducen en mi cabeza y me pregunto si lo decía de verdad o si era el alcohol el que hablaba.
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Romance-¿Qué? ¡¿Qué, Jungkook?!-chillo aún más alto. -Yo... ¡Te quiero!-grita.