capitulo 13

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El resto del fin de semana pasa rápidamente, y consigo evitar ver a Jungkook.

Cuando salgo temprano el domingo para ir a comprar, me marcho antes de que él llegue a la habitación, y vuelvo cuando aparentemente ya se ha ido. La ropa nueva que he adquirido llena mi pequeña cómoda, pero justo cuando la estoy guardando la ofensiva voz de Jungkook resuena en mi cabeza.

«¿Eres consciente de que vamos a una fiesta, no a un burdel?». 

Sospecho que diría lo mismo sobre mis nuevos modelitos, pero he decidido que no pienso volver a ir a ninguna fiesta con Jisoo, ni a ninguna parte donde Jungkook vaya a estar. No es una compañía grata, y discutir con él resulta agotador.

Por fin es lunes por la mañana, mi primer día de clases en la facultad, y no podría estar más preparado

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Por fin es lunes por la mañana, mi primer día de clases en la facultad, y no podría estar más preparado.

Me despierto muy temprano para asegurarme de poder ducharme (sin chicos rondando) y no ir con prisas. 

Mi remera blanca, ajustada de cuello alto y mi jean ancho pero ajustables en la zona de mi culo de color negro están perfectamente planchados y listos para que me los ponga.

Me visto, me recoloco los mismos aros de ayer  y me cuelgo la mochila al hombro. Estoy a punto de marcharme, quince minutos temprano, para asegurarme de no llegar tarde, cuando suena el despertador de Jisoo. Pulsa el botón de repetición, pero me pregunto si no debería despertarla.

Puede que sus clases empiecen más tarde que las mías, o quizá no tenga intención de ir. La idea de perderme el primer día de clase me estresa, pero ella está en segundo curso, así que tal vez lo tenga todo controlado.

Me miro por última vez al espejo y me dirijo a mi primera clase. Estudiarme el plano del campus demuestra haber sido una buena idea, y encuentro el primer edificio al que tengo que ir dentro de veinte minutos. Cuando llego a mi clase de historia, el aula está vacía, excepto por una persona. Puesto que parece ser que esa persona también tiene interés en llegar puntual, decido sentarme a su lado. Podría convertirse en mi primer amigo aquí. 

—¿Dónde está todo el mundo? —pregunto, y él sonríe. Su mera sonrisa hace que me sienta cómodo. 

—Probablemente corriendo por todo el campus para llegar aquí justo a tiempo —bromea, y siento aprecio por él al instante. Es justo lo que yo estaba pensando. 

—Me llamo Park Jimin —digo, y le sonrío de manera amistosa. 

—Kim Mingyu—contesta con una sonrisa igual de adorable que la primera. Nos pasamos el resto del tiempo previo a la clase charlando. Resulta que él también estudia Filología Inglesa, como yo, y tiene una novia llamada Kazuha. 

Mingyu no se burla de mí y sigue hablando conmigo de manera animada cuando le cuento que Tae va un curso por delante de mí. Decido al instante que es una persona a la que me gustaría conocer mejor.

Conforme el aula empieza a llenarse, Mingyu y yo decidimos presentarnos al profesor. Después, según avanza el día, comienzo a lamentar haber escogido cinco clases en lugar de cuatro. Me apresuro hacia la optativa de literatura británica (menos mal que ya es la última asignatura del día) y llego con el tiempo justo. Siento alivio al ver a Mingyu sentado en primera fila, con una silla a su lado vacía. 

—Hola de nuevo —dice con una sonrisa mientras me acomodo. 

El profesor inicia la clase, nos explica el programa del semestre y se presenta brevemente. Nos cuenta qué lo llevó a hacerse profesor y su pasión por el tema de la asignatura.

Me encanta el hecho de que la facultad sea distinta del instituto y de que los profesores no hagan que te levantes delante de todo el mundo para presentarte ni para hacer cualquier otra cosa embarazosa e innecesaria.

Mientras el profesor nos explica nuestras listas de lecturas, la puerta se abre y oigo cómo un quejido escapa de mis labios al ver a Jungkook irrumpiendo en la clase.

 —Genial —digo entre dientes sarcásticamente. 

—¿Conoces a Jungkook? —pregunta Mingyu.

Jungkook debe de haberse labrado una reputación en el campus si alguien tan agradable como Mingyu lo conoce. 

—Más o menos —digo—. Mi compañera de cuarto es amiga suya. Pero a mí no es que me caiga precisamente bien, la verdad —añado en un susurro. Y, al hacerlo, los ojos verdes de Jungkook miran fijamente los míos, y me preocupa que me haya oído. Aunque, ¿qué haría de ser así? Sinceramente, me da igual que me oiga. Creo que es bastante consciente de que la animadversión que hay entre nosotros es mutua. Tengo curiosidad acerca de qué sabe Mingyu sobre él, y no puedo evitar preguntar.—¿Tú lo conoces? 

—Sí..., es... —Se detiene y se vuelve ligeramente para mirar por detrás de nosotros. Levanto la vista y veo a Jungkook sentándose a mi lado. Mingyu permanece callado durante el resto de la clase, sin apartar la vista del profesor ni un segundo. 

—Eso es todo por hoy. Nos vemos de nuevo el miércoles —dice el profesor Choi cuando termina la clase. 

—Creo que ésta va a ser mi clase favorita —le digo a Mingyu mientras salimos, y él coincide. Sin embargo, su rostro se ensombrece cuando nos percatamos de que Jungkook está caminando a nuestro lado. 

—¿Qué quieres, Jungkook? —pregunto, dándole a probar de su propia medicina. No funciona, o yo no tengo el tono adecuado para eso, porque parece divertirle el asunto. 

—Nada. Nada. Es sólo que me alegro tanto de que coincidamos en una clase —dice en tono burlón antes de llevarse las manos al pelo, agitarlo y dejarlo caer sobre su frente. Me fijo en un extraño símbolo del infinito que tiene tatuado justo encima de la muñeca, pero baja la mano mientras intento analizar la tinta que lo rodea. 

—Nos vemos luego, Jimin —dice Mingyu antes de marcharse. 

—Tenías que hacerte amigo del chico más soso de la clase —suelta Jungkook mientras observa cómo se aleja. 

—No hables así de él; es muy simpático. A diferencia de ti. —Me sorprendo ante la crudeza de mis propias palabras, pero este chico saca lo peor de mí. Se vuelve de nuevo hacia mí. 

—Cada vez que hablamos te vuelves más beligerante, Jiminie. 

—Como vuelvas a llamarme Jiminie... —le advierto, y él se echa a reír. Intento imaginarme qué aspecto tendría sin todos esos tatuajes y piercings. Incluso con ellos, resulta bastante atractivo, pero su agria personalidad lo eclipsa todo.

Echamos a andar juntos hacia mi residencia, y no habremos dado ni veinte pasos cuando de repente y a cuento de nada grita: 

—¡Deja de mirarme! 

Entonces, dobla una esquina y desaparece por un pasillo antes de que yo pueda siquiera pensar en una respuesta.

Entonces, dobla una esquina y desaparece por un pasillo antes de que yo pueda siquiera pensar en una respuesta

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