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Gael:

"Te amo, Gael"

La confesión borra mis molestias y mi dolor, no espero segundos en los que pueda usar para arrepentirse, me lanzo sobre ella, besándole la boca y la levanto de la cintura, sus manos me rodean el cuello y su boca me corresponde, mientras en medio de besos desesperados y que me dejan sin aliento, la traslado a la cama.

Acaricio sus muslos en cuanto los tengo apretándome la cadera, rozo en el centro y gime en mi boca excitada.

—Como me haz torturado, maldición. —Digo agotado de toda esta semana y empiezo a desvestirla, sus manos hacen lo mismo, intentan quitar cada prenda y mi cuerpo hierve cada vez que su toque me roza la piel desnuda.

La erección me aprieta y me la libera justo a tiempo, tomándola con las manos, me la acaricia en medio de besos y se acomoda sobre mi rozándose contra ella.

—Mierda.

Le toco el sexo y Grace solloza en mi boca cuando empiezo a frotar de arriba abajo, mi palma se empata con su humedad y mi boca se vuelve agua, la hago caer y le abro las piernas, no lo soporto y escondo la cabeza entre sus piernas, deleitándome con el sabor de su néctar.

—Ah... Ah...—Intenta callar sus sollozos y le bajo la mano. —Dios mío... Gael... yo...

Empiezo a masturbarla con los dedos y ella se retuerce.

—Ah... Gael, nece...

Grace solloza con mi toque.

—Gael, te necesito...

—¿Qué necesitas? Tendrás que ser más clara.

Se pone nerviosa y quizás es su nerviosismo lo que impulsa su iniciativa, ella me derrumba y se coloca encima, me pierdo en ella y de un momento a otro ya me encuentro dentro y ella, disfrutando mientras me monta.

—¿Esto era lo que necesitabas? —Llevo la mano a su trasero y lo hago ir más hondo.

—Oh dios...

Grace clava las manos en la piel de mi abdomen y empieza a moverse, el cabello lo tiene alborotado y los pezones completamente erectos, los que logro ver saltar en cuanto se mueve, mis manos van sobre ellos y aprieto, masajeo y juego con ellos, echo la cabeza hacia atrás mientras Grace se mueve a su antojo, llena de deseo y bañada en excitación.

—Así... maldición, Grace... Mantente así... —Le pido y le estrujo una nalga. —Maldita sea...

La miro a los ojos.

—Ven aquí. —Le pido y la hago caer debajo de mí, la penetro yo esta vez y desde mi primera estocada, comienzo a darle más duro.

Gime en medio de besos y me coloca las manos en el trasero, rompiendo el beso y volviendo a darme uno nuevo.

—Ah ....

—Te amo, Grace. —Le prometo y sus ojos me observan. —Te amo tanto.

Ella sonríe y levanta las caderas, sus manos me cogen la nuca mientras la embisto, perdiendo el control dentro de ella.

—Yo también... —Respira agitada. —Dios mío, te amo tanto, Gael.



(***)



La mañana siguiente siento el pánico de despertar solo y gran alivio es el que siento cuando veo la espalda desnuda a mi lado, sonrio embelesado por su presencia y le rodeo con los brazos por detrás, beso su cuello y ella poco a poco se despierta.

—Buenos días...

Se estira y alcanzo a darle un beso casto en los labios, la miro a los ojos acomodándome a su lado y termino sobre ella otra vez, le beso en el cuello, entre los senos y bajo a los pezones, pellizcando.

—Eso te da cosquillas.

—Anoche no te daban cosquillas, recuerdo un rostro muy excitado mientras la penetraba, Grace.

Me cubre la boca y se ríe, le quito la mano y me ubico dentro de ella, vuelve a gemir mirándome a los ojos.

—¿Seguirás siendo egoísta conmigo, Grace?

Asiente conmigo dándome seguridad.



(***)



Ocultar mi felicidad es casi imposible igual que aguantarme besarla cuando la veo y perdido en ella, olvido una de las cosas que deje pendiente...

Hasta que ella misma viene a recordármelo cuando ingresa al palacio.

La princesa de Damaria.

—Hola. —Saluda a Grace y vuelve su atención a mí. —Lamento venir de improviso, pero me urgía verlo... ¿Podre tener un momento a solas con usted?

Le pido que vayamos al jardín y le doy el pase antes de acercarme a Grace.

—No es lo que...

—¿Parece? —Completa por mí.

—Tengo que arreglar esto y después solo seremos los dos.

Grace asiente despacio.

—Te amo. —Le prometo y salgo de la habitación, dirigiéndome al jardín, donde la princesa me espera.

Llego a su lado y noto su nerviosismo.

—Digame, princesa.

—Yo...

Ella calla enseguida.

E intuyo lo que va a decirme.—¿Acaso me tienes una respuesta, princesa?

Asiente con la cabeza. —La tengo.




Hola.

Tuvimos una maratón hoy xD

Disfruten de los últimos capítulos, nos quedan seis más el epílogo.

Nos leemos.

>>Yiemir.

Reportando a la Realeza (#2 Amores en la Realeza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora