Tengo calor, demasiado calor.
Intento destaparme pero no lo consigo. Cuando abro los ojos me viene a la mente la noche anterior: Jungkook gritándome en el patio, el whisky en su aliento, el cristal roto en la cocina, Jungkook besándome, Jungkook gimiendo mientras lo tocaba, su bóxer mojado.
Intento levantarme, pero pesa demasiado. Tiene la cabeza apoyada sobre mi pecho y el brazo alrededor de mi cintura, cubriéndome por completo con su cuerpo. Me sorprende que acabáramos así; debe de haberse movido durmiendo. Admito que no quiero salir de la cama, ni separarme de Jungkook, pero tengo que hacerlo. Tengo que volver a mi habitación.
Tae está ahí.
Tae.
Tae...
Empujo con suavidad el hombro de Jungkook y lo coloco boca arriba. Se da la vuelta y se pone boca abajo, gruñendo, pero no se despierta.
Me apresuro a levantarme y recojo mi ropa del suelo. Como el cobarde que soy, quiero marcharme de aquí antes de que se despierte. No creo que le importe, así no tendrá que malgastar energías hiriéndome a propósito si me marcho por mi propia voluntad.
Esto es lo mejor para los dos. A pesar de lo mucho que nos reímos juntos ayer, nada es igual a la luz del día. Jungkook recordará que nos entendimos bastante bien anoche, y sentirá la necesidad de ser aún más detestable para compensarlo. Es su manera de actuar, pero esta vez no estaré ahí para aguantarlo.
Ayer, por un instante, se me pasó por la mente que tal vez nuestra noche juntos lo haría cambiar de opinión, haría que quisiera tener algo más conmigo. Pero sé que no es así.
Doblo su camiseta, la coloco sobre la cómoda y me abrocho las tiras de mi overol.
Mi camiseta está arrugada por haber estado tirada en el suelo, pero ésa es la menor de mis preocupaciones en este momento. Me pongo los zapatos y, mientras abro la puerta, pienso que una miradita más no me va a matar.
Jungkook sigue durmiendo. Su pelo revuelto descansa sobre la almohada y su brazo está ahora extendido hacia un costado. Está tan sereno, tan guapo a pesar de los piercings de metal que salpican su rostro...Me doy la vuelta y giro el pomo.
—¿Jiminie?.
Se me cae el alma a los pies. Me vuelvo lentamente hacia Jungkook, esperando ver sus severos ojos verdes mirándome con furia, pero están cerrados; ahora está frunciendo ligeramente el ceño, pero sigue dormido. No sé si me alivia que esté dormido o si me entristece que haya pronunciado mi nombre en sueños.
«Pero ¿lo ha hecho o estoy empezando a tener alucinaciones?»
Salgo de la habitación y cierro la puerta con cuidado. No tengo ni idea de cómo se sale de esta casa.
Avanzo por el pasillo y siento alivio al encontrar la escalera fácilmente. Desciendo por ella y casi choco con Mingyu. Se me acelera el pulso mientras intento pensar en algo que decir. Sus ojos analizan mi rostro y permanece en silencio, esperando una explicación, supongo.
—Mingyu..., yo... —No tengo ni idea de qué decir.
—¿Estás bien? —pregunta preocupado.
—Sí, estoy bien. Debes de pensar que...
—No pienso nada. Te agradezco de verdad que vinieras anoche. Sé que no te gusta Jungkook, y significa mucho para mí que vinieras a ayudarme a controlarlo.
«Vaya. Qué bueno es. Demasiado bueno.»
Casi deseo que me diga lo disgustado que está de que haya pasado la noche con Jungkook, dejando a mi novio solo en mi cuarto después de llevarme su coche y correr al rescate sólo para sentirme todo lo mal que debería.
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Romansa-¿Qué? ¡¿Qué, Jungkook?!-chillo aún más alto. -Yo... ¡Te quiero!-grita.