Décima sexta ronda: Bienvenida al club

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Décima sexta ronda:

Bienvenida al club

—¿El club de ajedrez? —inquirió Ivonne Nájera, asombrada por lo que Renata Valdés le había dicho.

Estaban en el receso disfrutando de sus alimentos, sentadas en ese lugar a un lado de la cancha de voleibol que ya habían hecho suyo, en lo que conversaban. Ivonne había sacado una vez más el tema del club al que Renata debía anotarse y cuando le hizo la invitación de unirse al suyo de lectura, la castaña le salió con que ya se había decidido por uno y al preguntarle cuál era, no pudo evitar sorprenderse en demasía. Después de todo, Renata le había dejado en claro que odiaba el juego y todo lo relacionado con él. ¿Cómo era que de la noche a la mañana había optado por anotarse a él? ¿Qué la había hecho cambiar de opinión tan de repente? Se lo preguntó, por demás curiosa.

—Es increíble, Renata. Se suponía que no te gustaba el ajedrez. ¿Qué te hizo cambiar de parecer? ¿Acaso Laura logró convencerte?

—¿Lala? —Renata pensó en que la rizada no la había molestado para nada en los últimos días—. No, ni se me ha acercado últimamente.

Eso sí, debía admitirse que le daba un poco de miedo la reacción que pudiera tener la joven de la Rosa al enterarse de que iba a unirse al club. Un escalofrío la recorrió al imaginar que Laura no iba a dejarla respirar ni un segundo.

—¿Entonce que te hizo decidirte por le ajedrez? —insistió Ivonne, ansiosa.

—Bueno, supongo que simplemente no lo odio tanto como pensaba —confesó Renata mirando a otro lado, no estando muy segura de cómo explicarse bien.

—¿Sólo eso? —Ivonne se decepcionó un poco—. Pensé que había un poco más drama, ¿sabes? No sé, como que los chicos del otro día, esos que también son del club y que vinieron a buscarte te habían insistido también y que habían hecho una apuesta en la que si tú perdías te anotabas o algo así.

Renata rio por las ocurrencias de su amiga al momento de decir:

—Tienes una imaginación muy grande. Creo que leer tanto te hace daño; ya ni yo que leo cada fantasía de niñas soñadoras —Ivonne también sonrió, entretenida—. Mi vida no es tan interesante.

—Pues tal vez sea hora de que tú le des algo de emoción —aconsejó su amiga—. Pero bueno, en serio me da gusto por ti, Renata; estaba preocupada de que el asesor de grupo te llamará la atención. ¿Quieres que vayamos a buscar al profe encargado del club para que te dé una aplicación? Entre más pronto mejor, ¿no?

—Supongo —accedió Renata, condescendiente.

De esa forma, al terminar de comer, el par de amigas se dirigió a la oficina de profesores, donde gran parte de ellos degustaba de su comida y charlaban entre ellos. Las dos pidieron hablar con el encargado del club de ajedrez, por lo que Humberto Meza las atendió dándole la aplicación correspondiente a Renata, feliz de que alguien más decidiera anotarse a su club e incluso animó a Ivonne a reconsiderar unirse también, pero al quedar claro que ella ya pertenecía al de lectura, el docente dejó el tema. En eso, el receso terminó, por lo que ambas se dirigieron al salón. Renata llenó la solicitud, por lo que lo único que debía hacer era ir al club de ajedrez al finalizar las clases para dársela al presidente y que la firmara él.

La horas transcurrieron sin mayor problema y el timbre de salida se oyó. Renata se despidió de Ivonne dado que su amiga no tenía club ese día, lo que la puso un poco triste. A Renata le gustaba la compañía de Ivonne; le parecía muy agradable, pero ahora con el club de ambas no serían capaz de irse juntas a casa durante casi toda la semana salvo el viernes, pues ese día ninguna de las dos tenía compromiso de nada. La castaña se dirigió al aula que el profesor Humberto le había dicho que era la correspondiente del club de ajedrez. No era usual que albergara sensaciones de nada; después de todo, nada solía importarle tanto como para estar ansiosa. Sin embargo, en esa ocasión, el nerviosismo sí que había derribado sus barreras, mas estaba consciente de que la principal razón era por lo que seguramente pasaría antes que cualquier otra cosa, que sería que Laura le exigiría un enfrentamiento, uno del que ya no podría huir y del que no estaba segura de hacer frente.

El Nombre del FracasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora