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Tenía frío.

El helado frío bañaba su cuerpo, fue lo primero que sintió Felix cuando la conciencia se apoderó de él en una lenta onda. Lo segundo que sintió era que le dolía la cabeza, palpitando de una terrible forma, y lo tercero fue un horrible dolor en su espalda. Se estremeció cuando el aire frío se movió sobre su cuerpo y de la implacable mesa debajo de él, por lo que Felix estuvo consciente por primera vez de que estaba desnudo. Trató de mover las manos para cubrirse, sólo para ser detenidas por unas pesadas bandas de metal que bloqueaban sus brazos en su lugar.

Los ojos de Felix se abrieron de golpe, las brillantes luces del techo brillantes ardieron en sus sensibles córneas, haciéndole gemir mientras los cerraba de nuevo.

«¿Qué ha pasado?»

No podía recordar. Su cabeza todavía palpitaba, y los recuerdos se filtraban a través de su mente demasiado rápido como para que los comprendiera y examinara. Algo no estaba bien. ¿Por qué había sido atado a una mesa de acero, desnudo y expuesto? ¿Qué estaba pasando?

«¿Dónde está Minho?»

Abrió la boca, pero su garganta se sentía terriblemente seca y todo lo que salió cuando trató de hablar fue un graznido bajo. Trató de no dejarse llevar por el pánico, y Felix se obligó a tomar una respiración profunda y lentamente abrió los ojos de nuevo. Si pudiera averiguar dónde se encontraba encerrado, podría ser capaz de averiguar lo que le pasó y lo que le había sucedido a su compañero.

Se tomó su tiempo para abrir los ojos, dejando que se adaptaran a las luces brillantes antes de mirar a su alrededor. Lo que vio hizo que se le helara la sangre y su ritmo cardíaco se acelerara.

Estériles paredes blancas lo rodeaban, las luces del techo sobre su cara y su distendido vientre, y la implicación del foco de la luz hizo que su cuerpo temblara. Una puerta de metal en el lado opuesto de la habitación parecía ser su única vía de escape, un descubrimiento inútil ya que había sido atado con correas. Allí aparentemente había una enorme pared de espejo en el rincón más alejado de la habitación, y Felix sentía que alguien lo observaba desde detrás del grueso vidrio. Un número de máquinas desconocidas fueron esparcidas por toda la habitación, y cada una hacía que su miedo aumentara otro nivel.

El miedo le hizo temblar incontrolablemente, y comenzó a luchar contra sus ataduras. Cuando miró hacia el otro lado de la mesa y vio la bandeja de metal que sostenía un conjunto variado de instrumentos aterradores, brillando con el reflejo de las luces del techo, Felix perdió el poco control que había mantenido y empezó a hiperventilar.

Recordaba ahora.

El gobierno había venido por él, invadiendo su casa y la de Minho después de su noche de pasión, uno de los soldados le había pegado a Minho con la culata de su arma y otro le disparó a Felix un dardo que lo había inutilizado rápidamente haciéndolo incapaz de ayudar a su amante.

Ahora estaba atado a una mesa de metal, su embarazado estómago desprotegido y expuesto, y tuvo la sensación de que quien lo observaba detrás del espejo no iba a venir y empezar a hacerle preguntas.

―Minho... ―sollozó, esperando en vano oír la voz profunda y ronca de su amante. Minho no estaba allí, y Felix estaba solo.

Felix comenzó a luchar contra las restricciones en serio, gemidos y gritos pequeños caían de sus agrietados labios mientras luchaba con una desesperación nacida del miedo para él y su hijo por nacer. El pequeño dolor que las ataduras le provocaron a sus suaves muñecas y el olor fuerte de la sangre llenó el aire cuando la piel de Felix se abrió.

✿우연한 사랑의 불시착 - * 𝓜𝓲𝓷𝓵𝓲𝔁*✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora