Jimin, un instructor de vuelo divorciado que en una inocente noche de copas donde celebra su reciente vuelta al mercado de solteros conoce a su destinado sin saberlo.
Jungkook, un joven profesor de secundaria llega al mismo lugar con la misión de...
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"Sus ojos se volvían media lunas cada vez que me sonría, como no caer rendido a sus pies."
La idea romántica del amor aún estaba por allí escondida en algún lugar de su corazón, ese amor dulce, apasionado, ese que te quema por dentro, ese que te hace cometer locuras, por el que pierdes el miedo, él quería vivir algo así.
Caminar tomados de las manos por la orilla de la playa, desvelarse mientras hablan de todo y nada, enviarse flores mutuamente, dedicar una canción, bailar bajo la lluvia, era una larga lista mental muy larga la que Jimin había hecho para cuando su pareja destinada al fin llegue a él por obra del destino.
Pero había algo en particular que siempre había querido hacer.
Ver los cerezos en primavera, es algo que guardaba celoso para esa persona especial, caminar con su pareja por el sendero de árboles fragantes mientras llueven pétalos sobre ellos dos, sería realmente hermoso.
El primer encuentro de sus padres había sido en el festival de los cerezos en Washington, cuando su madre acababa de llegar de Corea, su padre y ella eran apenas dos niños, eran una pareja destinada.
Cuando ambos estaban en la universidad sus caminos se cruzaron nuevamente, se encontraron frente a frente en el mismo lugar donde se vieron por primera vez y desde allí no volvieron a separarse nunca más.
Una historia de amor verdadero, aún se preguntaba si para él había alguien así, espera doló en algún lugar, la experiencia más cercana que tenía con el amor era ser padre.
Y si necesitaba un ejemplo de romanticismo, lo único que podía pensar era en la sonrisa de Jungkook, sus grandes y gentiles ojos negros, el calor que crecía en su pecho cuando estaban frente a frente.
Tal vez había heredado de su madre lo romántico y soñador, las historias de amor con las que crecieron él y Yoongi eran las más bonitas que podías haber escuchado, solo esperaba algún día vivir una historia así de maravillosa.
Jungkook y el apenas se conocían, aunque el tiempo en el amor es relativo, estaba seguro de que ese Cachorrito le encantaba y mucho, quien sabe y tal vez algún día recorrerían juntos el sendero de los cerezos.
Se detuvo al lado de su motocicleta, esperando que el alfa pelinegro le pida quedarse un rato más junto a él.
No quería despedirse aún.
Cómo si Jungkook supiera exactamente lo que deseaba en ese momento se acercó y susurró despacio. —No quiero dejarte ir aún Jimin, vio a su alrededor asegurándose que nadie los estuviera viéndolos y tomó las manos de Jimin entre las suyas. —¿Quieres dar un paseo conmigo?.
