34. Que la guerra comience

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Lily

Cindy vuelve a revisar hoja por hoja. Sus ojos no pueden creer lo que están leyendo, es la tercera vez que la da una revisada a todos los documentos. Su mirada es una batalla de emociones, su rostro trata de mantenerse inexpresivo, seguro piensa que manteniéndolo así tendrá un escudo contra nosotros para no verla flaquear, está claro que no confía en nosotros, pero cada vez que va leyendo más se ve obligada a tan si quiera darle la razón a esos papeles. Por otra parte, su mirada denota tristeza, sorpresa, enojo, pero sobre todo la decepción es la que se roba el protagonismo. Después de todo Cindy sí consideraba a Mary parte de su familia.

Mark no le ha quitado los ojos de encima a Cindy, también trata de mantenerse inexpresivo, pero al igual que Cindy sus ojos lo delatan. Se ve preocupado, ansioso y triste debido a la revelación que tuvo que hacer frente a Cindy hace un rato. Ahora nos encontramos en la casa de Mark, después de que consiguiera convencer a Cindy de ver los documentos regresaron al café y la rubia al ver el primer papel fue la primera quien propuso en irnos a otro lugar más privado, Henderson propuso su casa y ahora aquí estamos, los tres sentados en la sala.

—Esto ¿desde cuándo lo saben?—cuestiona fría la rubia después de terminar de leer por tercera vez toda la evidencia.

—Desde ayer—responde rápidamente Mark—Las pruebas me llegaron ayer y yo hace no mucho que le conté a Lily. Yo ya tenía mis sospechas desde que empecé a involucrarme con Mary, pero no tenía nada en concreto.

—Bien—apila los documentos—Quisiera poder decir que me encargaré de esto yo sola, pero reconozco que tú también eres parte de esto Mark—me ve—todos, de hecho. Juntos arreglaremos esta situación, pero que quede claro que esto lo hago meramente porque...

—Porque sabes separar lo profesional con lo personal. Lo sé—complementa Mark sorprendiendo a Cindy, asiente con la cabeza.

—Y después de esto no mantendremos contacto alguno. No quiero volverlos a ver, agradezco que me hayan dicho de esto, pero ya estoy harta de que siempre me lastimen así. Necesito tiempo y filtrar personas de mi vida—dice segura.

Tanto Mark como yo no refutamos ante ello. Puedo imaginarme cómo se siente Cindy ya que yo alguna vez dije aquellas palabras.

—Como digas—accede Mark.

—Perfecto. Bueno esta mujer no es tan inteligente porque no le servirá matarnos a mi padre y a mí. ¿Enserio es muy estúpida para creer que me padre le dejaría la empresa teniéndonos a ambos muertos?—una leve sonrisa que no es de alegría se apodera de sus labios—Para su mala suerte así no funcionan los negocios—encara a Mark— al final ibas a salir ganando.

El rubio se ve confuso ante las palabras de Cindy y yo tardo en atar hilos.

—Mi padre nos veía un gran futuro juntos, lo suficiente como para empezar a afiliarse con tu familia, de hecho no era porque nos viéramos muy lindos ambos sino su gusto por ti era meramente profesional—empieza por contar y ahí es cuando ato cabos. Ahor todo tiene sentido—A papá le gustó tu estatus y te vio como el próximo heredero de la empresa familiar—Mark abre los ojos par en par—No te emociones tanto que solo atestiguó que en dado caso de que me llegase a pasar algo a mí, mi futuro cónyuge sería el responsable de manejar el negocio familiar ¿por qué crees que le fue tan importante hacer negocios con tu familia? Dio por sentado que serías mi esposo—esto último lo dice con un ápice de dolor en su voz.

Espero a que Mark responda, pero es la primera vez que se queda mudo. Nunca creí que Cindy sería quien lo dejase sin palabras. Trato de salvar el silencio incómodo que se ha hecho presente.

—Pero eso no quiere decir que si Mary se llega a enterar entonces también tendría que ir a por Mark ¿no?

Cindy asiente.

Hermoso RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora