Jimin, un instructor de vuelo divorciado que en una inocente noche de copas donde celebra su reciente vuelta al mercado de solteros conoce a su destinado sin saberlo.
Jungkook, un joven profesor de secundaria llega al mismo lugar con la misión de...
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"Con tan solo un roce de sus labios él era capaz de incendiar mi alma".
Por primera en su vida Jimin odiaba tener que ir a trabajar, apenas estaba amaneciendo, el sueño se había ido totalmente cuando sintió la emoción de su lobo, su animal estaba enamorado y por que negarlo el también lo estaba.
Lo que daría por quedarse todo el día contemplando a jungkook dormir plácidamente entre sus brazos, sumergirse en su cuerpo cálido y fuerte, repaso con la yema de sus dedos las largas pestañas de su chico enredadas entre las hebras oscuras de su cabello, su piel levemente bronceada se veía aún más brillanté y tersa cuando los primeros rayos del sol la acariciaban, su lobo soltó un gruñido molesto, el tonto animal sentía celos del sol. Jimin a sonrió orgullosos, el también quería ser el único que pueda tocar a Jungkook, sus dedos traviesos repasaron el rostro inocente del bello alfa durmiente, memorizando cada poro de su piel, las caricias se detuvieron cuando llegó al lugar que había visto en su sueño adornado con su marca, acaricio con ternura ese espacio suave de su cuello donde algún día estaría su flor y todo el mundo sabría que ese alfa era suyo. A pesar de los músculos magros y definidos del hombre a su lado, los pequeños ronquidos y sus balbuceos al dormir hacían que Jeon Jungkook se viera tan dulce como un niño, un dulce cachorro que protegería de todo lo malo de este mundo, el chico que dormía sin preocupaciones a su lado, era el mejor regalo que la luna y él destino había le habían otorgado.
Jungkook se removió perezoso gruñendo como un lobito engreído, Jimin sonrío enternecido y fascinado, acaricio su espalda con ternura tratando de calmarlo para que pueda retomar sus sueños, iba a morir de ternura por culpa de este niño.
El alfa pelinegro se abrazo aún más fuerte a él, Jimin soltó un suspiro enamorado, su corazón caía más al fondo a cada minuto en brazos de este alfa astuto, era peligroso muy peligroso, pero el amaba el peligro.
Acaricio su cabello con el deseo frustrado de envolver su mano firme en la mata oscura y suave que caía alborotada sobre su pecho desnudo, sus hebras azabache empezaban a a poner su autocontrol a prueba, en algún momento mientras dormían su adorable alfa había cambiado de posición aferrándose fuertemente a su cintura, amaba como Jungkook descansaba su linda nariz sobre la curvatura de su cuello llenándose de su aroma, llenándose de él.
El dulce cachorro entre sus brazos le estaba haciendo muy difícil levantarse de la cama.
Con dificultad alcanzó su teléfono y al ver la hora maldijo el tiempo, por mucho que deseara quedarse junto a Jungkook, el deber llamaba.
Se zafó con sumó cuidado poco a poco del fuerte agarre del pelinegro, totalmente en contra de su voluntad, su lobo rasgó su pecho enojado, vaya que era un lobo traicionero, era increíble lo rápido que ese animal meloso se acostumbraba a su otra mitad.