Mingyu me envía un mensaje con la dirección: «2875 Cornell Road».
La copio y la pego en el programa de navegación de mi celular, que dice que está a quince minutos en coche.
¿Qué puede estar pasando ahí para que Mingyu me necesite?.
Cuando llego al lugar de destino, estoy tan confundido como al salir de mi habitación. Tae me ha llamado dos veces, pero no lo he cogido ninguna de ellas. Necesitaba que el GPS siguiera en la pantalla y, sinceramente, la expresión de desconcierto de su rostro me atormenta.
Todas las casas de la calle son enormes y parecen mansiones. Ésta, en particular, es al menos tres veces más grande que la de mi padre.
Es una vivienda de ladrillo antigua, con un jardín en pendiente que hace que parezca que está asentada sobre una colina. Es preciosa incluso bajo la luz de las farolas. Supongo que debe de ser la casa del padre de Jungkook, ya que no puede pertenecer a un estudiante universitario, y es la única razón que se me ocurre para que Mingyu pudiera estar aquí.
Respiro hondo, exhalo y subo los escalones. Golpeo con fuerza la puerta de caoba oscura y ésta se abre al cabo de unos segundos.
—Jimin, gracias por venir. Lo siento, sé que tienes compañía. ¿Ha venido Tae contigo? —pregunta Mingyu, y mira hacia el coche al tiempo que me indica que pase.
—No, está en la residencia. ¿Qué pasa? ¿Dónde está Jungkook?.
—En el patio trasero. Está fuera de control —suspira resignado.
—Y ¿para qué me has hecho venir? —pregunto lo más amablemente que puedo. «¿Qué tengo que ver yo con que Jungkook esté fuera de control?».
—No lo sé, sé que lo detestas, pero tú hablas con él. Está muy borracho, y se ha puesto muy agresivo. Se ha presentado aquí y ha abierto una botella de whisky de su padre. ¡Se ha bebido más de media! Y después ha empezado a romper cosas: todos los platos de mi madre, un armario de cristal, y básicamente todo lo que ha encontrado.
—¿Qué? ¿Por qué? Jungkook me dijo que no bebía. ¿Eso también era mentira?
—Su padre le ha dicho que va a casarse con mi madre...
—Vale. —Sigo confundido—Y ¿Jungkook no quiere que se casen? —pregunto mientras Mingyu me guía hacia la amplia cocina.
Me quedo boquiabierto al ver el auténtico desastre que ha organizado Jungkook. Hay un montón de platos rotos tirados por el suelo y una vitrina grande de madera volcada, con los cristales de las puertas hechos añicos.
—No, pero es una larga historia. Justo después de que su padre lo llamara para contárselo, se marcharon de la ciudad durante el fin de semana para celebrarlo. Creo que por eso ha venido aquí, para enfrentarse a él. Nunca pisa esta casa —me explica, y abre la puerta trasera. Veo una sombra sentada a una pequeña mesa en el patio. Es Jungkook.
—No sé qué crees que puedo hacer yo, pero lo intentaré.
Mingyu asiente. Se inclina y me coloca la mano en el hombro.
—Estaba gritando tu nombre —me dice en voz baja, y mi corazón se detiene. Camino hacia Jungkook y él levanta la vista. Tiene los ojos inyectados en sangre, y el pelo escondido bajo un gorro de lana gris. Abre unos ojos como platos, y entonces éstos se ensombrecen y quiero retroceder. Su aspecto casi resulta aterrador bajo la tenue luz del patio.
—¡¿Qué estás haciendo tú aquí?! —grita, y se pone de pie.
—Mingyu me ha... —contesto, y entonces desearía no haberlo hecho.
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Usado (+18)
Romance-¿Qué? ¡¿Qué, Jungkook?!-chillo aún más alto. -Yo... ¡Te quiero!-grita.