(A una chavala de Cosigüina)
A unos ojos
que se azulan como el mar,
labios rojos
que se encarnan al besar.
A unos ojos
que tienen sabor a miel,
bellos ojos
que se funden en la piel
con miradas silenciosas
y transparentes,
con delicias misteriosas
y consecuentes.
Niña bella
que me induces a soñar,
blanca estrella
que iluminas mi pensar.
Rosa mía
que frecuentas mis dolores,
alma pía
que codicias mis amores.
Yo te ofrezco una sonrisa
bajo el cáliz de la brisa.