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Natasha's POV

El restaurante parecía la típica cafetería americana que solía ver en las películas que le gustaban a mamá. Nos sentamos en el fondo, a pesar de que estaba casi vacía. Wanda se entretenía viendo el menú con una determinada concentración, sonreí, achicaba sus ojos y se acercaba a la carta como si fuera una niña pequeña, arrugaba su nariz cada vez que algo no era de su agrado y murmuraba para sí misma cada uno de los ingredientes de cada plato. 

Se me encogió el corazón. Sentí la necesidad de no apartar la mirada de su cara, ni siquiera me importó si se daba cuenta o no, solo quería mirarla, aprenderme de memoria cada una de sus facciones y perderme en esos intensos ojos verdes. 

Me detuve ahí. Amigas, solo amigas, ese era el trato.

-¿Ya saben que van a pedir? - La voz chillona de la camarera me obligó a salir de mis pensamientos. Me sobresalté cuando Wanda estampó ligeramente el menú contra la mesa y le habló a la mujer junto a nosotras con una sonrisa enorme.

-Sí, yo voy a querer una hamburguesa de queso tradicional con extra queso y extra tocino, papas fritas y unos aros de cebolla... ¡Ah! Y una malteada de frutilla. -me miró a los ojos por un milisegundo mientras tomaba aire - Ella va a querer unas papas con salsa de queso, una hamburguesa tradicional con extra pepinillos, un corndog relleno de queso y pepinillo, y una coca cola, la más grande.

-Entendido, señorita. Enseguida vuelvo con su pedido.- La camarera se retiró sin darle importancia ni al estado de Wanda ni a la orden ridículamente grande que había solicitado. 

-¿Podría traer también 2 straws para la malteada? - gritó, pero la camarera ya iba tres puestos más allá. Wanda se giró hacia mí con una sonrisa en la cara. Ni siquiera me importó que pidiera por las dos, eso hacían las amigas, ¿o no? -  ¿Y bien? Cuéntame algo de ti.

-Jamás he probado los pepinillos. - la miré con culpa. Ella abrió la boca fingiendo indignación.

-¿Nunca? ¿De dónde vienes, de la luna? - giró los ojos.

-De Volgograd, en Rusia, de hecho. - contesté con voz calmada.

-Eso es lejísimo, ¿a qué viniste a los Estados Unidos? - Habló un  poco más alto de lo normal y las personas que estaban unas mesas más allá se quedaron mirando, yo me encogí en mi asiento.

-Baja la voz- susurré- vine a estudiar, duh- ella esperó a que continuara, suspiré - Supongo que vine a reclutar mujeres para luego sacarle sus órganos y venderlos en mi país. - me encogí de hombros y ella se tapó la cara y fingió terror. Estaba a punto de decir algo cuando la camarera nos interrumpió con nuestros platos.

-¡¡Por favor no me saques mis riñones!! - gritó y la camarera nos miró preocupada -

-No le haga caso... está jugando. - le sonreí con vergüenza- nadie le va a sacar los riñones a nadie...- la camarera asintió, desconfiada. Cuando se retiró, patee la pierna de Wanda por debajo de la mesa.- No digas esas cosas, me van a deportar.

-Lo siento. - dijo, pero ya tenía la boca llena de papas fritas, yo me reí. Parecía una ardilla.

- Si realmente quieres saber, me gané una beca. Quiero ser maestra.

-¿De primaria?

-No, de universidad. Me interesa la investigación. 

- Qué cool. Yo voy a ser maestra de primaria. Me gusta enseñarle a los niños. - replicó antes de darle un mordisco a la hamburguesa - No has probado tu comida, ¿por qué no has probado tu comida? 

Tomé una papa frita y me la eché a la boca. Ella sonrió contenta. 

-Prueba los pepinillos. - me ordenó. Tomé la hamburguesa y le di un mordisco. Mastiqué lo más lento que pude, mientras Wanda miraba expectante y se inclinaba hacia mí con las manos sobre la mesa - ¿y...?

