DÍEZ

1.4K 101 34
                                    

Los dolores de cabeza fueron muy seguidos, y no solo eso, Iguro se fue debilitando cada día, Mitsuri estaba al borde de buscar a Tomioka, pero la joven no podía dejar a Iguro solo, tenía que por lo menos, atenderlo. Durante los siguientes días, no le pidió ayuda a Shinobu, pues Tomioka le había mandado una carta, la cual le pedía que no recurriera a ella en ningún momento.

Iguro por alguna razón, solo se aferraba a la almohada de Mitsuri, una grande y muy esponjosa, la cuál disimula un cuerpo humano, Iguro se aferraba a aquella cosa con mucha fuerza, era como si se estuviera sintiendo solo o abandonado. Durante toda la mañana, Mitsuri le dio de comer y lo abrigo a bañarse, pero Iguro al principio se negaba, no quería separarse de la almohada. Al final cedió a las peticiones de la chica, quien salió y lo dejo solo, pero antes de salir, le dejo una yutaka, para que se sintiera mejor.

Me siento... Me siento tan solo... ¿Qué es este sentimiento? —La mano de Iguro se apretaba en su pecho con fuerza, las lágrimas se combinaban con el agua tibia—. ¿Por qué me siento de esta manera? Tengo miedo.

Iguro lloro en silencio, se sentía solo, aunque tenía la compañía de su amiga, no era suficiente para calmar a su insaciable corazón, quien le pedía con insistencia que lo buscara, pero Iguro no sabía a quien, ¿a quien debe de buscar? ¿Por qué? ¿Acaso es importante? Luego de desahogarse por completo, Iguro salió del baño y vio la yutaka en la única mesa de la habitación, inconsciente mente, Iguro sonrió y sus ojos brillaron con intensidad.

Qué lindo. —Dijo, tomando entre sus manos aquella bella tela—. Huele bien.

Al terminar, Iguro salió de la habitación y cuando lo hizo, Mitsuri corrió hacia el, para poco después verlo y analizarlo, Iguro se veía tan lindo con la yutaka, que Mitsuri no pudo evitar sonrojarse, o bueno, sonrojarse por la vergüenza de no ser disimulada.

¡Iguro-San! ¡Te vez tan lindo! —Mitsuri halago entre gritos—. Sabia que te ibas a ver muy bien con esos patrones, soy la mejor. —Mitsuri llevo una de sus manos a su pecho, luego sonrió orgullosa. Iguro reía y asentía a todas las palabras de la chica.

Me gusta, muchas gracias Mitsuri-San. —Agradeció el azabache, bajando su mirada.

Ambos salieron de la casa y se sentaron frente a la puerta de la finca, ambos estaban a metros de esta, pero la finca de Tomioka es grande, además de tener un jardín, una pequeña fuente y dos grandes arboles, Mitsuri se sorprendió, pues para alguien quien vive solo, es un lugar muy grande y solo, por lo que la chica se sintió triste.

Iguro estaba sentado a un costado de ella, los dos pilares observaban el maravilloso cielo, las grandes y blancas nubes, además de los hermosos cantos de los pajaritos cercanos, el aire del lugar era tan suave y cálido, que Iguro se empezó a sentir somnoliento.

Sabes Iguro-San Mitsuri hablo de repente, haciendo que la somnolencia de Iguro desapareciera de a poco. Iguro volteo a verla—, yo siempre e querido estar al lado de un alfa fuerte y determinado, que me quiera como soy, sabes que soy muy glotona, —un ligero sonrojo se pintó en las blancas mejillas de Mitsuri, quien río—, te tengo mucha envidia Iguro-San, y no sabes cuanto deseaba tener a Tomioka-San a mi lado. —Mitsuri levantó su mirada nuevamente, observo el cielo, y luego, volteo a ver a Iguro con sus brillantes ojos, los cuales mostraban su inmensa tristeza.

Iguro sintió una punzada en su pecho, Mitsuri le sonrió a duras penas. Ambos se miraban sin decir algo, el ambiente se volvió pesado y nostálgico.

Yo de verdad quería estar en tu puesto, ser la pareja de Giyuu-San el resto de mi vida... Pero ocurrió el accidente, y no pude hacer nada.

Mi primera vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora