Décima segunda ronda: Jasiel Romero

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Décima segunda ronda:

Jasiel Romero

Renata recordaba claramente cómo había conocido a Jasiel Romero, el que se había convertido en su protector, su salvador en momentos sombríos y depresivos, y que al mismo tiempo se había vuelto su perdición. Fue en su último año de primaria, ya después de haber tenido el traumático episodio del partido con Laura; sí, ya en ese entonces cualquier signo de camaradería con la rizada se había esfumado por completo, igual que pasó con cualquier insignificante deseo en Renata por jugar ajedrez. Ir al club del tío de Laura, practicar y demás se habían convertido en actividades monótonas de las que no podía escapar, igual que la escuela. Tampoco podía irse de un día a otro porque sabía que el señor Genaro la apreciaba de alguna forma y no iba a mentir si decía que aquello le gustaba, por lo que algo de sacrificio no podía ser tan malo, ¿o sí? Lo peor que pasaba era que jugaba sin ánimos, pero en tanto ganara no habría problema.

Entonces, un día de esos llegó un reto que nunca antes había escuchado desde que estaba en ese lugar. El señor Genaro había desafiado a otro club de la ciudad que era bastante popular al ser su instructor alguien que en sus días mozos había tenido el título de campeón nacional por varios años consecutivos. Martín Romero era el nombre del instructor y aparentemente él y Genaro tenían una rivalidad bastante grande, por lo que de vez en cuando hacían ese tipo de desafíos. Por orden de Genaro, ella jugaría contra el nieto de Martín, un chico de su edad, en lo que otros integrantes de ambos clubes así como los instructores se enfrentaban. No era algo excepcional no fuera de lo común.

El día del partido llegó y los participantes del club de Genaro fueron hasta las instalaciones del club de Martín, así que conoció por primera vez a Jasiel Romero, un chico entusiasta, enérgico, extrovertido y sobre todo, muy sonriente. Pocas veces Renata se había admirado con algo de tal forma que su interior se llenaba de emoción, pero aquel día sin duda la sonrisa y lozanía del chico de cabello cobrizo había conseguido cautivarla. Sin embargo, la pasión que demostraría por el ajedrez y sus ideas en general fue lo que ejerció un mayor impacto en ella. Tenía quizás el mismo entusiasmo por el ajedrez que muchos allí, el mismo que tenía Laura, pero de alguna forma era diferente, la manera de manifestarlo era diferente; su teoría quedó clara cunado comenzó el partido. Como se había hecho habitual en ella, Renata se limitó a seguir el juego, buscar los movimientos apropiados para intentar no perder, moverse como si estuviera programada, sin pizca de emoción.

"Oye, ¿estás tomando en serio el juego?", le había preguntado Jasiel de la nada después de unos minutos de partido, con una expresión mezclada de seriedad y disconformidad. Ella le preguntó por qué lo decía y su respuesta la sorprendió un poco. "Porque no parece que te estés esforzando demasiado ni que lo disfrutes".

Esa había sido la primera vez que alguien, sobre todo alguno de sus oponentes se fijaba en su estado de ánimo a la hora de jugar. Había llegado a considerar normal el hecho de hacer aquello sin ganas, pues ni el propio Genaro parecía prestarle demasiada importancia. Sin embargo, ese chico lo había notado y no podía mentirle, eso era seguro, por lo que encogiéndose de hombros, le dijo que era cierto, que no gozaba de aquello y que ni siquiera le gustaba el ajedrez. La reacción de él fue una que nunca habría imaginado, pues simplemente se puso de pie diciendo que el partido había terminado, para después girar sobre su eje, estando a punto de irse de no haber sido porque ella lo detuvo. No era cierto, el juego entre ambos no acababa todavía; no podía concluir el partido así sin más o Genaro se molestaría. ¿Por qué lo decía entonces? Cuando hizo sus interrogantes, Jasiel se volvió a mirarla con una frialdad que nunca antes había visto antes, pero que la hizo sentirse terrible.

"No pienso jugar contra alguien que no toma en serio el ajedrez. Jugar sin ganas de hacerlo es burlarte de tu contrincante, quien seguramente está dispuesto a darlo todo. Si no deseas jugar entonces no lo hagas y ya, pero no humilles a los que en verdad queremos tener un buen partido con gente que sí lo disfruta. No tiene sentido que lo practique si no te gusta. No lo tomes tan a la ligera no con semejante falta de respeto. ¿Por qué es que lo juegas en primer lugar? ¡Es tonto!"

El Nombre del FracasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora