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— Realmente no comprendo esto Sanemi. Es que, no hay un razón lógica.
— Si la hay, para todo hay una explicación.
— Ajá. Como tú digas, pero, ¿un insecto qué no muere a pesar de estar decapitado? Parece ciencia ficción.

Ambos chicos conversaban de cosas al azar mientras sus pequeños dormían. Después de todo, era fin de semana y no había nada interesante por hacer.

— Inosuke, ¿cómo llegamos a esto?
— ¿A qué te refieres?
— A esto. A ser pareja. A casarnos.
— Bueno, realmente yo tampoco lo entiendo bien. ¿Sabes? Al inicio te odiaba, eras un idiota.
— Oye, tú tampoco te quedas atrás.
— Cómo sea. No lo sé, jamás pensé que fuera posible enamorarnos, ni siquiera pasaba por mi cabeza.
— ¿Recuerdas la primera cita?
— Mmmm... No. —sonrío y miró a su pareja— Realmente... Tengo recuerdos borrosos, tomamos demasiado.
— Bueno, debo admitir que yo tampoco la recuerdo. Pero, fue el inicio de toda mi vida contigo, cariño.

El de puntas azules sonrío con ternura por lo que dijo su pareja, claramente este matrimonio era muy bonito aunque se viera algo tosco o agresivo. Eran un par de empalagosos, era su forma de demostrar amor.

— Sanemi, gracias.
— No agradezcas nada. Todo lo que hago y haré, es porque te amo. Simplemente, no imagino una vida sin ti.
— No tendrás que imaginarla, jamás me iré de tu lado.

El mayor tomó la mano de su esposo y la acarició con delicadeza.

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Sabito estaba sentado en la sala del hospital, esperando a que esa maldita hora terminará y poder ver a su Giyuu. ¿Porque pasaba esto? ¿Porque otra vez tenían que sufrir la pérdida de un niño?

Suspiró con pesadez y cubrió su rostro, quería llorar, quería simplemente entender todo.

'¿Siempre estarás a mi lado?'
'Siempre, te lo prometo.'
'¿Y si un día dejas de amarme?'
'Eso jamás pasará.'

Esa fue la conversación la última vez que habían ido al médico por un aborto espontáneo, él prometió amarlo y quedarse a su lado siempre. No lo quería ver mal, solo quería que su lindo y joven esposo, dejara de sufrir cosas.

La infancia de Giyuu fue difícil, fue crecer en un hogar de maltratos, crecer sin nadie a quién acudir cuando algo le pasaba, crecer sin amor.

El único que se preocupaba por él, era Sabito. Y así era hasta el día de hoy, ¿algún día cambiaría? Jamás. Esa era su promesa.

Los minutos pasaron, y finalmente podía entrar a la habitación en la que estaba el pelinegro.

— Giyuu...
— Perdóname. De verdad perdo-

Fue interrumpido por un suave beso qué le brindó el pelicarne.

— No. No hay de qeu disculparse, todo esto, es solo una prueba cariño. Ya hemos pasado por esto antes, y esto, ni nada, hará que deje de amarte.

Giyuu contenía lágrimas qué no demoraron en invadir su rostro.

— Mi amor... No sufras, no llores —dijo Sabito envolviendo en un abrazo a su chico— Iremos a casa, y todo mejorará. Ya verás.

Sabito sonrío con dolor para brindarle tranquilidad al pelinegro, en el fondo el estaba destruido, tanto como su pareja. Pero tenía que demostrarle fortaleza, porque ellos eran uno solo.

Padres - Kimetsu no Yaiba / OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora