Capítulo veinticuatro

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Leah

Me quedo paralizada en el sitio. ¿Qué hace él aquí?

—Hola —sonríe ligeramente. Cuando lo hace, no puedo evitar fijar la mirada en sus hoyuelos, esos que tanto me gustaban antes. Eso no ha cambiado, pero puedo notar que su voz sí lo ha hecho. Supongo que suena más... adulto, con una voz más madura, más grave. Se nota que ya no es un adolescente.

Mis ojos recorren todo su rostro, aún sin creerme que esté aquí, delante mío.

Puedo notar que su pelo rubio se ha oscurecido, aunque no llega a parecer castaño, y sus facciones se han endurecido. También parece más alto.

Abro la boca con la intención de formular cualquier palabra pero parece que me he olvidado de hablar. Vuelvo a cerrarla al instante, sin ser capaz de apartar la mirada de sus ojos azules. Siempre me recordaron al mar.

Tener a Tristan aquí delante me hace tener demasiadas preguntas, ¿qué hace aquí? ¿Cómo me ha encontrado? ¿Por qué después de tantos años?

—Sé que no esperabas que apareciera delante de tu casa —dice de pronto, rascándose la nuca con una mezcla de nerviosismo y timidez. Lo único que puedo hacer es asentir en respuesta.

Realmente es lo último que me podría esperar, ni siquiera lo consideraba una opción. Llevo cinco años sin saber nada de él, pensaba que seguiría así toda la vida.

—Quería hablar contigo —informa después de unos segundos.

¿Quiere hablar conmigo? ¿Sobre qué se supone que quiere hablar? Tuvo cinco años para hablar conmigo, ¿y decide hacerlo ahora?

—No... no lo entiendo —murmuro.

—Nunca... —suelta un suspiro, como si buscara las palabras —. Me fui sin despedirme, y nunca fui capaz de pedirte perdón por todo.

Mi boca no es capaz de articular nada.

—Realmente no sé por qué me he empeñado en venir después de tantos años, pero supongo que siempre he tenido la duda de cómo estás y la necesidad de pedirte...

—Pensaba que no volvería a verte —lo corto. Mi voz sale en un susurro.

—Yo también lo pensaba —asiente después de unos segundos, sonriendo ligeramente.

—Me hiciste mucho daño —murmuro sin poder evitarlo.

—Lo sé —asiente. Lo conozco prácticamente desde que nací, y puedo notar que realmente se arrepiente —. Fui un completo imbécil.

—Sí, bastante —le doy la razón. Tristan compartió conmigo momentos increíbles y muy bonitos. Fue mi primera vez en todo, mi primer novio, mi primer beso... y mientras duró todo fue maravilloso, de eso nunca me podré quejar. Pero también fue el chico que más daño me hizo cuando era adolescente.

—Por eso quería hablar contigo.

—¿Y por qué ahora? Te esperé. Te esperé durante dos años —mi voz se va apagando con cada palabra que pronuncio. Me siento... supongo que me siento ridícula al saber que estuve esperándolo dos años. Era muy ingenua.

—Déjame explicártelo todo —murmura después de unos segundos en silencio.

—¿Ahora?

Asiente.

Me muerdo el labio inferior, ordenando mis ideas. Lo que tendría que hacer ahora mismo es cerrar la puerta y olvidarme de que Tristan ha estado aquí, pero... no puedo. Llevo cinco años sin hablar con él, sin saber nada de él, sin verle y... necesito que me lo cuente todo.
Supongo que, aunque ya esté superado, siempre me ha quedado la duda de qué fue lo que pasó para que lo nuestro se rompiera. Y por fin ahora podré obtener una respuesta.

Entre nosotros dos | SEGUNDO LIBRO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora