capitulo 21

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El desayuno con Tae y mi padre se me hace eterno. 

El no para de sacar a relucir mi «noche salvaje», y aprovecha la menor oportunidad para preguntarme si estoy cansado o si tengo resaca. Es cierto que lo de anoche no es propio de mí, pero no necesito que me lo recuerde constantemente.

¿Siempre ha sido así? 

Sé que sólo quiere lo mejor para mí, pero la cosa parece haber empeorado ahora que estoy en la universidad; o a lo mejor el hecho de haber pasado una semana lejos de casa me ha dado una nueva perspectiva respecto a el.

—¿Adónde vamos de compras? —pregunta Tae entre un bocado y otro de tortitas, y yo me encojo de hombros. Ojalá hubiese venido solo. Me gustaría pasar tiempo con él. 

Necesito hablar con él sobre lo de no contarle a mi padre cada detalle de mi vida, especialmente los malos, y si estuviéramos solos sería más fácil.

—Podríamos ir al centro comercial que está a una manzana de aquí. Todavía no conozco muy bien la zona —les digo cortando los últimos trozos de mi tostada francesa.

—¿Has pensado ya en dónde quieres trabajar? —pregunta Tae.

—No estoy seguro. Tal vez en una librería. Ojalá encontrara algún contrato de prácticas o algo relacionado con la industria editorial o la escritura —les digo, y mi padre sonríe con orgullo al oírme.

—Sí, sería fantástico que encontrases algún sitio donde pudieras trabajar hasta que terminaras la facultad y que después te contrataran a tiempo completo —responde sonriendo de nuevo. 

Intento ocultar mi sarcasmo con un «Sí, eso sería ideal», pero Tae lo pilla y me agarra de la mano y me da un apretón conspirativo por debajo de la mesa. 

Al meterme el tenedor en la boca, el metal me recuerda el piercing del labio de Jungkook y me quedo parado un instante. Tae se percata de ello, y me mira con ojos interrogantes.

Tengo que dejar de pensar en Jungkook. De inmediato. 

Le sonrío a Tae y tiro de su mano para besársela. Después de desayunar, vamos en el coche de mi padre al centro comercial Benton, que es enorme y está atestado.

—Yo voy a entrar en Nordstrom, los llamaré cuando haya terminado —nos dice para mi alivio. 

Tae me coge entonces de la mano de nuevo y entramos en unas cuantas tiendas. Me habla del partido de fútbol americano que jugó el viernes, y de cómo marcó el gol de la victoria. Yo lo escucho con interés y le digo lo estupendo que suena todo.

—Estás muy guapo hoy —lo piropeo, y él sonríe. 

Su sonrisa blanca y perfecta es adorable.

Lleva puesta una chaqueta de punto granate, unos pantalones caqui y unos zapatos de vestir.

Sí, la verdad es que lleva mocasines, pero son bastante bonitos y, en cierta forma, encajan con su personalidad.

—Tú también, Mimi —dice, y me encojo. Sé que tengo un aspecto horrible, pero es demasiado educado como para decírmelo.

 A diferencia de Jungkook. Él me lo diría sin pensarlo dos veces. 

«Uf, otra vez Jungkook...»

Desesperado por quitarme de la cabeza a don Grosero, tiro del cuello de la chaqueta de Tae en mi dirección. Cuando me dispongo a besarlo, él sonríe pero se aparta.

—¿Qué haces, Jimin? Nos está mirando todo el mundo —dice, y señala aun grupo de adultos que se están probando gafas de sol en un puesto. Me encojo de hombros con aire juguetón.

—No es verdad. Además, ¿qué más da? —Lo cierto es que me da igual. Normalmente sí me importaría, pero hoy necesito que me bese—. Bésame, por favor —prácticamente le ruego. 

Debe de haber visto la desesperación reflejada en mis ojos, porque me levanta la barbilla y me besa. Es un beso tierno y lento, sin apremio. Su lengua apenas toca la mía, pero es agradable.

Es familiar y cálido. Espero que el fuego se encienda en mi interior, pero no sucede. No puedo comparar a Tae con Jungkook. Tae es mi novio, al que quiero, y Jungkook es un idiota que se acuesta con un montón de chicos.

—¿Qué te pasa? —bromea él cuando intento pegar su cuerpo al mío. Me pongo colorado y niego con la cabeza.

—Nada, es que te echaba de menos, eso es todo —respondo. «Ah, y a noche te puse los cuernos», añade mi subconsciente. Descarto esos pensamientos y digo—: Pero, Tae, ¿puedes dejar de contarle a mi padre todo lo que hago? Me incomoda mucho. Me encanta que se lleven tan bien, pero me siento como un niño cada vez que, básicamente, me delatas con mi padre. 

Me siento aliviado al haberme quitado esa espinita.

—Bonito, lo siento muchísimo. Sólo estaba preocupado por ti. Te prometo que no volveré a hacerlo. De verdad. —Me pasa el brazo sobre los hombros y me besa la frente. 

Le creo. 

El resto del día transcurre mejor que la mañana, principalmente porque mi padre me lleva a un salón de belleza, donde me rizan un poco el pelo. Sigo teniéndolo igual de largo, pero el nuevo arreglo le da más volumen y ahora está mucho más bonito. 

Tae me regala los oídos durante todo el trayecto de vuelta a la residencia, y me siento genial. Me despido de ellos en la puerta y prometo una vez más que me mantendré al menos a ciento cincuenta kilómetros de distancia de cualquiera que lleve tatuajes. 

Cuando llego a mi cuarto, me siento algo decepcionado al encontrarlo vacío, aunque no estoy seguro de si esperaba ver a Jisoo o a otra persona. Ni siquiera me molesto en quitarme los zapatos cuando me tumbo en la cama. Estoy demasiado agotado, y necesito descansar. 

Duermo durante toda la noche y no me despierto hasta el mediodía. Al hacerlo, veo que Jisoo está durmiendo en su cama. Salgo a comer y, cuando vuelvo, ya se ha ido. 

Es lunes por la mañana y todavía no ha regresado, y empiezo a sentir una arta necesidad de saber qué ha estado haciendo durante todo el fin de semana. 

Jimin con rizos

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Jimin con rizos

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