Segunda ronda: Clubes

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Segunda ronda:

Clubes

Como Renata suponía que pasaría, las primeras clases consistieron en las típicas presentaciones cada que un profesor nuevo aparecía, quizás hasta haciendo alguna actividad que el maestro les ponía para conversar con sus nuevos compañeros; además de darles un resumen general de todo lo que verían en el año en la respectiva clase. Así pasaron los primeros períodos de 50 minutos cada uno hasta que llegó la hora del receso a las 9:30. Renata e Ivonne decidieron almorzar juntas, por lo que salieron del salón y fueron a buscar un sitio donde disfrutar sus alimentos, los que no tenían que comparar en el negocio de la escuela ya que cada una traía su lonche. Encontraron un espacio libre en uno de los edificios laterales, cerca de la cancha de voleibol.

—Por cierto, Renata, ¿ya has decidido a qué club ingresarás? —cuestionó Ivonne en medio de la plática que tenían, interesada.

—¿Club? —Renata la miró confundida, tomándole a la botella con agua de sabor que también preparaba en casa.

—Sí. Creo que la decisión no debe tomarse a la ligera dado que estarás en él los tres años, así que debe ser algo que te guste mucho.

—Ah, bueno, eh... —Renta frunció el ceño, inquieta. Qué molestia. Ella no quería trabajar de más; suficiente tenía con las clases normales como para agregarle las actividades de un club—. No creo que me anote a ninguno. Sería demasiado complicado.

—¡Renata! No puedes no anotarte; es obligatorio hacerlo si quieres graduarte. ¿Qué no leíste la guía del instituto que te dieron cuando te inscribiste por primera vez?

Renata abrió los ojos en completo pánico. ¿Obligatorio para graduarse? ¿Estar en un club? ¿La guía de la escuela? Recordó que sí le habían dado un librito pequeño cuando se inscribió, pero no le dio importancia por lo que terminó dejándolo por allí, en algún lugar de la casa; después de eso no volvió a verlo. Se cubrió el rostro con las manos, por demás desconsolada. ¿No podría escaparse de estar en algún club? ¡Qué fastidio! ¿Por qué le pasaba esto a ella? Pensó que lo pasaría de lo más tranquilo esos años en preparatoria, pero ya no estaba tan segura. ¿Qué hacer para evitarlo? ¿Qué hacer? Descubrió su cara y miró a su nueva amiga con seriedad.

—Oye, Ivonne, si te pido que me mates, ¿lo harías?

—¡Por supuesto que no! Vamos, no puede ser tan malo. Hay mucho de dónde escoger, sólo elige algo que te guste hacer.

—Ese es el problema —aceptó la joven, colocando un codo sobre su muslo para apoyar la barbilla en la mano—. No me gusta nada.

—¿Nada de nada?

—Nada de nada.

—Eso no es normal.

—Supongo que no soy normal —asintió Renata con una ligera sonrisa.

—Pero de verdad, debe existir algo que llame tu atención al menos un poco —insistió Ivonne, pensativa—. A ver, ¿qué tal los deportes?

—¡Fuchi! —La castaña hizo cara de asco—. No se me dan para nada bien, debiste verlo en secundaria. Mis reflejos están peor que los de un muerto.

—De acuerdo, nada de deportes entonces. ¿Qué tal el club de teatro? Sé que eres muy inteligente, siempre te aprendías las preguntas de los cuestionarios que nos daban para los exámenes, así que creo que serías buena aprendiéndote el guion.

—Podría, pero soy pésima actriz.

—Podrías aprender a actuar, ¿cierto?

—No estoy segura, además, sin la motivación suficiente no importa lo mucho que practique, al final terminaré siendo como un robot sin expresión que recita diálogos...

El Nombre del FracasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora