Jimin, un instructor de vuelo divorciado que en una inocente noche de copas donde celebra su reciente vuelta al mercado de solteros conoce a su destinado sin saberlo.
Jungkook, un joven profesor de secundaria llega al mismo lugar con la misión de...
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"Aunque me mantenga en silencio, me entiendes sin palabras, eso es la verdadera amistad".
¿Que es lo que Jimin veía en Jungkook?
Delicados, tiernos, pequeños, frágiles, que sean dulces, alguien a quien cuidar, proteger y consentir, ese era el tipo ideal de Jimin hace 1 mes atrás.
Desde que tenía memoria le encantaban los omegas bonitos, pequeños, aunque los aromas muy dulces no eran lo suyo, estaba bien con el de su ex porque no era empalagoso.
El que tenía muy grave problemas con eso era su lobo, no los toleraba, ni siquiera les prestaba atención, era incomodo como gruñía cuando los omegas coqueteaban con el o esparcían feromonas a su alrededor, eran muy melosos.
¿Porque con Jungkook todo era diferente?, su viejo animal se convertía en un perro callejero que meneaba la cola por la atención del pelinegro, babeando alterado y cachondo, corriendo en círculos, atontado, es que realmente no lo comprendía.
El cuerpo de Jungkook no tenia nada de frágil, era un cuerpo fuerte y macizo, sus músculos eran marcados, duros, sus benditos pectorales eran como una roca, sus muslos firmes, sedosos pero fuertes.
Ese cachorrito malcriado no era menudo, mucho menos frágil, tampoco necesitaba protección.
¿Porque eso lo tenía fascinado entonces?.
Para un alfa era inaceptable ser dominado, si otro alfa le hubiera pedido tener una relación fortuita o una simple aventura de una noche, ni siquiera lo hubiera pensado, era un no rotundo.
¿Entonces desde cuando pasaba esto?, simplemente no encontraba la respuesta.
Podría ser el exótico aroma a sándalo, era su aroma favorito, era cálido, amaderado, suave como el terciopelo, sensual y algo salvaje.
Su aroma lo cautivaba, ¿podría ser eso tal vez?
¡No!, no era solo su aroma, era todo él, su sedoso y oscuro cabello largo que había soltado con gracia la primera noche juntos, esa sonrisa dulce, gentil igual a la de un niño, sus hermosos ojazos negros que cuando cambiaban a dorado eran tan intimidantes.
Suspiró como un tonto idiotizado, ¡diablos!cerro los ojos y la imagen del cuerpo del pelinegro vino a su mente, su espalda ancha, marcada y sexy, esos tatuajes que le daban el aspecto de chico malo, muy malo, recordó sus labios recorriéndolo y tuvo que cruzar las piernas para disimular lo que se endurecía en medio de ellas, ese bendito piercing en su labio inferior lo mataba, era tan sensual y delicioso y excitante.
Su lobo soltó un gruñido gustoso, ¿cuando se había vuelto un animal pervertido?.
Jungkook era un alfa dominante en todo su esplendor y el quería descubrir todo lo que ese cachorro guardaba para dar.
Aún no tenía claro que es lo que ese dulce cachorrito quería con él, pero si alguien le preguntara que esperaba del alfa, le respondería sinceramente, sin dudas y sin pensarlo, lo quería todo, absolutamente todo.
