Capítulo 18

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Ambos pecosos seguían caminando por las calles de la ciudad, completamente ajenos a lo que sucedía a su alrededor, pero sin ignorar que se estaban exponiendo al peligro. Sus manos se encontraban entrelazadas, mientras que las otras iban en sus bolsillos.

Victoria entró a la tienda y compró varios paquetes de cigarrillos, mientras que Finn la esperaba fuera, mirando atentamente a su alrededor. Al salir, posó un cigarrillo en su boca, a la vez que lo prendía con las cerillas que le había quitado a John de su bolsillo, mientras éste se encontraba hablando con el pequeño de sus hermanos.

–Sabes que si John se da cuenta de que has sido tú la de las cerillas, te matará, ¿no?

–Le diré que todo ha sido culpa tuya, y me creerá.– burlona lo miró, con una amplia sonrisa dibujada en su cara.

–Pero serás...– los dos comenzaron a correr calle arriba, mientras Vicki escapaba y Finn intentaba atraparla.

Seguía avanzando por la vía, hasta que Finn logró alcanzarla, agarrándola por la cintura. La cogía en aire, a la vez que se movía hacia el callejón que estaba a su derecha. Vicki iba a reír, pero escuchó una voz particular, por lo que posó su mano en la boca del pecoso, quien también tenía intención de carcajear, tirando previamente el cigarrillo al suelo.

–No sé qué haremos. Nuestro objetivo es ella, pero si capturamos al pequeño de ellos, la tendremos. Es obvio que si tenemos a uno, tenemos al otro.

Ambos pecosos se miraron, para luego visualizar como dos hombres con sombrero y trajeados, caminaban calle abajo, sin darse cuenta de que a quienes buscaban se encontraban a escasos metros de distancia. No pudieron escuchar cómo continuaba la conversación, pues ya se encontraban demasiado lejos como para entender lo que decían. Vicki retiró su mano de la boca de Finn, para luego hablar.

–Eso ha estado muy cerca.– suspiró pesada.

–Si llegamos a tardar un minuto más, nos hubieran pillado.– afirmó, asintiendo con la cabeza. –Prácticamente nos habrían atrapado por sorpresa.

–Pero no ha pasado... Creo que ya está despejado.– musitó, acercándose a la entrada del callejón y asomando cuidadosamente su cabeza para comprobarlo. –Todo listo.

–Vámonos antes de que empeore.– agarró su mano y tiró de ella, para comenzar a caminar calle arriba.

–Ni una palabra a nadie.

–A nadie.– afirmó, mirándola.

Siguieron su camino hasta llegar a la casa de los Shelby, no sin antes asegurarse que no los habían seguído. No podían permitirse volver a cometer otro error como el que casi habían cometido antes, el cual casi acaba con ellos. Cuando entraron al interior del recinto que rodeaba la casa, se dieron cuenta de que John se encontraba en el jardín. Otra cosa de la que también se percataron, es que éste estaba buscando algo en los bolsillos de la gabardina, mientras en la boca posaba un cigarrillo. Esto provocó que ambos pecosos se miraran instantáneamente.

–Mierda.– musitó la pelinegra, dándose cuenta de lo que estaba buscando. –Tienes que entretenerlo, mientras subo por la ventana.

–Sube con cuidado.– asintió, acercándose a su hermano.

Victoria se aseguró de ir por todas las flores, arbustos, y todo lo que fuera capaz de taparla. Parecía que todo iba bien, ya que John hablaba animadamente con su hermano, y ni siquiera se había percatado de su presencia. Llegó hasta la ventana de la cocina, y buscó algo a su alrededor para poder utilizarlo como escalera, y así poder subir. Cuando, al fin, encontró una especie de cubo para subirse, no se dio cuenta de que su pie se había enganchado con la manguera. Al moverse, cayó al suelo y la manguera se activó, provocando que fuera de todo, menos sigilosa.

–Me cago en la puta.– maldijo, intentando parar el riego de agua que expulsaba la manguera, que estaba provocando que se empapase por completo.

Antes de poder darse cuenta, John y Finn ya se encontraban allí, provocando que todas sus intenciones fueran destruidas.

–No he podido entretenerlo más.

–¿Cómo que entretenerme?– John frunció el ceño, pero se dio cuenta de por qué lo decían, ya que del bolsillo de la chaqueta de la pelinegra, sobresalía un paquete de cerillas. –Así que fuiste tú...

–Fue Finn, lo juro.– aseguró, levantándose.

–¡Oye!– exclamó indignado, mientras cogía la manguera.

–Ni se te ocurra, Shelby.– lo apuntó con el dedo, retrocediendo lentamente hacia atrás.

–Con que Finn, eh.– añadió John, compartiendo una mirada con su hermano, para luego asentir con la cabeza, mostrando una gran sonrisa.

Victoria iba a volver a quejarse, pero volvió a sentir como el agua de la manguera impactaba contra su cuerpo. Soltó un chillido, a la vez que intentaba escapar, pero John la había sujetado, mientras se aseguraba de que no se escapase. Como los tres estaban en su mundo, no se dieron cuenta de que Michael había aparecido en escena, causando que John pegase un brinco y aflojase su agarre sobre la chica, provocando que ésta pudiera escapar. Aprovechó para ponerse detrás de Michael, cosa que sorprendió a éste, mientras John maldecía varias veces, debído al susto que se había llevado.

–No vale esconderse, pecas.– comentó Finn, acercándose.

Cuando llegó a la altura de Michael, se dio cuenta de que ésta ya no se encontraba allí. Giró sobre sí mismo y miró a los dos chicos, todavía sin entender nada, ya que se suponía que tenía que estar ahí.

–Cariño.– se escuchó a su espalda, seguido de un abundante chorro de agua.

Victoria había logrado distraerlo y escabullirse hasta donde se encontraba la otra manguera la cual se encontraba prácticamente al lado de la primera. Activo el agua y comenzó a mojar a los tres chicos, a la vez que éstos intentaban escapar. John le arrebató la manguera a Finn y apuntó hacia la pelinegra, provocando que ésta se empapara de nuevo.

–¡John!

Ada apareció en el lugar, viendo que al parecer ninguno de los presentes tenía pensado parar con lo que fuera que estaban haciendo. Ninguno de los implicados se había dado cuenta de su presencia, hasta que habló, causando que más de uno pegase un brinco.

–¿Se puede saber qué hacéis? Llevo escuchándoos un buen rato.

–Ha sido todo culpa de la enana.– señaló John, algo burlón.

–Tendrás huevos.– susurró Vicki, a la vez que volvía a apuntar la manguera hacia él. –Jodete.

–Confirmo.– asintió Finn, provocando que su novia abriera la boca en forma de asombro.

–Tenéis que parar, al menos antes de que Tommy aparezca y se dé cuenta de lo que estáis haciendo.– comentó. –¿Habéis visto cómo tenéis todo?

Ante este comentario, John y Victoria conectaron miradas de manera instintiva. Estaban seguros de que se les había ocurrido la misma idea. No tenían ni que emitir palabra, pues sabían perfectamente lo que estaban pensando. Ahora ambas mangueras apuntaban hacia Ada, quien no paraba de maldecir a ambos jóvenes, emitiendo todo tipo de insultos hacia ellos.

–¡John! ¡Vicki!– exclamó, intentando esquivarlos. –Juro que os voy a matar.

𝐊𝐈𝐄𝐋 (2) | Finn ShelbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora