Décima octava ronda: Avance

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Décima octava ronda:

Avance

Todos, incluyendo a la misma Renata, miraron a Fabián con estupefacción total. ¿Había ganado ya? ¿Pero si el partido no concluía todavía, o sí?

—¡Qué! —gritó Laura por demás indignada de que decidieran eso si todavía no terminaban de jugar—. ¿Quién te crees para decirlo? ¿Qué no ves que todavía no acabamos?

—Estás acorralada, Laura —le dijo Fabián—. Miren bien el tablero.

—Oh, ya lo veo —dijo Enrique al ver a lo que se refería su amigo.

—Es cierto, no hay escape —concordó Joaquín.

—¿Quieren concluir el partido? Pues bien. Intenta hacer tu siguiente movimiento —animó el rubio a Laura.

La rizada observó la posición de su rey, el que estaba amenazado si lo movía hacia adelante a cualquier casilla en 6 por la maldita torre; si regresaba a la primera fila, Renata promovería y seguramente querría la reina, por lo que otra vez estaría en peligro; si lo movía de vuelta a c7, Renata podría mover la torre, poniendo en riego a su rey otra vez, pero si intentaba capturar la torre en su siguiente turno, quedaría a merced del otro peón. No había manera de zafarse de esta, había perdido, se había encerrado ella misma. Apretó los puños, al tiempo que sentía que la ira la fulminaba. ¿Por qué? ¿Por qué tenía que ser humillada una vez más contra esa fracasada y frente a tanta gente? ¿Por qué la vida era tan injusta con ella?

—Pero debo decir que fue un partido por demás interesante e intenso —halagó Enrique, admirado y sonriente—. Ambas tienen mucho potencial. Las felicito por su esfuerzo.

Los demás estuvieron de acuerdo y Renata les devolvió la sonrisa, agradecida.

—¿Mucho potencial? ¿Esfuerzo? —Laura alzó la mirada para mirarlos a todos con disgusto absoluto—. ¡No me fastidien! Esta tipa no se esfuerza en nada y siempre gana.

Señaló a Renata, mirándola iracunda, y la castaña simplemente pensó con horror: "No otra vez; no esta pelea otra vez."

—¡No es justo que después de haberme matado todo este tiempo en mejorar, llegues tú y me ganes así como así! ¡Siempre terminas llevándotelo todo! ¡Siempre me quitas lo que yo sí me merezco y me pertenece! ¡Te odio!

Y por demás afectada, colérica y humillada, Laura se levantó de la silla con brusquedad, moviendo la mesa haciendo que todas las piezas se cayeran, en lo que lágrimas de frustración y amargura caían por sus mejillas, arruinándole el maquillaje; corrió fuera del aula.

"¡No esta vez!", gritó Renata en su mente al verla partir.

—¡Laura, espe...!

—¡Lala!

Renata se puso de pie con una rapidez que no pensó tener, ganándole a Enrique en su intento por ir tras la rizada, por lo que también salió del salón a paso apremiante, no dispuesta dejar que su relación con Laura se viera mayormente despedazada de lo que de por sí ya estaba. Ese había su error aquel día que jugaron por última vez; no ir tras ella después de oír sus reclamos, no hablarle de frente, huir. Huir de los problemas siempre terminaba por costarle más inquietudes de las debidas y ya no las quería.

—¡Renata! Oye... —Enrique hizo ademán de ir tras ella de igual forma, pero Fabián lo detuvo.

—Aguarda, Enrique. Es mejor que las dejes solas un momento; me da la sensación de que necesitan aclarar un par de cosas.

El Nombre del FracasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora