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El pequeño estaba cansado de todo, con tan solo 10 años de edad ya estaba harto de su vida, su familia era muy estricta, le ordenaban todo lo que tenía que hacer y literalmente tenían su vida planeada. Eso le molestaba.

Había golpeado a un niño de su salón. No le importó haberlo hecho, lo tenía bien merecido. Tocó su cabello y lo insultó diciéndole que sólo las niñas usaban el cabello largo. A él muy apenas le llegaba a los hombros, y le gustaba tenerlo de esa forma.

Pero ver la atención que recibía respecto a eso cada día, le cansaba.

También recibía comentarios racistas a diario por ser mexicano.

Se escapó de la escuela antes de que lo llevaran a la oficina del director. No pensaba escuchar estupidas palabras sin sentido, además nunca recibía ningún castigo, su padre tenía comprado a todo el mundo.

Era una de las razones por la cual odiaba que su padre fuera un político reconocido en todo Europa, muy apenas le prestaban atención, y siempre solo era para decirle como debía comportarse y que debía hacer.

Salió rápidamente de las instalaciones de la prestigiosa escuela, subiéndose en su patineta para alejarse más rápido antes de que lo atraparan.

Logró salir de allí.

Patinó con rapidez, no sabía a donde se dirigía, jamás había salido de las instalaciones de la escuela solo, siempre iba con su mayordomo.

Un niño a su edad no debería andar solo, y menos a esas horas. Casi las seis de la tarde. Pero eso no lo pensó, después de todo eso era, aún un niño.

El cielo ese día había amanecido nublado, y aún seguía así, quizás llovería, pero el esperaba que no, no quería tener que caminar bajo la lluvia, y menos solo.

Pero parece como si lo hubiera implorado, cuando llevó como 15 minutos en patineta, sintió las gotas de lluvia empezar a empaparlo. Bufó, antes de poder detenerse terminó cayendo de la patineta a gran velocidad, chocando contra el cuerpo de alguien más.

Sintió el leve dolor en su cabeza, había caído de espaldas contra la acera. Sus ojos se cerraron con fuerza, frunció el ceño, llevó su mano hasta detrás de su cabeza, esperando no haberse lastimado de gravedad.

La lluvia seguía empapándolos.

El primero en levantarse fue el contrario. Después de haber causado el accidente, fue rápidamente hasta el cuerpo del menor, se arrodilló junto a él, viéndolo con preocupación.

—Eh, oye, discúlpame -No se atrevió a tocar al menor, ni para comprobar que estuviera bien.

El pecoso suspiró, incorporándose, sentándose, viendo frente a él a un chico moreno, empapado por completo. Notó también cómo traía un rasguño en su mejilla, la sangre incorporándose junto a las gotas.

—No tienes porque disculparte, estoy bien -estaba por levantarse simplemente. Pero ver al chico al parecer un poco más bajo que el, levantarse antes frente a él, y extenderle la mano, lo hizo ladear la cabeza.

Rodeó los ojos, extendió su mano, pero antes de tomarla simplemente la alejó sin más. No pensaba tomarle la mano a un completo extraño, aunque fuera un niño más o menos de su edad, eso no le importaba, no confiaba en nadie, ni en sus propios padres.

Caminó para ir por su patineta que se había quedado lejos de él. Sintió los pasos detrás de si. Simplemente se agachó, y la tomó.

No pensaba voltear a verlo, quería irse sin más. El nunca había tenido un amigo, y eso no le importaba en lo absoluto, prefería estar solo, era lo que más lo mantenía cómodo, gente alrededor lo hacía sentirse nervioso, pero tener que fingir que era al revés era exhausto.

Happy ever after; chewis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora