Veintiocho

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Leah

—Alex... —mi voz sale en un susurro, casi sin creerme que mi hermano está en casa.

—¿Cómo estás, hermanita? —en su rostro aparece una pequeña sonrisa.

Sin poder evitarlo, salto encima suyo. Alex no tarda en envolverme entre sus brazos. Apoyo la cabeza en su hombro y cierro los ojos con fuerza.

Por fin ha vuelto.

Nos quedamos en esta posición lo que me parece una eternidad, hasta que me deja en el suelo y se separa ligeramente de mí para darme un beso en la frente.

—Te he echado de menos —murmura.

—Yo más —vuelvo a abrazarlo con fuerza.

Lo he echado demasiado de menos. Mi hermano es como mi otra mitad y realmente, durante esta semana que he estado sin él, me he sentido vacía, como si me faltara algo.

Me alegro de que vuelva a estar aquí.

—Perdón por haberme comportado como un imbécil —me dice cuando nos separamos.

—¿Qué? La imbécil fui yo al ocultártelo todo.

—Los dos fuimos imbéciles.

—Pero yo más.

—No te lo voy a negar —se encoge de hombros, sonriendo.

Sin dejar que diga nada más, me agarra de la muñeca y tira de mí hasta que estamos en el salón. Entonces se sienta en él sofá y da pequeños golpes a su lado para que haga lo mismo.

—¿Podemos hablar? —pregunta cuando estoy sentada.

—Tenemos que hablar —asiento.

Nos pasamos las siguientes dos horas hablando sobre el tema. Le cuento exactamente cómo pasó todo, como me enteré, cuando lo vi, los análisis que fuimos a hacernos... todo. También me obligo a contarle que nuestra madre sí sabía quién era nuestro padre, aunque durante toda nuestra vida nos mintiese.
Alex me escucha pacientemente, sin interrupciones excepto para hacer alguna pregunta.

Después de contarle lo de mamá, puedo notar que está dolido, pero de alguna forma la entiende, y también logra entender por qué yo sé lo oculté.

Me confiesa que durante esta semana ha estado pensando y realmente lo que le dolió de verdad fue el hecho de enterarse de esto por alguien que no fuese yo. Si se hubiera enterado por mí, aún habiendo pasado semanas desde que lo sabía, no se habría enfadado tanto.

También hablamos de estos días que hemos pasado separados. Él ha estado con Jane, aunque el lunes se fue a Vancouver para jugar un partido, por lo que también aprovechó para visitar a la abuela, que se encuentra bien pero se siente un poco sola. Dentro de poco volveremos a visitarla ambos.

Yo aprovecho para contarle todo lo que ha pasado con Ayden. Absolutamente todo. Desde lo segura que estaba hace cuatro días, hasta lo insegura que me puse sobre la relación hace dos días, la discusión que tuvimos, que ahora nos estamos dando un tiempo... todo.

Y también le hablo sobre la visita inesperada de Tristan.

—Lo sé —asiente —, estuve hablando con él.

Entre nosotros dos | SEGUNDO LIBRO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora