Prólogo

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1

La poesía vino a mí lo mismo que el amor. No por pura casualidad, sino por una necesidad. Y empecé a escribir para no seguir siendo quien era. Un tímido. Un olvidado. Escribí para encontrar mi otra parte. Para vivir.

Y me convertí en un poeta del silencio. No un poeta que calla, que es algo distinto, sino un poeta que busca y construye, sigiloso, el ritmo y la palabra precisa de la armonía, en las profundidades incógnitas del más íntimo silencio. Di libertad a mis propios sueños, mis propios deseos, mis propias esperanzas.

Ahora soy consciente que cada verso que escribo es una parte de mí que se da, que se entrega.

* * * * *

La poesía fue mi primer amor. El más sublime, el más perfecto. Después vinieron otros amores. Amores que no fueron confesados pero que están presentes, vivos en el poema.

Fueron esos amores de la adolescencia que se viven y se niegan con la misma intensidad. Amores prohibidos, irrealizables. En fin, amores que nos hacen perder la razón.

Amores que nos hicieron odiarlos. Y que por odiarlos no hemos podido aún olvidarlos. Esos amores que sólo fue posible contenerlos con un trago de aguardiente, con canciones de cabanga, con amistades poco recomendables.

Y en medio de tantas angustias, de tanto sentimiento confundido, de tanta pasión estremecedora, surgieron los versos más sencillos pero también los más comprometidos.

2

Amor es sentir en la sangre esos padecimientos raros que quitan el sueño.

Una combinación de locuras e ingenuidades. La expresión auténtica de un sentimiento que se manifiesta en las primeras trampas de la vida: la belleza de una rosa bañada en rocío, el despertar del alba, una noche de luna llena, el rumor de las aguas del río suavizando las piedras, y un nombre palpitando en el corazón, con cada respiro, con cada mirada disimulada.

El ritmo y la belleza de las cosas pueblan de sueños el espíritu; en las venas ya no corre sangre sino pasión; los deseos más profundos se expanden a todo el cuerpo y los secretos del corazón quedan al descubierto.

Los poros cerrados, se abren; las manos quietas, tiemblan; los pies que caminan seguros y firmes, tambalean; las palabras que no se dicen, se revelan en el silencio, en sólo una mirada; los días largos y aburridos se tornan alegres y entusiastas; la soledad se vuelve compañía.

3

Amor y soledad son manifestaciones poéticas de lavida.

Entre mi inocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora