TTLB [❤️] ❝te amaré hasta el último latido❞
Quién iba a pensar que aquella hermosa y tierna rubia, sufría de una enfermedad del corazón.
❛𝖫𝖺𝗌 𝗉𝖾𝗋𝗌𝗈𝗇𝖺𝗌 𝗆𝖺́𝗌 𝖻𝗎𝖾𝗇𝖺 𝗌𝗈𝗇 𝗅𝖺𝗌 𝗊𝗎𝖾 𝗆𝖺𝗌 𝗌𝗎𝖿𝗋𝖾𝗇❜
Inicio: 20/6/23
Fin: ??
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(...🏎️...)
La menor iba divertida en la Mercedes de William, ya que su hermana no dejaba de poner cara de asco al escuchar a la pareja susurrar cursilerías entre ellos.
—Te hubiese evitado esto, si hubiese aceptado la propuesta de Will. — dijo la menor con una sonrisa divertida.
William le había dicho que si querían ir con Nicholas en su auto antes de salir de casa, pero Noah con lo orgullosa y terca que era solo respondió "No me subiré al coche de una persona no sé cómo conduce, y menos con mi hermana", mientras llevaba a su hermana arrastró hacia la Mercedes.
Ahora allí iba en el auto arrepentida de no aceptar la propuesta a Nicole no le molestaba, por lo que acarició el pelo de su hermana en modo de consuelo.
Le ojis-miel miró su teléfono cuando esté sonó, soltó un suspiro profundo mientras leía el mensaje en la pantalla.
"¿Que pasa nena, porque no me contesta"
No había respondido sus llamadas tampoco sus mensajes. Cuando decidió contestar, por instinto miró por la ventana encontrándose con su hermanstro quien tenía una sonrisa en sus labios, y el entre sus dedo se encontraba un cigarrillo.
Se veía sexy manejando aquel coche, el cual había dejado encantada a la rubia, cuando lo vió por primera vez.
Vio como este lanzaba el cigarrillo en medio de la calle, mientras le guiñaba un ojo, sacándole una mini sonrisa a la ojis-miel.
—Imbécil. — miró a su hermana, quién miraba como el coche del Leister los rebasaba. —No comprendo como puede caerte bien. — dijo la rubia mirando a su hermana.
—Es agradable, y guapo... — susurró sin darse cuenta, ignoró la mirada interrogante que le lanzaba su hermana.
Unos minutos después llegaron a una parte apartada rodeada de grandes campos muy bien cuidados.
A pesar de que ya era de noche un gran camino iluminado le daba la bienvenida al Club Náutico Mary Read.
Antes de dejarlos pasar , un hombre que hacía guardia en una elegante cabina junto a la barrera se quedó mirando el Jeep.
En su rostro surgió un signo de evidente reconocimiento.
Claro era William Leister. William estacionó en el hermoso y lujoso restaurante.
—Vuestra tarjetas de socio llegarán en la próxima semana, mientras, pueden usar mi apellido. — dijo William, haciendo que la menor mire a su madre quién la miraba con una pequeña sonrisa.
—¿Eso no puede generar un poco de confusión? — preguntó con el ceño fruncido.
—¿Confusión, por qué? — Inquirió William, mientras seguían caminando hacia el restaurante.