-Está buenísimo.- solté después de darle un sorbo al vaso de coca cola más grande que había visto. 

- Lo sabía - se echó hacia atrás y se cruzó de brazos. - perfecto, está saldado entonces.

-¿a qué te refieres? - la miré confundida. 

-Este será nuestro lugar, es el mejor  de la ciudad de todas maneras...- siguió comiendo como si nada, yo solo tome otro sorbo de coca cola. ¿Nuestro lugar? No lograba entender a qué se refería, pero quería seguirle la corriente. Era intensa, pero muy segura de todo. No podía encontrar una palabra en mi mente para definirla... quizá ¿intimidante? Sí, pero en el buen sentido. - Ahora, cuéntame sobre ti. ¿Tienes familia?

-Vivía con mi padre y mi hermana menor.

-¿Cómo se llama?, ¿por qué no vino contigo? - me giré a un lado y miré la nieve desde la ventana mientras ella hablaba, no había mucho tráfico, todo se veía muy tranquilo. Volteé  la cabeza para ver a Wanda.

- ¿Mi hermana?, su nombre es Yelena y en realidad es mi media hermana... Está en la escuela aún. 

-¿y quién es la insoportable que te habló en la facultad? - hizo una mueca de disgusto mientras probaba su malteada, pero supe que su cara era por Lilah y no por la bebida. Sonreí.

-¿Lilah?, es mi mejor amiga. La conocí hace un par de años mientras salía con su hermano. 

-Ah, entonces si tienes novio. - negué con la cabeza enérgicamente sin decir nada, Wanda rio. - ¿Te gustan las chicas?

Y ahí estaba, la pregunta del millón. No pude descifrar si con esa pregunta pretendía juzgarme, pero me aterré de todas formas. Sabía que sí, pero también tenía claro que no era normal y que estaba enferma. Wanda me miraba expectante, no quería darle una mala impresión o alejarla, así que repliqué las palabras de Lilah.

-No, yo...no tengo ese tipo de... tendencias- intenté sonar convincente, pero pude ver que Wanda no estaba tan segura.

-Pues qué pena... yo habría jurado que sí. - se terminó su malteada de la manera más ruidosa posible. La miré con pánico. ¡¿Se me notaba?!

-¿Qué quieres decir con eso? - dejé de comer, se me había quitado el apetito debido a la ansiedad. 

- Nada, no te preocupes tanto. - esta vez su tono cambió, fue más calmado. - Hey, ¿quieres pedir eso para llevar y volver  a la uni? - apuntó mi plato y antes de que yo dijera algo, estaba pidiéndole una caja para llevar a la camarera. - Tengo mi auto allá, podemos ir a pasear y te muestro el resto del pueblo, ¿qué dices?

La verdad es que le habría dicho que sí, sin pensarlo, pero luego de esa conversación, necesitaba estar sola, además ya se hacía tarde y Lilah debía estar preocupada. Intenté sacar 20 dólares de mi bolso, pero Wanda me detuvo.

- No te preocupes, yo pago. - dejó el billete de 50 sobre la mesa y me tomó del brazo para salir de ahí. Una vez afuera, me solté de su agarre. - ¿Todo bien?

- Ah... Sí, es solo que se hace tarde y... y probablemente debería volver, ya sabes, a mi casa antes de que oscurezca. - balbuceé y ella asintió. 

-Sí, está bien. Nos veremos en clase entonces, ¿ok? Adiós. - se movió tan rápido que no tuve tiempo de procesar la situación, solo apretó mi mano y se alejó caminando, dejándome ahí, bajo la nieve. Suspiré. 

Tomé un cigarrillo de mi bolsillo y lo prendí mientras caminaba en dirección opuesta a la parada de autobús para volver a casa.

CRUEL WINTER // WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora