Capitulo 25. Kami

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Monoma Neito

Estaba un tanto nervioso, los meses habían cambiado muchas cosas en mi vida y esto parecía más un sueño que una realidad.

De la mano de Shinso, apoyamos a Touya en sus planes, para mí esposo fue difícil actuar contra su padre, cosa que no culpo, eran familia al final del día y si bien cayó en una depresión al ver a su padre tras las rejas, estuve siempre a su lado sosteniendo a ese alfa que se sentía tan expuesto, soportamos el odio de mi suegra y los problemas que trajo consigo la caía de SA.

Shinso quedó como el legítimo heredero de todo el patrimonio familiar y su madre quedó barada como un barco sin capitán, intenté acercarme a ella, de Omega a Omega, pero fui repelido y odiado.

Era difícil reconstruir una relación familiar que ni siquiera existia.

Con la victoria de Touya, hubo muchos cambios y fue un hito histórico al ver que el senado al fin apoyaba la abolición de los artículos que tantos problemas habían causado, en una votación de 338 contra 15, los betas fueron reconocidos como iguales y se levantaron los matrimonios obligados,  hubo criticas sobre el riesgo de la disminución poblacional, pero fue abruptamente acallado con un plan de contingencia por parte de Tomura, quien expuso el almacenamiento de pruebas en los hospitales para realizar inseminaciones y los apoyos económicos para familias de más dos hijos.

La ciudad era un caos, pero era para bien.

Y hoy después de tantos años, naceria con derechos y seguridad la primera beta dentro del mando de Touya.

–¿Nervioso?

Me pregunta Shinso, ambos estábamos en el hospital esperando a que una enfermera nos presentara a nuestra hija.

–Demasiado, espero que se parezca a ti–tomo su mano y escucho el llanto detrás de unas grandes puertas blancas.

–Ya nacio.

Mis manos sudaban y quiero abrir la puerta, pero la enfermera se adelanta, traía en sus brazos un bultito blanco.

–Es una hermosa beta sana –nos dice la enfermera y me da al bebé, siento que mis piernas podrían fallar, pero Shinso me sostiene.

Esto era real, el bebé en mis brazos estaba vivo y era hermosa.

Tan pequeña e indefensa con apenas visibles mechones púrpuras, tan linda pese a que lloraba, aunque se detiene al sentir la mano de su padre en su mejilla.

–Somos padres.

Y la abrazo más a mi pecho.

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