JASON XL

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Jason había encontrado a su hermana y la había perdido en menos de una hora. Mientras subían por los riscos de la isla flotante, no paraba de mirar atrás, pero Thalia había desaparecido.

Aunque ella había dicho que volvería a verlo, Jason tenía sus dudas. Ella había encontrado una nueva familia en las cazadoras y una nueva madre en Artemisa. Parecía tan segura y tan a gusto con su nueva vida que Jason no estaba seguro de si algún día él llegaría a formar parte de todo ello. Y parecía decidida a encontrar a su amigo Perseus. ¿Habría buscado a Jason con el mismo empeño?

"No es justo"—se dijo—. "Ella creía que estabas muerto".

Le costaba asumir lo que ella había dicho de su madre. Era como si Thalia le hubiera entregado a Jason un bebé—un bebé muy feo y chillón— y le hubiera dicho: "Toma, es tuyo. Carga tú con él". No quería cargar con él. No quería mirarlo ni reconocerlo. No quería saber que tenía una madre inestable que se había deshecho de él para contentar a una diosa. No le extrañaba que Thalia hubiera escapado.

Entonces se acordó de la cabaña de Zeus en el Campamento Mestizo: aquel pequeño hueco que Thalia había usado como litera, fuera de la vista de la ceñuda estatua del dios del cielo. Su padre tampoco era santo de su devoción. Jason entendía por qué Thalia había renunciado también a aquella parte de su vida, pero seguía resentido. No podía tener tanta suerte. Le había tocado cargar con el muerto.

Llevaba la mochila dorada con los vientos sujeta a los hombros. Cuanto más se acercaban al palacio de Eolo, más pesaba la bolsa. Los vientos forcejeaban, hacían ruido y se movían a tientas.

El único que parecía de buen humor era el entrenador Hedge. No paraba de subir dando brincos por la resbaladiza escalera y de bajar trotando.

—¡Vamos, pastelitos! ¡Solamente quedan unos miles de escalones más!

Mientras ascendían, Leo y Piper dejaron a Jason sumido en el silencio. Tal vez percibían su mal humor. Piper no paraba de mirar atrás, preocupada, como si hubiera sido él quien hubiera estado a punto de morir de hipotermia en lugar de ella. O tal vez iba pensando en la propuesta de Thalia. Le habían contado lo que Thalia había dicho en el puente—que podían salvar tanto a su padre como a Hera—, pero Jason no alcanzaba a entender cómo iban a conseguirlo y no estaba seguro de si esa posibilidad había despertado a Piper más esperanza que inquietud.

Leo se daba manotazos continuamente en las piernas, comprobando que no tenía los pantalones en llamas. Ya no echaba humo, pero el incidente del puente de hielo había asustado mucho a Jason. No parecía que Leo se hubiera dado cuenta de que le salía humo de las orejas y de que tenía llamas en el pelo. Si entraba en combustión espontánea cada vez que se emocionaba, iban a pasarlo mal para llevarlo a cualquier parte. Jason se imaginaba intentando pedir comida en un restaurante. "Quiero una hamburguesa con queso y... ¡Ahhh! ¡Mi amigo está ardiendo! ¡Traiga un cubo!"

Sin embargo, lo que más preocupaba a Jason era lo que había dicho Leo. Jason no quería ser un puente, ni un intercambio, ni nada por el estilo. Sólo quería saber de dónde había venido. Y Thalia se había quedado muy desconcertada cuando Leo había mencionado la casa incendiada del sueño: el lugar que según la loba Lupa era su punto de partida. ¿Cómo conocía Thalia ese lugar y por qué suponía que Jason podía encontrarlo?

La respuesta parecía estar cerca, pero, cuanto más se acercaba Jason, menos colaboraba ella, como los vientos que llevaba a la espalda.

También seguía pensando en su breve enfrentamiento con Litierses. No podía sacarse de la cabeza la emoción y adrenalina que había sentido. Amaba utilizar los puños y pelear, cada vez estaba más consciente de ello. Podía emocionarse y ponerse casi tan hiperactivo como Leo si se trataba de un combate, lo sabía.

GIGANTOMAQUIA: El Héroe PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora