Saco los apuntes y los libros de texto y me sumerjo en mis estudios.
Estoy trabajando en los deberes de la próxima semana. Me gusta llevar al menos una semana de adelanto para no correr el riesgo de quedarme rezagado. Pero mis pensamientos se desvían hacia Jungkook y sus cambios de humor, así que en realidad no estoy prestando atención al ensayo que se supone que estoy escribiendo. No han pasado más que dos horas desde que colgué el teléfono con Tae, pero parecen cuatro.
Decido buscar una película y tumbarme en la cama hasta quedarme dormido, y elijo Todos los días de mi vida, a pesar de que la he visto mil veces.
Cuando la película lleva menos de diez minutos, oigo a alguien maldiciendo en el pasillo. Subo el volumen del portátil, pero no le hago caso; es viernes, lo que significa gente borracha por toda la residencia. Unos minutos después, vuelvo a oír los tacos. Es una voz masculina, y a ella se une una femenina. El chico empieza a gritar más alto, y entonces reconozco el acento.
Es Jungkook.
Salto de la cama y abro la puerta para encontrármelo sentado en el suelo con la espalda pegada a la pared exterior de mi habitación. Una chica con el pelo rubio platino está delante de él con el ceño fruncido y los brazos en jarras.
—¿Jungkook? —digo, y él levanta la mirada. Una enorme sonrisa aparece en su cara.
—Bebé... —dice, y comienza a levantarse.
—¿Puedes, por favor, decirle a tu novio que se largue de mi puerta? ¡Ha derramado vodka por todo el suelo! —grita la chica furiosa. Miro a Jungkook.
—No es mi... —comienzo a decir, pero él me coge de la mano y me arrastra hacia la puerta de mi habitación.
—Siento haberlo derramado —dice, y le dedica una mirada en blanco a la rubia. Ella resopla, se adentra echando humo en su habitación y cierra de un portazo.
—¿Qué estás haciendo aquí, Jungkook? —le pregunto. Él intenta pasar por mi lado para meterse en el cuarto, pero le bloqueo la entrada.
—¿Por qué no puedo entrar, nene? Me portaré bien con tu abuelo. —Se ríe, y yo pongo los ojos en blanco. Sé que se está burlando de Tae.
—No está.
—¿Por qué no? Vale, entonces déjame entrar —farfulla.
—No. ¿Estás borracho? —Estudio su cara. Tiene los ojos rojos, y esa sonrisa burlona lo traiciona. Se muerde el labio y mete las manos en los bolsillos—Creía que no bebías, pero hoy te has puesto como un estupido.
—Sólo han sido dos veces. Relájate —dice, y me aparta para entrar y se deja caer en mi cama—Y ¿por qué no ha venido Kim?
—No lo sé —miento. Él asiente varias veces, como si se lo estuviera tomando muy en serio.
—Claro. Seguro que en GAP tienen las chaquetas rebajadas y por eso te ha dejado tirado —dice, y comienza a partirse de la risa. La energía que llena la habitación es tan grande que no puedo evitar unirme a él.
—Y ¿dónde está Lisa? —inquiero—¿En las rebajas de Chonilandia?
Él se interrumpe un instante y luego comienza a reírse aún más fuerte.
—Ha sido un intento nefasto de seguirme el rollo, Jiminie —bromea, y le doy una patada en el punto donde sus espinillas sobresalen de la cama.
—De todas formas, no puedes quedarte. Tae y yo volvemos a estar juntos, es oficial.
Noto cómo se le esfuma la sonrisa, y se frota las rodillas con las manos.
—Bonito pijama —dice, y yo bajo la vista. ¿Por qué está siendo tan caballeroso? No hemos arreglado nada, y la última vez, que yo recuerde, íbamos a mantenernos alejados el uno del otro.
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Romance-¿Qué? ¡¿Qué, Jungkook?!-chillo aún más alto. -Yo... ¡Te quiero!-grita.