DOS

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Al despertar, Iguro notó que no estaba en su finca, y que de paso, no tenía su haori puesto ni su katana, se sobresaltó y se levantó, buscó por el lugar, hasta que Shinobu entró. Obanai se dio cuenta que estaba en la finca de la mujer.

—Ara Ara Iguro–San, te vez muy bien, ¿como te sientes? —Cuestionó.

Iguro se llevó una de sus manos a su frente y trató de recordar algo, al menos, lo más mínimo, pero no pudo, todo estaba borroso, y presentía que tal vez no le convenía sobre pensar en aquello.

—Buenos días Shinobu, —devolvió el saludo—, solo con un poco de mareo, pero nada más. —Finaliza, para luego mirar a la mujer.

—Que bien.

Obanai preguntó por sus cosas, Shinobu le dijo que más tarde se las daría, pero que primero, tenía que tomar otra pastilla, una más pequeña que las otras dos. Pasadas las horas, uno de los cuervos llegó y se detuvo en una de las camas, luego informó.

—¡¡Reunión!! ¡¡Reunión!! ¡¡El patrón los solicita a todos!! —Exclamó el cuervo, para luego salir del lugar.

Ambos pilares se vieron, Obanai se sentía pegajoso, así que le preguntó a Shinobu si había un baño, ella asintió y le indicó donde estaba, y aunque ya había pasado muchas veces por la finca, no podía recordar dónde se ubicaban. Iguro caminó hacia el baño, se lavó y se sentía renovado, de echo, se sentía muy bien, más de lo que le gustaria abmitir.

Ambos salieron de la finca, y caminaron a la finca del Patrón, en el camino, Shinobu le preguntaba pequeñas cosas a Obanai, pero este no podía responderle, porque no podía recordar nada, ni el más mínimo detalle. Eso a Shinobu la tranquilizó, era mejor así.

Al llegar, ambos pilares se acercaron a los demás, Senemi Shinazugawa, el piler del viento, saludó como siempre lo hacía, Mitsuri se alegró mucho al ver a Iguro recuperado, aunque no podía sacar esa linda imagen de su cabeza.

Iguro en bolita, y aferrado al haori de Tomioka.

—¡Buenos días! —Saludo Kyojuro Rengoku, el Pilar de la flama, quien siempre mantenía una radiente sonrisa en sus labios—. ¿Te encuentras mejor Iguro–San? Me habían dicho que tenías fiebre. —Preguntó, luego se cruzó de brazos.

Obanai negó.

Solo era una fiebre pasajera, no te preocupes, Rengoku–San. —Afirmó.

Luego de la charla, ya estaban todos los pilares, a excepción de uno, el cuál, Shinobu, Shinazugawa e Iguro notaron. Dos niñas parecieron, y ambas hablaron al mismo tiempo.

—El dueño de la mansión, a llegado.

Todos los pilares presentes se callaron y se inclinaron ante la presencia del hombre, había un aura tan pacifica en el, que todos disfrutaban de la presencia.

Buenos días a todos, ¿como se encuentran hijos míos? —Ante la pregunta, el pilar de la llama fue quien respondió.

—¡Nos alegra de que goce de buena salud patrón! ¡Todos estamos en perfectas condiciones! ¡El día de hoy, el cielo se encuentra despejado, pero creo que va a llover más tarde!

—Muchas gracias Rengoku, siempre tan amable. —Dijo, luego movió su cabeza, parecía que el hombre notó la falta de uno de los tantos pilares—. Díganme algo, ¿donde esta Giyu Tomioka?

Todos los pilares se miraron unos a los otros, luego, voltearon a ver hacia la dirección de Obanai, pues Giyu siempre se hacía a un lado de el.

—Parece que no a llegado. —Dijo el Pilar de la Roca, quien dejó caer lágrimas de sus ojos— . ¿Le abría pasado algo? El nunca falta, y nunca llega tarde... Rezaré para que no le pase nada.

Mi primera vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora