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Mientras subía las escaleras no podía sacar aquel peli-negro de sus pensamientos era tan guapo, que si se queda un poco más en el mismo lugar que él haría una tontería.

¿Como alguien podía tener una sonrisa tan perfecta? Debería ser un pecado ser tan atractivo.

Aquellos eran los pensamientos que corrían por la mente de la rubia. Cuando su madre le dijo que era perfecto no se imagino que tanto.

Su forma de hablar, su forma de mirarla. Cómo si ella fuera la tercera maravilla, sabía que era hermosa, pero él la miraba como pudiera ver a través de ella. Cómo si supiera todo lo que ella sabe.

Era algo imposible porque apenas lo conocía, pero su mirada es tan intensa que te hace cuestionar muchas cosas. Su sonrisa, oh su sonrisa. Es perfecta.

Entro a su habitación con el corazón latiendo más de lo normal, sabía que tenía que calmar sus emociones, pero jamás había sentido aquello. Ni siquiera con su novio. Se tiró a la cama después de dejar el vaso de jugo en la mesita de noche.

Ahora se recordaba que tenía unas cuantas llamadas de Damián, con quién tiene una relación de hace unos meses.

Ella en verdad no siente que lo ama lo suficiente, si siente cariño por él, pero más de ahí no.

Por eso no le dolió mudarse a otra cuidad, y sabía que tenía que terminar aquella relación, ya que sabía que podría salir algo mal. Pero no se siente preparada para lidiar con el intenso de Damián.

Cogió su teléfono dudando si llamarlo, pero volvió a dejar el teléfono de lado.

Pasaron algunos minutos desde que subió a su habitación. Se giro hacia la puerta, cuando escuchó a su madre entrar, está iba vestida elegantemente. Llevaba su rubia melena suelta y un vestido pegado al cuerpo, se veía muy diferente.

—Estas guapísima mamá. — halago la rubia con asombro mirando a su madre, quién sonrió mientras se acercaba a ella.

—¿Cariño estás bien? — preguntó Rafaella con preocupación.

—¿Eh? Si, si. ¿Porque? — Inquirió confundida.

—Es que has salido de la cocina como una bala. — dijo acariciando su cabello.

—No es nada mamá, solo quería subir a mi habitación. — dijo con una pequeña sonrisa, tratando de ocultar su nerviosismo.

to the last beat || nick leister Donde viven las historias. Descúbrelo ahora