Leah
Vale sí, me he vuelto a quedar dormida esperando a Ayden, ¿y qué? Al menos ahora he podido dormir unos minutos sin tener una pesadilla.
Me levanto del sofá de manera perezosa y camino hacia la puerta cuando escucho el timbre.
—Hola —saludo nada más abrir, esforzándome para no bostezar. No funciona.
—Hola —una pequeña sonrisa aparece en el su rostro, me gusta cuando sonríe.
Y entonces, por alguna razón, me quedo casi embobada mirándolo. Voy a culpar al sueño que tengo, casi no tengo fuerzas ni para moverme.
—¿Quieres una foto? —pregunta después de unos segundos, divertido.
Su pregunta me hace reaccionar y aparto la mirada rápidamente.
—Pasa —es lo único que digo, moviéndome hacia mi derecha.
Me toma por sorpresa cuando, pasando por mi lado, su mano se posa ligeramente en mi cintura y se acerca para dejar un pequeño beso en el pelo. No caigo directa al suelo de milagro.
—¿Estabas dormida? —pregunta cuando se separa de mí.
—No —miento.
—Ya —sonríe.
—Solo estaba descansando los ojos.
—Ya —su sonrisa se ensancha.
—Son las cuatro de la mañana —me defiendo, cruzándome de brazos.
—No he dicho nada.
—Lo estás insinuando.
—Tan solo me parece gracioso que siempre te duermas cuando sabes que vendré a tu casa.
—Siempre tardas mucho.
—Quince minutos máximo.
—Eso, mucho.
—Vale, la próxima vez intentaré teletransportarme.
—Gracias —asiento, satisfecha, sin poder evitar sonreír.
Durante unos segundos ninguno de los dos habla, tan solo nos miramos mientras sonreímos.
—¿Sigues teniendo sueño? —Ayden rompe el silencio.
—Mucho —admito.
—Pues vamos a dormir y...
No hace falta que me lo diga más veces, no dejo ni que termine de hablar antes de empezar a subir por las escaleras con sus pasos detrás de mí.
Salto directa a mi cama al llegar a la habitación y me acurruco entre las sábanas, dejándole un espacio a Ayden. Él en cambio, camina tranquilo, se quita los zapatos y en unos segundos ya está a mí lado.
Lo miro. Me mira.
No puedo evitar sonreír cuando Ayden acerca la mano a mi rostro y aparta un mechón de pelo que cae por mi frente sin apartar la mirada de mí.
¿Cómo consigue ponerme tan nerviosa?
—Leah... ¿puedes decirme lo que ha pasado antes con mi madre? —pregunta entonces, estropeando por completo el momento. ¿Por qué ha tenido que sacar el tema?
—No.
—¿Por qué no?
—Porque no, Ayden —aparto su mano de mi rostro y doy media vuelta en la cama para quedar de espaldas a él.
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Entre nosotros dos | SEGUNDO LIBRO
RomansSEGUNDO LIBRO. Leah vuelve a Nueva York después de un año fuera de casa. Ha cambiado, todo ha cambiado. Ella ya no es la misma y sin duda, la gente que la rodea tampoco. Quiere rehacer su vida y empezar desde cero. Pero... ¿qué pasará cuando se re...