Décima novena ronda: Derrota

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Décima novena ronda:

Derrota

—De cualquier manera —Fabián tomó la palabra nuevamente—, necesitamos saber tu puntuación, Renata, por lo que te aconsejaría que jugaras contra alguien más de inmediato. ¿Quién...?

—¡Yo, yo, yo! —Enrique se apresuró a alzar el brazo, apuntándose a ser su siguiente oponente, ilusionado y ansioso—. Yo quiero jugar contra ti, Renata.

—Está bien —aceptó la chica tomando asiento mientras Enrique hacía lo mismo.

—Derrótala, Enrique —lo presionó Laura—. Véngate por mí. Sé que puedes.

—¿No deberías apoyar a tu amiga? —cuestionó Rogelio, extrañado, pero no obtuvo respuesta por parte de su compañera—. Bueno, no es que quiera ser malo con Renata, pero también creo que Enrique la vencerá.

—Vamos, Renata nos ha mostrado un excelente partido —intervino Enrique, no deseando que los comentarios a su favor desanimaran a la chica—. Yo creo que podría vencerme si se lo propone.

—Muy bien, le daré el beneficio de la duda —concedió Joaquín, acomodándose sus anteojos—. Esfuérzate, Renata, tienes mi apoyo.

—Sí, gracias —Ella le sonrió agradecida.

—Aquí vamos —dijo el as Acosta, animado.

El partido comenzó. El color de las piezas en cada partido debían intercalarse, por lo que un jugador normalmente jugaba con el color contrario del que había jugado antes; en ocasiones podían jugar dos veces con el mismo color, pero una tercera vez ya no era admisible. De allí que ahora a Renata le tocara mover las negras, por lo que Enrique daría inicio con las blancas; movió uno de los peones del centro dos casillas, siendo la forma más adecuada de comenzar. Renata también avanzó uno de sus peones una casilla y el pelinegro avanzó el otro peón del centro, también dos casillas, en lo que Renata movía otro de los suyos a d5 para bloquearle uno.

Enrique podría haber comido el peón que la castaña había movido al tenerlo bajo su merced, pero lo vio contraproducente teniendo en cuenta que también habría entrado en territorio del otro peón de Renata, por lo que decidió pasar al desarrollo de los caballos, moviendo el de la izquierda a c3, esperando ahora el movimiento de su contrincante. Y Renata hizo lo que pensó que haría; como él no aprovechó a capturar su pieza, ella sí sacó ventaja de la situación y se comió al peón del pelinegro. Un movimiento apresurado, pensó Acosta, cuando ahora él movió el mismo caballo que había movido con anterioridad para comerse el peón de Valdés. La expresión de la chica se tornó sorpresiva; no había visto ese movimiento.

—No te apresures a capturar piezas simplemente porque sí —le aconsejó él, amable—. Ve más allá de las posibles oportunidades.

Renata asintió, volviendo su atención al juego, pensando que sería buena idea que también empezara a desarrollar sus caballos, por lo que movió el de la derecha. Enrique había estado abriéndole paso a su alfil derecho, por lo que al verlo libre, lo movió un par de casillas. Renata movió su caballo izquierdo, dejándolo a merced de uno de los caballos de su oponente; si mordía el anzuelo y lo capturaba, ella podría contraatacar con un peón, pero no, Enrique no cayó en la trampa, por lo que sacó a su caballo del terreno peligroso, moviéndolo a g5, totalmente a salvo. La chica movió un peón a h6, amenazando una vez más el caballo del pelinegro, por lo que él volvió a moverlo, ahora a e6, entrando de lleno a la zona de defensa de ella y por ende, amenazando a la dama.

Desde sus lugares como espectadores, Fabián, Joaquín y Laura negaron con la cabeza al ver que Renata movía su dama para ponerla a salvo; se había puesto nerviosa. Apenas empezaba el juego y aunque Enrique presionaba bastante bien con los caballos, no era el momento de sacar a la reina tan descuidadamente; después de todo, Renata pudo haber capturado el caballo blanco con alguno de los peones, mas parecía ser que los olvidó por un momento.

El Nombre del FracasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora