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Gael:

—¿Me dirá el problema que la acarrea?

La princesa se voltea sorprendida, vine aquí solo a distraerme por todo lo que me rodea y no espere que ella me siguiera, también por insomnio, pero mi insomnio tiene un nombre, el nombre de una mujer y desconozco el de la princesa.

—Lamento obligarlo a acompañarme, su alteza. —Se disculpa. —¿Tan obvia soy?

Asiento.

Ella sonríe despacio y se sienta en el banco, hago lo mismo a su lado.

—Entiendo que la situación de mi reino no es desconocimiento para un reino vecino.

Bajo la mirada y lo reafirmo.

—Quizás Damaria no sea el reino más próspero de todos, pero es de donde vengo y el cariño que le tengo es inmenso. —Me hace saber ella. —Soy su princesa y mi madre su única reina... y deja de serlo pronto cuando el próximo sucesor a la corona suba.

Mantengo mi silencio.

—Hay otro candidato. —Sus manos se forman puños. —Ambos competimos por subir a ese trono, es una disputa eterna hasta que uno finalmente pueda ocupar el lugar y... no puedo hacerlo yo sola, no sin un esposo.

—Princesa.

—Me dijeron que el príncipe de Arcaría requería una esposa pronto, por eso pensé... pensé que podríamos ayudarnos mutuamente.

De donde habrá salido eso, suena a mi padre aprovechando el convenido para darme una esposa.

Me pongo de pie y ella también.

—Se lo ruego, príncipe.

—No debe rogar, princesa.

—Estoy desesperada. —Me anuncia ella. —Cuando el tiempo concluya el tomará mi reino.

Un reino que también es de esa persona por lo que entendí.

—Es una disputa eterna... —Sigue ella. —Sé que usted no me ama y no puedo engañarme tampoco, pero un rey hace lo necesario por su reino.

Sus palabras se cuelan muy dentro de mí, trago saliva y le doy la razón.

—Es lo que hace un rey.

Sonríe despacio.

—No le pido tomar una decisión antes de conocernos. —Asegura. —Solo pido una oportunidad de ser elegida su esposa, su alteza.

La observo desesperada y mi nobleza puede más, lo acepto, pero jamás espere lo que sucede a continuación y es un beso, uno que por respeto no rechazo, pero tampoco devuelvo.



(***)



—¿No es muy temprano para esta intromisión? —Se exaspera mi padre cuando ingreso a su habitación a primera hora en la mañana.

—Estuve a punto de ingresar en media madrugada, pero ahora estoy aquí.

—¿Qué sucede, hijo?

No dejo de caminar frente a él.

—¿Sabías la situación de la princesa de Damaria y tu mejor plan fue usar a ambas familias?

—Ambas familias ganaban, ella quiere un esposo y tú necesitas una reina a tu lado.

—Lo que yo necesito no es un arreglo, padre.

—Gael.

—Tu hijo no ama a esa mujer.

Reportando a la Realeza (#2 Amores en la Realeza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora